Advertencia de contenido violento y sensible...
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Sin mucho tiempo a mi favor, le pedí a mis hombres que me trajeran todo lo que necesitaba para seguir con mi labor. La adrenalina corría por mis venas como un sentimiento corrosivo y caliente que, en lugar de ser dañino, era completamente placentero. Jamás había sentido unos deseos tan grandes de matar como hasta ese momento en el que, si bien no estaba bien hecho y eso lo tenía muy claro, no podía detenerme.
Mi alma aclamaba venganza, no solo por mi hermana, también lo hacia por Amanda, por todas las personas que habían muerto sin compasión en sus manos, inclusive por mí, porque había padecido el infierno en la tierra al ser testigo de toda su maldad y no poder hacer nada. La impotencia siempre estuvo de mi lado, pero ahora no había nada que me detuviera, que me frenara a hacer lo que el corazón me dictaba verdaderamente.
Y en ese preciso instante, donde mis manos estaban manchadas de sangre, solo pedía cada vez más por ese liquido rojizo, tibio y con un olor bastante característico. El corazón me ordenaba que continuara y no me detuviera hasta que no quedara nada de esas ratas asquerosas.
Mis hombres trajeron la manguera conectada a alguna llave de afuera y una bola de trapos que no tenía idea de dónde habían sacado. Bruno entendió de inmediato mis planes y liberó las cadenas de las muñecas de la vieja Koorine, haciendo que su cuerpo cayera con todo su peso contra el suelo, no dándole tiempo siquiera de evitar golpearse.
Levantó la cabeza un poco y se puso a cuatro patas, sin fuerzas, cansada de haber estado largo tiempo colgada y por la paliza que mi amigo le había dado. La sangre corría por su rostro y los moratones empezaban a formarse en su blanquecina piel. Me miró de reojo, como si estuviera midiendo qué tan lejos estaba de mí, pero Bruno no le dio tiempo de ponerse de pie ni de pensar alguna estrategia que pudiese usar a su favor. La sujetó firme del cabello y la arrastró hasta mis pies.
—Ni sueñes que puedes escapar, recuerda que aun estás atada de los pies. Además de que, si incluso tuvieras oportunidad alguna, mis hombres te rellenarían de plomo sin pensarlo dos veces —le recordé, burlón—. No hay manera de que te libres de tu destino, perra.
Me escupió la cara como respuesta y trató de liberarse del agarre de Bruno, pero la bofetada que le di fue tan fuerte que no hizo más que quedarse quieta, respirando agitada, como si se tratase de un toro a escasos segundos de atacar su blanco.
—No me digas que la gran Koorine Black le tiene miedo a la muerte —reí quisquilloso, pasándole los trapos de tela a Bruno—. Aunque es de lógica, ¿no? Después de todo, estabas acostumbrada a estar en mi lugar, ¿o me equivoco?
—Descuídate un poquito y te arranco la lengua, maldito puto —murmuró con los dientes apretados de rabia—. Descuídate y la tortura que vivirás será tan lenta y agonizante que desearás no haber nacido.
—Tus amenazas no tienen ningún efecto en mí. Por si aun no te has dado cuenta ya estás muerta, solo que aun no te has enterado.
Bruno tiró de su cabello hacia atrás y la obligó a mirarlo, apresándole el cuerpo con sus piernas y metiéndole la bola de trapos en la boca a la fuerza. Aunque se resistió y quiso golpear a mi amigo, le ayudé a sujetarla, amarrando las cadenas que aun colgaban en sus manos de una baranda cercana y llevando sus brazos hacia atrás. Su cuerpo quedó arqueado, tenso por la incómoda posición y sin posibilidad de moverse.
Se revolvió estando arrodillada, atada y con un trapo en la boca, pero no había nada que pudiese hacer. Estaba completamente sometida, y si con el viejo había sido rápido y suave, con ella tenía otros planes. A esa maldita perra le haría vivir uno a uno de todos los maltratos que le hizo padecer a mi hermana. Pagaría con creces por atreverse a ponerle un dedo encima a la luz de mis ojos para lastimarla tanto y destruirla por completo.
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Deseo Enfermizo[✓]
Mystery / ThrillerAmanda es feliz junto a su esposo, sin embargo, su perfecta y maravillosa vida se empieza a desmoronar a medida que su nuevo jefe; Julen Black, hace hasta lo indecible para poseerla y tenerla en sus manos, sin importar el tipo de trucos que use para...