28. ¿Dónde está Sirius?

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Navidad no era una fecha especial para los Black, el año pasado lo habían festejado con un baile, el cual había resultado en la huída de Andrómeda y, aunque el objetivo principal había sido encontrar una pareja para el mayor de los Black, eso tampoco sirvió.

Narcissa acababa de casarse, recién se convertía en una Malfoy, así que ese año pasaría el invierno en la mansión correspondiente.

Así que ese año volvía a ser lo mismo que en los anteriores. Un día normal, en el que todos los miembros de la familia estaban en lo suyo, sin interés en el otro, apenas cruzándose en los pasillos por casualidad.

Al principio, a nadie le interesó la ausencia de Sirius, ni siquiera la notaron, pudo escabullirse fácilmente para irse con los Potter.

Después de diez días, Bellatrix comenzó a aburrirse del silencio y de huir de su esposo por toda la casa y jardín, que no tuvo mejor idea que seguir la tradición: pelearse con Sirius.

—¿Dónde está tu hermano?

—En su habitación, creo.

—¿Por qué no ha salido? Lo extraño.

—Siempre dicen eso antes de casi matarse en el comedor —gruñó Druella—. Un día van a terminar asesinándose en serio.

—A él le divierte —respondió Bella, encogiéndose de hombros—. Voy a buscarlo.

Regulus sabía muy bien que Sirius se había ido, después de todo, él prometió ser cómplice, aún cuando en la última ocasión no le fue muy bien.

—Espera —corrió tras su prima, tomando su vestido para detenerla—. Yo quiero jugar.

—No seas absurdo, Regulus. No puedo jugar contigo.

—¿Por qué no?

—Porque no me gustaría matarte accidentalmente —le sonrió dulcemente, apartando las pequeñas manos de su prenda, con fuerza—. Sirius ya sabe jugar.

—Puedo-

—Bien, acompáñame.

La mujer comenzó a correr como una infante, entre risas, como si disfrutara genuinamente del tiempo compartido con su primo, mientras el menor corría desesperado, tratando de ocultar su angustia.

Cuando estuvieron por girar hacia el corredor donde estaba la habitación de su hermano, Bellatrix se giró bruscamente, llevando su mano delgada a sus mejillas, las cuales presionó con fuerza antes de apoyarlo contra la pared de golpe.

—¿Dónde está Sirius?

Regulus se quejó por el dolor cuando su espalda dio contra la pared. Cerró sus ojos con fuerza, temiendo lo que pudiera hacerle en ese momento.

—Su habitación.

—¿De repente te gusta jugar, Regulus? Qué conveniente para tu hermano, ¿no?

El chico prefirió callar. Ya lo sabía, no había manera de negarle que Sirius se había ido de casa, pero sí podía intentar suavizar el castigo.

—Salió apenas hoy.

—Entonces se fue sin permiso.

—Solo fue un rato-

—¿A dónde?

Otro silencio. Sintió la punta de sus puntiagudas uñas naturales hundirse un poco contra su piel.

—No sé.

—Vamos con tu madre.

Negó con la cabeza repetidas veces, hasta que la mujer le soltó finalmente. Acarició sus mejillas, buscando aliviar un poco la tensión que le provocó en la zona.

𝐑𝐀𝐌É ↬𝐉𝐞𝐠𝐮𝐥𝐮𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora