LXVIII. Retomando un sueño

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Las palabras de mi amiga rondaron mi cabeza por muchos días y no me dejaban tener paz alguna, por eso me di a la tarea de analizar detalladamente a Niklas, pero en él no había ningún cambio que me diera a entender que sentía algo por mí.

Siempre me trataba de la misma forma, por lo que empezaba a creer que Sheyla se había equivocado y había confundido el buen trato que tenía conmigo por sentimientos que no tenía por qué sentir.

Aquello me tranquilizó y me hizo estar menos tensa e incómoda a su alrededor. No me hubiese gustado perder a un amigo tan importante para mí. Niklas era alguien especial, no en el sentido romántico, sino alguien que me había rescatado y me había dado la mano aun cuando no era su responsabilidad hacerse cargo de mí.

No tenía interés romántico en nadie, solo quería vivir mi vida en completa tranquilidad, y hasta ese momento lo estaba logrando. Tenía un buen trabajo, uno donde disfrutaba mucho lo que hacía. Amigos y familia que me hacían feliz, alegraban mis días y me daban toda su fuerza y motivación. Personas que, poco a poco, habían llegado a mi vida y me hacían creer en la buena fe de las personas.

Me sentía bien conmigo misma, con todos los logros que estaba consiguiendo. Los miedos que sentía al comienzo se estaban yendo de mí a medida que confiaba y superaba cada paso con éxito. Hacía mucho que no tenía pesadillas, al fin me había soltado del yugo de ese monstruo que me acechaba, al fin había tomado el control de mi vida y la manejaba a mi gusto y no al suyo. Ahora solo tenía bonitos sueños que me hacían despertar con una sonrisa y el corazón lleno de ilusión y paz.

Tenía nuevos sueños y esperanzas, pero había uno al que todavía temía y no me sentía preparada. Lo había hablado con la Dra. Collins en la última consulta que tuvimos y me preguntó un sueño a futuro y ella me recomendó que debía esperar un poco más, que, aunque había avanzado y superado mucho, aún era muy pronto para ser madre. Y la verdad es que yo también lo sentía así.

Anhelaba con todas las fuerzas de mi ser tener un hijo, pero me dolía en el alma que mi esposo no estuviera presente para que juntos viviéramos esa etapa que tanto soñamos los dos. Además de que, para cuidar de un ser inocente e indefenso, primero debía estar completamente recuperada, que nada me mortificara o no iba a poder ser una buena madre.

Pensaba constantemente en un bebé de los dos y la sola idea hacía crecer mis ilusiones a más no poder, después de todo, él había dejado sus muestras antes de que todo lo malo pasara. Era como si me hubiera dejado su sueño de manera inconsciente, como si supiera que ya no estaría más a mi lado, pero que esa pequeña parte suya estaría presente y podría vivir el sueño de los dos y ser feliz con nuestro pequeño.

Esa ilusión en mi corazón crecía tan rápido y se hacía tan fuerte, que me motivaba día a día a estar completamente recuperada. Antes no había nada a mi alrededor que me motivara a seguir en esta vida, pero tenía personas maravillosas que me querían, un buen trabajo que amaba y el deseo de ser madre solo afincó mis fuerzas y deseos de seguir luchando contra viento y marea. Ahora tenía muchos motivos para vivir, entre ellos, esa ilusión de ser madre que crecía en mi pecho de manera arrolladora.

***


En algún punto de mi dolor y tristeza pensé que todo estaba perdido para mí, que ya no tenía a nadie para ser feliz y me diera fuerzas para seguir viviendo. Deseé dejar de sufrir y lo único en lo que podía pensar en ese entonces era en morir, esa era la única solución para dejar de sentirme tan sola, triste y vacía.

Pero, así como me quitaron a las personas más importantes de mi vida, Dios puso en mi camino a nuevas personas que, con su cariño y su bondad, supieron llegar a mi corazón y supieron luchar a mi lado.

Nick, Freya, la Sra. Suzanne, Bruno, Sheyla, la Dra. Collins, incluso mi jefe, llegaron a mi vida como un rayo de esperanza, iluminando mis días oscuros y siendo esa cuerda de la cual me sujeté y que necesitaba para no caer de lleno en ese pozo sin salida de sufrimiento. Cada uno, a su manera, me ayudó a sanar el alma rota y, en lugar de juzgarme o hacerme a un lado, se mantuvieron a mi lado incluso cuando todo parecía ir de mal en peor.

Ahora comprendía mejor que el tiempo lo curaba todo, ya fuese porque todo se iba acomodando en su lugar por sí solo o porque no quedaba más opción que aceptar ese nuevo camino que me había quitado mucho, pero que también me estaba dando oportunidades para ser feliz luego de tanta desdicha e infelicidad.

Un año después de todo lo que había pasado me sentía una mujer nueva, con marcas y huellas imborrables, pero deseosa de cumplir muchos sueños, de hacer feliz a mis seres queridos que me veían desde algún punto y me acompañaban día a día, siendo mi fortaleza como si aún estuviesen presentes.

Podía decir que había recuperado muchas esperanzas y había superado todo, pero en medio del dolor, jamás podría olvidar el amor de mi familia y todo lo que había vivido con ellos. Entendí que, aunque ya no estaban, tenía que ser feliz por mí y por ellos, porque no les hubiera gustado verme sufrir toda la vida.

Regresar a Canberra removía los recuerdos de su lugar y me llenaba el pecho de infinidad de sentimientos contradictorios, pero ya había llegado el momento de afrontar todo y de alcanzar mi último sueño. Me sentía lista y preparada para empezar con una nueva etapa en mi vida que me llenaba de miedos porque no tenía ni la menor idea de lo que iba a suceder, pero con la certeza absoluta de que era lo que quería.

De la mano de Freya y Sheyla me sentía aún más segura. En compañía de mis dos mejores amigas los nervios eran menos y me daban la fortaleza para abrir nuevamente un capítulo en mi vida que había quedado inconcluso, pero muy dispuesta a continuarlo.

—¿Cómo te sientes?

Miré a Freya y le sonreí. Sus ojos tenían un brillo diferente que me hacía sentir tan feliz de que lo lograra, de que se permitiera dejar todo atrás y fuera tan feliz. Porque lo era, se notaba en su sonrisa y en su mirada que era una mujer dichosa y feliz, sin miedos ni inseguridades, permitiendo que el amor y la felicidad la envolvieran en su red.

—Muy nerviosa y emocionada —admití.

—Todo saldrá bien —Sheyla me tomó de la mano con firmeza.

Asentí, suspirando profundamente antes de bajar del auto y encontrarme frente a la clínica donde empezó mi sueño y en su momento no lo pude cumplir.

Entramos las tres en completo silencio y esperamos en la sala hasta que la doctora que, hacía mucho me había atendido, me recibiera con visible sorpresa y confusión, pero con el mismo profesionalismo que recordaba.

—Debo admitir que es una sorpresa verte después de mucho tiempo. Llegué a pensar que ya no estaban interesados en continuar con el tratamiento.

—Bueno, doctora, muchas cosas pasaron y no pudimos continuar, pero mi deseo de ser madre nunca murió, solo quedó en pausa por un tiempo —suspiré—. Mi esposo falleció y todo ha sido difícil, pero estoy lista para retomar mi sueño...

—Oh, Amanda, lo siento muchísimo. Mis condolencias.

—Gracias —murmuré—. Yo solo quería saber si aún puedo continuar con el tratamiento de fertilidad en vista de que él dejó sus únicas muestras aquí.

—Por supuesto que sí —confirmó y mi corazón aleteó emocionado—. Empezaremos desde cero, ya sabes, debemos hacerte el chequeo inicial y rutinario, y dependiendo de los resultados, solo sería realizar el procedimiento de la reproducción asistida que elijas, ya sea la inseminación artificial o por fecundación in vitro.

—Muy bien, doctora. No importa que comience de cero, lo que más me importa es que pueda ser madre y cumplir el sueño que mi esposo y yo teníamos y no pudimos lograr juntos.

—Y me alegra tanto poder ser parte del sueño de los dos.

Me sentí contrariada porque nunca pensé que volvería y me atrevería a dar este paso sin ir de la mano de Will, pero lo podía sentir a mi lado, dándome su fuerza, diciéndome al oído que estaba feliz porque estábamos más cerca de cumplir nuestro sueño de ser padres a pesar de que no estuviera presente.

Lo sentía conmigo en ese momento tan especial para mí y aquello era aún más hermoso. Si todo salía bien, solo era cuestión de tiempo para tener en mis brazos la muestra del amor puro y real que había tenido con mi esposo, y con ello ya no me haría falta nada en la vida para ser feliz.

Deseo Enfermizo[✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora