V. Tratamiento

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Una semana se pasó demasiado rápido para mi gusto, más teniendo en cuenta que la Sra. Aura se iría y tendría que hacerme cargo de todo yo sola.

Durante estos días me enfoqué en memorizar todo lo que más pudiese para no tener ningún problema con el Sr. Black, incluso mi propio jefe me ha ayudado con algunas de mis obligaciones que no he comprendido completamente. La paciencia que me tiene es sorprendente, por lo que quiero demostrarle que no seré una carga más en cuanto su secretaria de hace más de diez años se vaya de la empresa.

Una industria tan grande y que cuenta con muchos derivados en varios sectores es difícil de entender, sobre todo cuando el Sr. Black debe hacerse cargo de ellas al mismo tiempo. Industrias Black no solo es una empresa de red energética, también cuenta con mercados en el marketing, con sedes de seguridad privada e incluso también está posicionada en una de las industrias más importantes de joyas y refinería. No por algo la familia Black es una de las más ricas en el mundo.

El hombre es jodidamente rico, no tendría problema alguno en morir y volver a nacer las veces que le diera la gana.

Hoy es la despedida de la Sra. Aura y, en vista de que es una mujer muy querida por todos, nos encargamos de prepararle un magnífico almuerzo, así como un ponque de vainilla de cuatro pisos que estoy segura ni alcanzará para todos.

Pensé que el Sr. Black le daría una despedida formal en su oficina, pero me sorprendió verlo en el comedor de la empresa, hablando tranquilamente con algunos de los empleados.

—Ha de ser muy difícil tu trabajo, ¿no?

—¿Disculpa? —miré a la chica que habló, confundida por su comentario.

—Es decir, cargar con tanta responsabilidad en tus hombres es difícil, más cuando eres nueva.

—Ah —sonreí—. No voy a mentir, son muchas responsabilidades, pero todo tiene su grado de dificultad cuando desconoces algunos temas.

—Tienes un punto —señaló, llevando un pasabocas a su boca—. Aún así sigo pensando que ser la secretaria del presidente de la empresa es un cargo que no todos desean.

Me encogí de hombros, soltando una risita.

—Supongo, pero a mí me gustan los retos. Y, aunque estos días se me han dificultado algunas cosas, confío en mí y sé que lograré acoplarme más rápido de lo que crees —la miré con diversión—. Nosotros, los seres humanos, somos de costumbres. Y día a día realizando el mismo trabajo me acostumbraré.

—Ahora entiendo por qué la Sra. Aura decía que el jefe tendría una mejor mano derecha de lo que ella era.

—Oh, tampoco hay que darme tales méritos. El trabajo que hizo la Sra. Aura en estos años fue extraordinario. Por algo estuvo tanto tiempo junto al Sr. Black, ¿no? Yo solo soy una chica competitiva, que le gusta saber de todo un poco.

—Un placer conocerte, chica competitiva —sonrió divertida, estirando su delgada mano hacia mí—. Alana White.

—Amanda Reynolds.

Estrechamos nuestras manos y hablamos de todo un poco. Alana es unos años menor, lo que me sorprendió, puesto que, al igual que yo, se mudó de su país natal hace dos  años, con la diferencia de que ella vino buscando oportunidades y ha estado completamente sola y alejada de su familia.

El almuerzo fue muy emotivo, sobre todo cuando varios de los empleados le dieron palabras de aliento a la Sra. Aura. Incluso el Sr. Black dijo unas palabras tan bonitas y que dejaron en claro el gran cariño que sentía por la mujer que había sido su secretaria por tanto tiempo.

Deseo Enfermizo[✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora