Los siguientes días hice todo lo posible para acercarme a aquel guardaespaldas sin levantar las sospechas del resto del personal, sobre todo de Selina, que no me perdía de vista ni un instante cuando estaba deambulando por la casa.
Pero el hombre se hacía el desentendido y no me prestaba ni un poco de atención cuando trataba de entablar alguna conversación cuando nadie estaba cerca o íbamos a la playa. No me miraba y se mantenía en completo mutismo, como si se tratara de una estatua y no de una persona.
Necesitaba un aliado, alguien que me ayudara a escapar, que al menos me diera una falsa esperanza, pero no podía darme el lujo en caer en la desesperación o todo podría salir mal.
Esa mañana mientras trotaba por la playa con el guardaespaldas siguiendo mis pasos, empecé a darme por vencida. Por más que quise saber algo referente a sus salidas o si visitaba a su familia en alguna fecha especial, lo único que me dedicó fue un denso silencio que me hizo callar y replantear mi estrategia.
No ayudaba en lo absoluto que Julen no se apareciera desde hace cinco días por la casa, algo que me preocupaba y no porque pensara que le pudo pasar algo, sino porque no era normal que tardara tantos días en regresar. Algo debía ir mal y por eso su ausencia.
—Le aconsejo que deje de hacer eso —habló el hombre y lo miré de inmediato.
—¿Qué cosa estoy haciendo? —inquirí, curiosa.
—No busque lo que no se le ha perdido, señora. Si el jefe se da cuenta o se llega a enterar lo que está tratando de hacer nos va a ir muy mal a los dos.
—No estoy tratando de hacer nada. Solo que me parece muy aburrido estar por ahí sin poder hablar siquiera con alguien en esta casa —mermé el trote—. Me aburro todos los días en este encierro. No hago más que esto, leer o quedarme sentada por ahí, así que no le veo nada de malo en querer hablar con las personas que comparto mi día a día.
Un silencio largo se formó en lo que seguía trotando, pero esta vez más lento y con la mente dispersa.
—Debe entender que nosotros estamos para cuidarla y no para charlar como si fuéramos los mejores amigos.
—Lo entiendo, pero ¿exactamente de qué me están cuidando? Los únicos peligros que hay en este lugar es que vaya a caer del risco o algún animal venenoso me ataque en la selva.
—Una persona con tanto poder como el jefe tiene enemigos por doquier.
—Puedo entender eso, pero aquí no hay nadie más que ustedes, Selina y yo.
—Como sea el caso, lo mejor es que guarde silencio y se dedique a hacer lo suyo y déjenos a nosotros hacer nuestro trabajo. Nadie quiere ser degollado por más aburrido que se pueda estar en este lugar, ¿o sí?
Me detuve y estiré mi pierna derecha llevando mi cuerpo hacia el mismo lado, viendo al hombre frente a mí.
—¿Julen sería capaz de hacer algo como eso? —pregunté, queriendo tantear el terreno, haciendo una expresión sumamente estúpida—. Prácticamente me estás vendiendo una imagen muy aterradora de mi pareja.
Creí ver un atisbo de sonrisa, pero desapareció tan rápido como la vi.
—¿Agua? —me cambió de tema y asentí, tomando la botella de su mano—. Pídale al jefe que la deje salir un día de esta isla, estoy seguro que no le negaría nada a su mujer.
Bebí el agua con calma y sin despegar la mirada del hombre. No sé por qué me daba la impresión de que quería decirme algo más, quizá porque sus ojos se desviaban constantemente hacia los lados como vigilando que no hubiera nadie cerca o porque veía la intensión en su mirada y sus labios, pero de último momento prefería no decir nada y lo entendía.
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Deseo Enfermizo[✓]
Mystery / ThrillerAmanda es feliz junto a su esposo, sin embargo, su perfecta y maravillosa vida se empieza a desmoronar a medida que su nuevo jefe; Julen Black, hace hasta lo indecible para poseerla y tenerla en sus manos, sin importar el tipo de trucos que use para...