XIX. Eres mía

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Retrocedí en el tiempo y sonreí ante los recuerdos, los sueños que aún no se hacían realidad y todas las ilusiones que Will y yo nos hicimos con una nueva vida. El destino es incierto y nunca nos damos cuenta de que todo puede cambiar en cuestión de segundos, porque vivimos conformes y acostumbrados a una rutina de vida. Hasta que todo cambia y el mundo que conocíamos empieza a lucir diferente ante nuestros ojos.

Me siento en una realidad alterna, desde donde solo soy espectadora de lo que se ha convertido mi vida y me encuentro a la distancia viéndome a mí misma, sola y perdida en un mundo que ahora se ha teñido de un gris ensordecedor y abrumador.

Australia no solo era la meta de Will, sino el inicio de un nuevo camino que estábamos deseosos por recorrer. Planificamos una familia, sueños en pareja y mil vivencias que nos quedaron cortas, pero que aun siguen latiendo en mi corazón, con la esperanza de que algún día pueda cumplirlas tomada de su mano.

Recorrí el apartamento una última vez bajo la mirada de mis padres y de mis suegros, y aquellas lágrimas que retenía a la fuerza, salieron sin más. La cocina, donde compartíamos cenas y desayunos cargados de amor, donde me hacía enloquecer al tomarme por sorpresa y amarme con esa pasión que conocí desde la primera vez que estuvimos juntos. La sala, donde algunos domingos veíamos películas o nos ayudábamos mutuamente en asuntos de trabajo. Su oficina, la habitación libre y vacía que esperaba anhelante por se decorada cuando nos dieran la noticia de que seríamos padres. Nuestra habitación, allí donde pasaba las noches envuelta entre sus brazos y podía sentir que la calma era parte de mi ser. El baño, donde la majestuosa vista de la ciudad fue testigo de tantas veces que nos entregamos desenfrenados y amoroso a los brazos del otro. Cada rincón del enorme apartamento guardo un momento juntos, y todo es tan doloroso que le sigo preguntando a Dios por qué nos sucedió esto, por qué me arrebató a mi esposo de esta manera y por qué se empeña en mantenerlo alejado de mí.

Me detuve un momento en medio del pasillo y lloré desconsolada, sintiéndome cada vez más lejos de Will.

¿Dónde estás, mi amor? ¿Estás bien? Esas y muchas preguntas azotaban con fuerza mi mente y mi corazón, pero ¿quién podía responderlas? A veces sentía que lo había perdido para siempre, como en ese momento, donde no podía sentirme conectada a él y a esa única conexión de nuestras almas. Tenía el presentimiento de que jamás lo volvería a ver y que mi esposo ya no estaba conmigo en ningún sentido, pero a la vez la esperanza destrozaba todas udeas y presentimientos que me hacía, declarando por lo alto que Will volvería y que seríamos más felices que nunca.

El cálido abrazo de mi madre me hizo aferrarme de ella como si me tratara de una pequeña en busca de su protección, y ese era el caso. Me sentía tan desorientada del mundo, sin saber por qué, cómo ni cuándo sucedió. Sentía que la tierra me había tragado y solo podía apreciar una inmensa oscuridad.

—¿Estás lista, mi amor? —inquirió con voz ronca y llorosa, sufriendo por mí y la situación.

No, no estaba lista en lo absoluto. Si Australia era doloroso, volver a Estados Unidos sin Will era bajar directo al infierno. Los recuerdos me atacarían el doble, después de todo, nos conocimos, nos enamoramos y nos casamos allá. Vivimos infinitas cosas que harían que volver fuese una completa tortura, pero tal como lo dijo mi suegra, ¿a qué me quedaba en Australia si estaba sola?

Y lo que menos quería era estar sola.

—Estoy lista... —mentí, aun así, me llené de fuerzas para seguir en pie y no desfallecer.

Volví a darle una última mirada al apartamento antes de salir con el corazón hecho añicos y las esperanzas pendiendo de un hilo. No quise hablar con nadie de la Corporación Weiss, si es que sería darme más dolores de cabeza y seguir hundiéndome en el dolor, porque yo requería de respuestas y ellos no tenían ni una sola que darme. Fue mi suegro el que habló con ellos, llegó a un arreglo y les hizo entrega del apartamento.

Deseo Enfermizo[✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora