XLV. Dolor compartido

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—Freya, no digas esas cosas, mi amor —dijo su madre, llegando a la mesa con los ojos llorosos.

—Sabes que es cierto, soy un monstruo y una maldita carga —zanjó de mal humor, poniéndose de pie—. Todos saben que lo mejor que me hubiera podido pasar era que muriera, pero... Me dejaron vivir en este maldito infierno del cual ya no quería seguir siendo parte.

Su madre lloró sin dejar de negar y el agente se acercó a ella para abrazarla, pero Freya retrocedió, casi tropezando con sus propios pies.

—Lárgate junto con tu novia y no vuelvas nunca más. No tienes nada que venir a hacer aquí, como para que sigas haciéndolo cada vez que te plazca. Niklas no está y no hay razones para que vengas.

—Vengo por ti y por tu madre, las dos son muy importantes para mí.

—Sí, claro —ironizó—. Si vienes es porque mi hermano te lo pide, no porque de verdad lo desees. ¿Quién querría perder el tiempo en una persona como yo?

—Freya...

—No puedo entender tu dolor, nadie jamás lo hará. Tampoco puedo entender lo que sientes, pero te puedo asegurar que, al igual que tú, deseo morir cuando los recuerdos de ese infierno que compartimos me consumen. Ahora mismo quisiera morir, dejar de luchar con ese sentimiento que corroe el corazón y lo va llenando a gran velocidad de un inmenso odio, pero si me mantengo firme es porque guardo la esperanza de reencontrarme con mi familia. Mis padres, mis suegros y mi esposo están en manos de un ser que me destruyó por completo, acabó con mi vida y la transformó a su antojo por una simple obsesión o capricho, ya no sé y tampoco me importa. Lo único que yo deseo es ser libre, que mi familia esté con bien y olvidarme de todo esto junto con ellos, pero siento un miedo horrible de explicar al pensar que no podré volver a verlos porque hasta último momento no podía siquiera pensar en que la maldad pudiese ser tan cruel y despiadada. Aunque no deba pensar así, me encantaría estar en el lugar de ellos y ser yo la que sufra y no personas inocentes que no tienen nada que ver en este asunto —la miraba con fijeza, soportando las lágrimas que pugnaban por salir de mis ojos—. Las heridas físicas sanan en algún momento y te dejan cicatrices que jamás podrás borrar de tu piel, pero las que llevas en el interior son las que nos destruyen por completo. Tú no eres un monstruo y tampoco una carga para tu madre y tu hermano; todo lo contrario, pese a todo, ellos agradecen a Dios por dejarte vivir, quizá para algún propósito que aún desconoces y para ser feliz luego de tanto dolor.

El silencio que se formó fue denso, pero se podía escuchar nuestras respiraciones afectadas. Yo estaba al borde del llanto, pero me era casi imposible controlarlas cuando ya podía sentir mi rostro húmedo, y ella respiraba agitada, mirándome con fijeza y de una manera que no podía descifrar.

—No quisiera incomodar a nadie con mi presencia... Agt. Stevenson, ¿será posible que me lleve a otro lugar?

El hombre me miró y asintió, antes de volver la vista a Freya, quién ahora tenía los ojos llenos de lágrimas y tratando de no dejarlas salir al igual que yo. Se acercó a ella despacio, precavido, y la envolvió en un abrazo que detonó la bomba, haciéndola llorar de forma desgarradora y muy dolorosa.

Su madre se unió al abrazo y mi corazón se estrujó en mi pecho. Cuánto daría por tener a mi familia conmigo, recibiendo su apoyo y ese amor que no se podía comparar con ningún otro.

Me di la vuelta y los dejé solos, yendo a la habitación que me habían dado para quedarme, y solté todo el llanto contenido en soledad. Me sentía tan sola y odiaba estar así, tan perdida y sin saber qué rumbo debía tomar.

Pensé que ya había llorado lo suficiente, pero más lágrimas brotaban de mis ojos sin cesar. La desesperación en mi pecho crecía y se hacía cada vez más intensa. Si tan solo supiera qué sucedió con mi familia, si tan solo supiera que ellos estaban bien... Si tan solo estuvieran a mi lado, ese infierno que vivía y del cual seguía presa sería fácil de borrar de mis memorias, pero pendía de un hilo, temerosa a caer en ese abismo del que nadie me podría salvar.

Deseo Enfermizo[✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora