Después de salir de la casa Cooper, Lili iba en los asientos traseros, Betty de copiloto y Jughead al volante.
—Lo siento tanto Jug... Perdona a mis padres, se emocionan— Se disculpó Betty, sonrojada, mirándolo.
Jughead soltó una pequeña risa y la miró mientras encendía el auto. —Descuida, tus padres son agradables, no les caí mal. Fue mejor de lo que pensé—
Lili soltó una pequeña risa. —El abuelo y la abuela creen que mami tiene novio—
—Lili...— La llamó Betty en advertencia, divertida. —Mami no tiene novio—
—Chiquita... ¿Cómo te fue con los abuelos éste fin de semana?— Le preguntó Jughead a la pequeña mientras conducía.
—Bien— Contestó la menor con una sonrisa. —Vimos películas, comí palomitas, comí helado pero los abuelos me hicieron comer vegetales y no me gustan mucho— Hizo una mueca.
Betty soltó una risa. —Pero debes comértelos para estar saludable y fuerte mi amor—
—Pero no me gustan— Insistió Lili. —¿A dónde vamos?—
—Vamos a buscar a Diego— Respondió Jughead. —Esta con mi mamá y mi papá—
Lili tragó saliva, nerviosa. —¿Con tu mamá y tu papá?—
—Si— Afirmó el ojiazul, aún conduciendo. —Descuida Lili, te van a amar—
Betty sonrió, mirando a Jughead y luego a su hija. Si, Lili era muy tímida, pero Jughead estaba logrando establecer pequeñas conversaciones con ella y eso era un gran logro.
Llegaron a la casa... O mejor dicho ... La mansión de los Jones. El ojiazul estacionó el auto, se apresuró a abrirle la puerta a Betty y a Lili y notó que a la pequeña la invadió el mismo miedo que la vez en la que fue a su mansión a hacer tareas con su hijo.
Jughead se acercó a la pequeña, se agachó frente a ella y le sonrió. —Lili... Sé que estás un poquito asustada, pero no hay por qué temer. Veremos a los abuelitos de Diego—
Lili asintió, un poco insegura, escondiéndose detrás de su madre y Jughead las tomó de las manos a ambas para adentrarse a la mansión.
La primera en acercarse fue Gladys y sonrió ampliamente al ver a su hijo acompañado. Si, Diego ya les había hablado un poco sobre Betty y Lili.
—Bienvenidos— Saludó la mayor, acercándose a abrazar a su hijo y a la rubia más grande. —Mi nieto me ha hablado bastante sobre ustedes— Miró a Betty y a la niña.
—¡Papi!— Chilló Diego, corriendo hacia el.
Jughead se agachó y lo abrazó. —Hola campeón—
—Bienvenidos muchachos— Saludó Fp, acercándose, contento. —Ustedes deben ser Betty y Lili—
—Elizabeth Cooper, mucho gusto— Se presentó la ojiverde mayor. —Pero todos me dicen Betty. Y ella es mi hija Lili— La miró mientras ella se escondía detrás. —Amor no seas tímida—
—Lili, ven— La animó Diego, tomándola de la mano. —Son mis abuelitos—
Lili se acercó tímidamente a los Jones, con Diego tomándola de la mano. —Hola...— Saludó con timidez.
—Hola pequeña— La saludó Gladys, acercándose y acariciando su largo cabello rubio como el de su madre. —Que niña tan hermosa. Forsythe... ¿Por qué nunca tuvimos una niña?—
Fp se encogió de hombros, divertido. —No lo se— Miró a Betty y a Jughead juntos. —Y ustedes son... ¿Amigos?—
—Pero tuvieron una cita— Habló Diego, mirando a Betty y a su padre. —Entonces... Están enamorados—
—Diego, eso no— Negó Jughead, sonrojado, mirando a su hijo.
—Somos amigos mi amor. No estamos enamorados. Era una cita de amigos— Aclaró Betty, algo nerviosa.
Gladys alzó una ceja. —Si ustedes lo dicen... Pero es temprano, quédense un rato, mi esposo y yo nos aburrimos aquí juntos—
—Acérquense, niños— Pidió Fp, agachándose frente a los dos pequeños. —Hay un trampolín en mi jardin—
—¿Un trampolín?— Preguntó Lili.
—¡Si! Vamos Lili— Pidió Diego, tomándola de la mano y llevándola al jardín, corriendo.
—Con cuidado niños— Pidió Betty, algo preocupada. —No vallan a caerse—
—Oye— La llamó Jughead, tomando su mano y mirándola con una sonrisa. —Estan seguros, no te preocupes—
Fp y Gladys los miraron con una ceja alzada y luego se miraron entre ellos. Si... No se creían ese cuento de que fueran sólo amigos.
Fue un rato agradable, con los Jones hablaron sobre los niños y sobre trabajo, más que nada. Luego todos subieron al auto, ya para irse.
—¡Adiós!— Se despidió Gladys, agitando su mano al lado de su esposo.
—¡Vuelvan pronto, los esperamos!— Avisó Fp, rodeando a su mujer con su brazo.
Jughead encendió el auto y miró a la rubia a su lado. —Betty... Estaba pensando en llevar a los niños a comer helado antes de ir a casa—
—¿Helado?— Preguntó Diego, entusiasmado.
—¡En el parque!— Exclamó Lili, animada.
Betty lo miró y suspiró. —Pero Jug...
—Dejame hacerlo, ellos aún tienen mucha energía— Aseguró Jughead, mirando a los niños a través del espejo retrovisor. —¿Verdad, pequeños?—
—¡Si!— Chillaron los dos al unísono.
—Mami, porfis...— Suplicó Lili, mirándola.
—Por favor Betty...— Le pidió Diego.
Betty miró a los niños y luego a Jughead, rendida. —Está bien—
—¡Si!— Volvieron a chillar al unísono los pequeños.
Jughead soltó una risa y empezó a conducir. —Ya nos vamos—
Los niños estaban contentos y la verdad es que ni Betty ni Jughead habían visto a sus hijos tan felices. Llegaron al parque en el cuál estaba la heladería más cercana y Jughead se encargó de comprarles helado a todos, aunque Betty no quisiera.
Los más pequeños se apresuraron a terminarse su helado para ir a los columpios del parque, balanceándose entre risas infantiles mientras los padres de ambos los observaban desde una banca del parque.
—¡Voy a llegar más alto que tú!— Exclamó contenta Lili, balanceándose alto.
—¡No! ¡Yo!— Respondió Diego, copiando la acción de la niña.
Betty no podía evitar sonreír, viendo a los niños. —Nunca la había visto tan feliz. No sabes cómo me alegra ver a mi hija así—
—Yo tampoco había visto a Diego tan contento y tan bien portado. Parece otro— Admitió Jughead, sonriendo y luego mirando a Betty. —Tu y tu hija son dos personas muy especiales—
Betty lo miró, sonrojada para ambos seguir disfrutando esa escena de sus hijos jugando, felices.
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