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Después de haber tenido sexo al menos dos veces dentro del jacuzzi, Betty y Jughead salieron de ahí y Betty leía un libro sentada en la cama mientras Jughead se ponía unos pantalones cómodos y una camiseta sencilla color gris.

Todo sentimiento de vergüenza o pudor entre ellos desapareció por completo; Ya no les importaba ver desnudo al otro o que el otro lo viera desnudo, ya no les importaba mostrarse sin nada de ropa delante del otro.

Y ahora iban a tener sexo siempre que tuvieran la oportunidad, aunque esa oportunidad no se les presente con frecuencia por vivir en techos separados, tener hijos y estar casi siempre ocupados.

Betty dejó el libro que leía a un lado en la cama y miró a su novio. —Juggie... La noche está fresca y hermosa. ¿Por qué no salimos a caminar?—

Jughead sonrió y se giró a mirarla. —Me leíste la mente, preciosa. Ponte algo cómodo, yo ya estoy listo— Presumió, acercándose a besar su mejilla.

Betty lo miró con una sonrisa y se puso de pie para elegir algo de la ropa que había llevado a la cabaña y escogió una sencilla remera negra de tirantes y unos pequeños shorts azul oscuro y cómodos.

Jughead entró a la habitación para ver si su novia ya estaba lista y la miró de arriba a abajo con una ceja alzada. —¿Qué fue lo que te pusiste mi amor?—

Betty se encogió de hombros. —Ya es de noche. ¿Acaso me veo mal?—

—No bebé, no es eso— Negó Jughead, acercándose para plantar un beso en sus labios. —Es que la brisa fría te puede enfermar y eso es lo que no quiero—

Betty sonrió con ternura ante su preocupación y tomó el rostro de su novio entre sus manos. —Amor... No está haciendo frío, está bien, salgamos—

—Pero te voy a poner mi chaqueta, sólo por si acaso— Contestó Jughead, tomando la chaqueta que estaba tirada en la cama y colocándosela a su novia.

Betty soltó una pequeña risa mientras su novio le colocaba la chaqueta negra. —¿Ahora sí estás contento?—

Jughead asintió, besando su frente. —Claro que lo estoy, preciosa. Ahora podemos irnos— Aseguró, tomando su mano.

Salieron de la cabaña tomados de las manos y como la playa quedaba a pocos metros de esa cabaña no tardaron mucho en llegar a las orillas y caminar tomados de las manos.

El cielo estaba lleno de estrellas y la luna estaba llena y brillaba más que nunca, alumbrando el agua del mar y todo a su alrededor.

Y ellos no hablaron demasiado, porque el amor y la confianza que ahora los unía hacía poco necesario que intercambiaran palabras.

Betty estaba un poco perdida dentro de sí misma y Jughead pudo darse cuenta. A él le interesaban sus pensamientos, sus emociones... Que ella se sienta a gusto con el.

—Preciosa... — La llamó Jughead, tomándola de la mano y girándola para dejarla frente a él. —¿Qué tienes, que ocurre?—

Betty suspiró, bajando la mirada. —No es nada—

—Mi vida...— Respondió Jughead, tomándola del mentón para que ella lo mirara. —Dime que sucede, estás rara, no soporto verte así—

Betty tomó aire y lo miró con los ojos cristalizados. —Es que tengo tanto miedo de que ésto no sea real... La última vez que sentí algo así por un hombre quedé embarazada de él y me abandonó desde que lo supo cuando me hizo creer que de verdad me amaba y yo...— Sollozó. —Tengo tanto miedo Juggie...

Jughead no dijo nada al principio y sólo la abrazó. La abrazó, pegándola a su pecho con fuerza y besando su cabeza mientras ella rompía en llanto.

—Estoy aquí mi amor— Aseguró Jughead, sin dejar de abrazarla. —Estoy aquí, soy real y mi amor por tí también lo es. Te juro que nunca te voy a abandonar. Te amo mi amor, te amo demasiado, nunca lo dudes— Besó su cabeza.

Betty se separó del abrazo, ya con la cara empapada de lágrimas y lo besó con energía y con una chispa muy especial de pasión.

Entre el beso, Jughead la cargó y ella enredó sus piernas alrededor de su cintura mientras aún se besaban con una magia que no habían experimentado antes.  

Eso fue hasta que el aire se les acabó y solo les quedó mirarse a los ojos con una sonrisa, ella aún con las piernas alrededor de la cintura del chico.

—Nunca voy a lastimarte Betty. Nunca— Negó Jughead, sin soltarla de sus brazos. —Tu corazón está herido y yo me voy a encargar de repararlo mi reina—

Betty sonrió, llorando de la felicidad. —Te amo tanto Jug... No te merezco—

—Yo soy el que no te merece a ti, preciosa— Dijo Jughead, bajándola y volviendo a besarla. —Te amo—

Betty lo besó y luego se separó con una sonrisa. —Estoy empezando a sentir frio—

—Vamos adentro para que no te enfermes— Propuso Jughead, acariciando su mejilla.

—Pero... Es temprano. ¿Qué vamos a hacer otra vez dentro de la cabaña?— Preguntó Betty, con una sonrisa traviesa.

Jughead sonrió de la misma manera que ella, porque sabía lo que estaba procesando esa cabecita.

Y en unos quince minutos ya estaban de regreso en la cabaña, precisamente en la habitación, devorándose las bocas, comiéndose a besos; Besos calientes, tanto que parecía que se querían comer.

Después de desvestirse mutuamente, Jughead la tiró a la cama y se colocó encima de ella para besarle todo el cuerpo hasta llegar ahí abajo, haciendo movimientos con su lengua en su feminidad para luego penetrarla, pero cuidándose con un condón, claramente.

El entraba y salía de ella cada vez más rápido, entonces la miró. —Abre los ojos mi amor...— Pidió con voz gruesa.

Ella lo intentó, abrió los ojos y Jughead los vio nublados del placer y ella vió los de el de esa misma manera.

—Betts...— Murmuró Jughead, sin dejar de mirarla mientras le daba más duro. —Te amo...

Betty cerró los ojos con fuerza entre gemidos. —Te amo...

Dijeron te amo justo cuando ese potente orgasmo los atrapó y los enloqueció a ambos del placer, pero esa noche apenas estaba empezando para ellos.












Noche romántica y hot😏🔥🔥 como les gusta

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Samy ❤️

Mi Otra Mitad "Bughead"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora