Betty y Jughead ya estaban en el hospital; Jughead la llevó desde que vió que rompió fuente y en este momento Betty estaba sobre una camilla, sufriendo por las contracciones mientras su esposo acariciaba su espalda y la abrazaba, haciendo lo posible por calmarla en un momento tan crucial como el de recibir un nuevo bebé.
—Aquí viene otra Juggie...— Avisó Betty, abrazándose a él, cerrando los ojos con fuerza. —¡Agh, maldición!— Gritó, abrazándolo con fuerza. —Me duele Juggie... Me duele mucho...
Jughead suspiró, besando su cabeza y acariciando su espalda. —Lo sé mi amor, lo sé. Pero ya va a pasar, te lo prometo. Aquí estoy bebé. Tranquila—
—Los chicos... Mis niños... ¿Con quién están?— Le preguntó Betty a su esposo, mirándolo con la cara empapada de lágrimas.
—No pienses en eso mi vida. Mi papá fue a recogerlos a sus escuelas, están con mis padres. Pero no pienses en nada más que traer a nuestro bebé sano y salvo y en mantenerte a salvo también— Pidió Jughead, dejando un pequeño beso en sus labios y mirándola a los ojos. —Eres fuerte, ya pasaste por esto dos veces corazón. Te amo—
Betty sonrió, dejando caer su cabeza sobre el pecho de su esposo. —Te amo tanto... No sabes cómo agradezco estar en esto contigo—
—El que te agradece soy yo amor— Contestó el ojiazul, sonriéndole. —Llegaste a mi vida para enseñarme a creer de nuevo en el amor y me diste lo que siempre quise. Una familia más grande—
Betty sonrió y esa sonrisa se convirtió en un quejido cuando otra contracción apareció. Ella se abrazaba a Jughead mientras le mojaba la camisa de lágrimas y el sólo la abrazaba y la acariciaba.
—Buenas noches— Saludó la doctora, entrando a la habitación y acercándose a la pareja. —¿Cómo van?—
—Por favor doctora, las contracciones son cada vez más frecuentes— Avisó Jughead, mirando a la doctora sin dejar de abrazar a su esposa. —Ella está sufriendo mucho—
—Lo se, pero si no hay suficiente dilatación no podemos proceder. Pero creo que ya Elizabeth está lista para el parto— Supuso la doctora. —Hay que verificar—
Efectivamente Betty ya estaba preparada para tener a su bebé. La trasladaron a la sala de parto y ahí empezó la verdadera acción. Jughead a su lado, sosteniendo su mano y la doctora y las enfermeras ahí presentes en la habitación asegurándose de que todo fuera a salir bien.
—Vamos Elizabeth, empuja, empuja— Pidió la doctora.
—¡Agh!— Gritó Betty, cerrando los ojos con fuerza mientras empujaba.
—Lo estás haciendo bien mi amor, no te rindas preciosa— Pidió Jughead, besando su cabeza mientras le tomaba la mano.
—¡Cállate!— Le gritó Betty, aún empujando.
—Esta bien amor, lo siento— Murmuró Jughead, dejando otro beso en su cabeza.
—Solo un poco mas, ya puedo verlo, ahí viene— Avisó contenta la doctora. —Vamos Elizabeth, falta muy poco—
—¡Voy a morirme!— Exclamó Betty, haciendo un último esfuerzo.
—Solo un poco más preciosa, vamos— La animó Jughead.
La tortura de Betty terminó cuando empezó aquella nueva vida; El llanto del bebé llenó la habitación y con eso llegó el alivio de sus padres al saber que lo habían logrado, habían traído nueva vida al mundo.
—Felicidades, es un precioso niño— Aseguró la doctora, tomando al recién nacido que aún lloraba.
Jughead sonrió con los ojos cristalizados, mirando a aquel bebé tan pequeño y de escaso cabello rubio. —Amor, amor lo logramos, nació nuestro bebé amor—
Betty volvió a abrir los ojos con las pocas fuerzas que le quedaban y empezó a llorar de la felicidad cuando vió a su bebé en brazos de la doctora.
—Mi hijito... Mi bebé...— Murmuró Betty, feliz, llorando de la alegría.
—Aquí tienes Elizabeth, muchas felicidades— Dijo la doctora, dejando al recién nacido en brazos de su madre.
—Shh... Ya mi bebé, ya estás aquí con tus papis mi amor ya no llores— Pidió Betty, arrullándolo contra su pecho y besando su cabecita con cuidado.
El pequeño dejó de llorar de a poco en el calor y los brazos de su madre mientras Jughead también lloraba en silencio de lo feliz que se sentía sabiendo que ya tenía otro hijo fuerte y sano.
Un pedacito suyo y del amor de su vida, probablemente su último bebé, que ya amaba con todo su ser desde que sabía de su existencia en el vientre de su esposa.
Jughead tomó la diminuta mano del recién nacido y sonrió cuando vió lo pequeña, frágil y suave que era. Tan pequeña comparada a la suya...
—Dylan, mi hijo— Dijo Jughead, besando su mejilla con cuidado. —Mi bebé, eres tan pequeño... Ya había olvidado lo que se sentía esto. Estoy tan feliz... Gracias mi amor, te amo, gracias por este regalo tan... Tan...— Lloró.
—Ay Juggie... Está bien, llora. Se que estás muy emocionado— Dijo Betty, mirándolo con una sonrisa y luego al bebé totalmente tranquilo en sus brazos. —Yo también lo estoy. Estoy feliz de tener a nuestro bebé aquí con nosotros y ya no puedo esperar a que los chicos lo conozcan—
—Los chicos están muy emocionados preciosa— Admitió Jughead, contento, mirándola a ella y luego al bebé. —¿Oíste eso, Dylan? Tus hermanos mayores ya quieren conocerte—
Betty y Jughead sonrieron aún más cuando vieron sonreír al bebé por primera vez, aunque haya sido muy breve. Después se llevaron al pequeño Dylan para revisarlo y afortunadamente era un bebé en un excelente estado de salud, con buen peso y tamaño.
Finalmente trasladaron a Betty y a su bebé a una cómoda habitación y la rubia le estaba dando el pecho mientras Jughead se mantenía a su lado, con ella y con el pequeño, pendiente a ellos como había sido desde hacía ya mucho tiempo.
—¿Se durmió?— Preguntó Jughead en voz baja, mirando al bebé mientras éste cerraba los ojitos lentamente.
—Aun no, créeme, sé lo que hago— Aseguró Betty, mirando a su bebé y luego a su esposo. —¿Ya avisaste que nació Dylan?—
—Hace rato amor— Contestó Jughead, besando su mejilla. —Solo espera a que lo sepan los niños—
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Llegó el pequeño Dylan 👶 pero habrá drama en ésta familia...
