El catorce de febrero, más tarde, Evan llegó a la habitación con una sonrisa amplia y varios regalos en sus manos, algunos pertenecientes a su amigo, pero que había tomado como suyos, respetando su decisión.
—Gracias por ser tan popular entre las damas, Regulus. Mira todo lo que traje.
Lo observó desde su cama, con una débil sonrisa. Ni siquiera prestó atención a las cosas que Evan llevaba entre sus manos.
—¿Cómo te fue hoy?
Las mejillas de Evan se ruborizaron. Él y Barty seguro la habían pasado bien. Sabía que debía alegrarse por eso, sin embargo, no pudo hacerlo, ni siquiera fingirlo.
—Estuvo bien.
—Bien.
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No importa cuánto tratara de convencerse de que no le importaba la indiferencia de Barty, en realidad lo estaba matando. ¿Así era como se sentían sus amigos cuando él decidía portarse evasivo y distante? La ansiedad le consumía, podía ver como cada día Barty lo olvidaba más.
No quería eso. No quería que lo ignorara más. Necesitaba sentirse deseado por él de nuevo. Había sido estúpido, pensaba de sí mismo, al impedirle que siguiera enamorado porque, si Barty no lo quería, ¿quién lo haría?
Y no era que dudara que fuera atractivo para alguien más, sabía que no era el caso, sin embargo, dudaba que alguien más se esforzaría por él, o querría besarlo de manera tan intensa y pudiera comprenderlo aun siendo una persona horrible.
En una ocasión, un día antes del cumpleaños de Remus (al que no asistió, pero por supuesto que le dejó su regalo y felicitación), habló con él sobre eso. No fue explícito en nombres, incluso pintó la situación para hacerle creer que le gustaba una chica. Remus, como siempre, le dio la clase de charla profunda que te dejaba más confundido que antes, con cosas como: "tú sabes la respuesta".
"Si la supiera, no te preguntaría", pensaba Regulus, quien no decía nada, solo porque le gustaba la voz de Lupin cuando explicaba cosas.
En su mente, la respuesta era que debía volver a él, porque eran el uno para el otro, ¿no? Barty quería a Regulus por ser un desafío, Regulus quería a Barty porque le gustaba sentirse deseado.
Además, lo necesitaba de regreso, porque si las cosas seguían así, su mente seguiría pensando en James por error. Una y otra, y otra, y otra vez.
De hecho, extrañar a Barty era la manera más fácil de no pensar en lo que había hecho. Mantener su mente ocupada y desesperada en torno al Ravenclaw, ayudaba a apaciguar los pensamientos sobre esos ojos de ciervo.
Durante clases de defensa contra las artes oscuras, no podía despegar la mirada del castaño. Le gustaba la emoción con la que brillaban sus ojos cuando se trataba de esa materia en especial. Él y Evan reían, a pesar de tocar temas serios, y el profesor los regañaba por su falta de tacto, bajándole puntos a ambas casas.
