39. Su primera fiesta

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—¡Lo sabía! —el rubio bailaba, moviendo sus caderas de un lado a otro al ritmo de The Hustle, un hombro subía cuando el otro bajaba, y parecía realmente estar sintiendo la música— Do the hustle!

Se iba acercando más a Barty, señalándolo con euforia, como si fuera un espectáculo y ahora él tuviera que bailar.

—No sé bailar esas cosas, Evan.

—Solo tienes que sentir la música, genio. ¡Estamos invitados a la fiesta de Halloween! Tienen que aprender a bailar.

—¿Por qué es la gran cosa? —murmuró Regulus. 

—Oh, cierra la boca, mierda pretenciosa. Vas a disfrazarte y vas a divertirte, ¿entendido?

Dejó de bailar bruscamente, llevando su mirada al calendario que se encontraba al lado de la puerta, corriendo hacia este para señalar el viernes 31 de octubre de 1975, fecha encerrada en un dibujo de calabaza, con unos garabatos de los tres chicos con disfraz de vampiro. Evan había estado soñando con eso desde primer año, y no iba a permitir que el pesimismo de Regulus arruinara sus planes. 

—No tengo disfraz.

—Yo los conseguí.

—¿En serio? —los interrumpió Barty— No voy a ser un pedazo de tela con agujeros otra vez, te aviso.

—Pfft. Tonto Bartemius, ¿con quién crees que hablas? Le pedí a Pettigrew que hiciera nuestros disfraces.

—¿Quién es Pettigrew? ¿Tenemos costurera en la escuela?

—Es el amigo de mi hermano, el rubio. 

—¿Y sabe coser?

—Ya sé que suena afeminado —respondió Evan, sobando sus sienes—, denle una oportunidad, les juro que cose como una maldita señora viuda y con gatos. Es increíble.

—¿Por qué hablas con los amigos de mi hermano?

—Los guapos hablamos con todo el mundo, Reggie. 

—Yo no.

—Los que caemos bien sí.

Sus miradas se cruzaron, de un extremo de la habitación al otro, pudiéndose sentir en medio esa densidad de rabia que se tenían al otro. Ni siquiera había un motivo para que estuvieran enojados en realidad. 

Evan ese año había comenzado a dormir solo, porque sus pesadillas eran menos recurrentes y el salir de su burbuja para convivir con otros alumnos le había hecho demasiado bien, aun tenía ansiedad y había desarrollado rencor hacia las mujeres en su gran mayoría (a excepción de su madre y su hermana), pero estaba "bien". Así que no, no cabía en mente de Regulus un motivo para que se portara como un idiota en el último mes, pero él también sabía jugar a eso.

—Los que causan pena para ser invitados a una fiesta.

—Gracias a mí te invitaron, malagradecido imbécil.

—Wow, ¿qué haría sin ti, Rosier? —preguntó con sarcasmo. 

Barty los observaba a ambos con una sonrisa juguetona, como si encontrara gratificante verlos a ambos pelear. Caminó hacia el calendario, pretendiendo que ignoraba por completo lo que sea que esos dos tuvieran, pero prestando suma atención. 

—Morirías sin mí, Black. 

—Seguro —respondió desinteresado, levantándose para buscar algo entre sus cajones. 

—Me necesitas porque no tienes amigos, por si no lo has notado. 

El castaño giró hacia él, con una expresión de sorpresa, pero manteniendo esa sonrisa. Esos dos eran casi como hermanos, peleando por estupideces, diciendo cosas hirientes del otro, solo para terminar el día juntos y como si nada hubiera pasado. Era divertido incluso.

𝐑𝐀𝐌É ↬𝐉𝐞𝐠𝐮𝐥𝐮𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora