Después de la cena, se estaba haciendo tarde y ya era hora de que los niños se fueran a la cama. Lili y Diego ya estaban listos para irse a dormir, pero su madre quería pasar antes a darles las buenas noches.
Diego estaba organizando algunas cosas en su mochila cuando Betty entró a su habitación, ya que la puerta seguía abierta.
Diego la miró y sonrió. —Hola mami—
—Hola mi amor— Lo saludó Betty, acercándose a dejar un beso en su mejilla. —¿Qué estás haciendo?—
—Estaba preparándome para mañana, pero ya terminé— Contestó el niño, sentandose en su cama.
—¿Y tienes todo lo que vas a necesitar mañana?— Preguntó la ojiverde.
—Si— Afirmó el niño.
Betty sonrió, dejando otro beso en su mejilla. —Entonces descansa mi angelito hermoso. Te amo—
—Y yo a ti mami— Respondió Diego, acostándose en su cama.
—Buenas noches campeón— Le dijo Jughead, entrando a la habitación y acercándose a plantar un beso en la frente de su hijo y arroparlo. —Te amo—
—Y yo a ti papi, buenas noches— Dijo el niño, feliz.
Betty apagó las luces de la habitación del pequeño y junto a su esposo salió de esa habitación. Entonces la siguiente parada era la habitación de la pequeña Lili.
La puerta estaba abierta y cuando Betty y Jughead se acercaron, la niña estaba peinando a su perro Milo.
—Hola muñequita preciosa— Le habló Betty a su hija, acercándose y sentándose frente a ella en el piso para besar su mejilla. —¿Qué haces bebé?—
—Milo quería cariño antes de que nos fuéramos a dormir. Pero ya mi mochila está lista para mañana mami— Avisó Lili, mirándola.
Betty sonrió, acariciando su cabello rubio. —Esa es mi niña—
—A dormir, pequeña princesa— Dijo Jughead, tomando en sus brazos a Lili y dejándola sobre la cama.
Lili soltó una risa. —Pero papi, pensé que tu pequeña princesa ahora era la bebé—
—Ahora tengo dos pequeñas princesas mi amor— Aseguró Jughead, llenando el rostro de la pequeña de besos, haciéndola reír. —Ahora a dormir mi niña hermosa—
—Buenas noches bebita, te amamos— Le dijo Betty, arropándola y besando su frente.
—Buenas noches mami y papi— Dijo la pequeña, con una gran sonrisa.
Cómo todas las noches, Betty y Jughead salieron de las habitaciones de sus hijos estando totalmente seguros de que estaban criando niños felices en un hogar lleno de amor, comunicación y respeto, más que nada.
Entonces fueron a su habitación, en dónde la más pequeña de la familia estaba profundamente dormida en su cuna, la cuál estaba al lado de la cama de sus progenitores.
Jughead se acercó a la cuna de su bebé recién nacida y sonrió, viéndola tan pequeña y tan frágil, profundamente dormida con su pijama rosa, dormida de lado.
—Es hermosa— Admitió Betty, acercándose a su esposo para admirar junto a él a la bebé.
Jughead asintió, sin apartar su mirada de la niña. —Es preciosa nuestra niña. Nosotros la hicimos. Nosotros hicimos a ésta bebé—
Betty soltó una risa. —Si, nosotros hicimos a ésta bebé. Pero ya vámonos a dormir. No queremos despertarla—
Jughead asintió, rodeando a su mujer con su brazo. —Te amo pequeña Samantha—
Entonces Betty y Jughead fueron los siguientes en irse a la cama para dormir, abrazados. Con él, ella sentía que estaba en su hogar, su lugar seguro. Un hombre que estaba loco por ella, que la amaba y la cuidaba sin importar qué.
El papá de sus hijos, su esposo, su refugio. Ella se escondió en su pecho mientras él la rodeaba con sus brazos.
—Mi amor...— La llamó Jughead mientras regaba pequeños besos en su rostro.
—¿Si?— Respondió Betty, mirándolo con una sonrisa.
—Solo quiero decirte que te amo— Contestó, mirándola a los ojos. —Y gracias por ser mi esposa, mi amiga, compañera, mi novia y la madre de mis hijos. Eres maravillosa Betty—
Betty sonrió con los ojos cristalizados, abrazándose más a él. —No sabes cómo necesitaba escuchar eso Jug. Te amo, eres mi hogar, mi lugar seguro. Yo a veces siento que no voy a poder con todo, no sé—
—Recuerda que no estás sola, bebé— Le recordó Jughead, entrelazando su mano con la suya. —Estoy contigo, vamos a salir adelante juntos. Somos un equipo—
—Te amo, buenas noches— Dijo la ojiverde, dejando un beso en los labios de su esposo para entonces cerrar los ojos.
Jughead besó su cabeza. —Te amo preciosa. Descansa—
Cerraron los ojos para entonces caer en un profundo sueño. Estaban cansados mental y físicamente, estaban cuidando de tres niños y era un reto nuevo para ellos.
Entonces a media noche el potente llanto de recién nacido los despertó; Samantha había despertado y no estaba feliz.
—Ya voy...— Murmuró Betty, levantándose de la cama para ir en busca de su bebé a la cuna.
Jughead bostezó y se sentó sobre la cama. —¿Ya despertó?—
—Si— Afirmó Betty, con la bebé en sus brazos, pasándosela a Jughead. —Sostenla, hay que cambiarla. Voy por los pañales y las toallitas húmedas—
Jughead asintió, con la pequeña llorando en sus brazos, pero eso solo fue el inicio de una noche muy larga. Betty cambió a la bebé, pero la pequeña aún lloraba. Luego ella empezó a darle el pecho, acostada en la cama mientras Jughead permanecía a su lado, pendiente a ellas.
—Salió con el apetito de su papá— Admitió Betty, divertida, mirando a Jughead mientras aún le daba pecho a la pequeña. —Solo espero ser capaz de producir suficiente leche para ella o tendremos que conseguir leche de fórmula—
Jughead soltó una risa, besando el hombro de su esposa. —Es como papi, mi dulce niña. No sabes cuánto deseaba tener a ésta bebé contigo. Yo siempre quise tener dos hijas y gracias a ti ese sueño se hizo realidad—
Betty sonrió, mirándolo. —Jug... Eres tan lindo... No sé qué haría sin ti— Miró a la bebé. —Y me parece que ya ésta pequeña está satisfecha—
Jughead sonrió y tomó a la pequeña en sus brazos. —Ya tomaste suficiente leche mi niña. Es hora de dormir—
Lo que Jughead no sabía, es que esa pequeña no se iba a dormir por un largo rato.
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