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Luego de varios días en los que le di vueltas a las palabras de Freya, me acerqué a ella y le confirmé mi asistencia. No me sentía lista para hablar, pero prometí hacer el intento para no terminar esta vida llena de tristeza y soledad. Haría mi mejor esfuerzo para tratar de ser feliz, si es que aún tenía la posibilidad de serlo.El consultorio de la psicóloga que atendía a la Sra. Suzanne quedaba en el pueblo cercano a la casa. Me sentía algo nerviosa y temerosa pese a que no existía ningún peligro, además de que Sheyla y Niklas nos hacían compañía. Pero quizá mi miedo radicaba en recordar lo vivido, expresarlo en voz alta y seguir cayendo en ese pozo oscuro en el cual aún seguía presa.
No iba a mentir, era refrescante salir de la casa y ver más que árboles y campos. El pueblo era muy hermoso y tranquilo, se respiraba paz por sus calles e incluso las pocas personas que caminaban de un lado a otro transmitían calma. El sol estaba en su máximo esplendor, iluminando las calles y haciendo del día uno muy caluroso.
Según la Sra. Suzanne, las primeras terapias serían en su consultorio y privadas, y si uno estaba de acuerdo, ya podríamos ir a las terapias que hacían en grupo en una casona a las afueras del pueblo.
De momento solo podía con terapias privadas, aún no quería y tampoco estaba lista para salir y ser vista por las personas. Me gustaba la tranquilidad de la soledad, ya fuese porque podía pensar en mi familia todo el tiempo o porque empezaba a acostumbrarme únicamente a ver a los que vivían conmigo.
Llegamos a una casa de dos plantas muy bonita y colorida. No había ningún aviso que dijera que era algún consultorio médico o por el estilo, pero sus dos puertas estaban abiertas de par en par, dando a entender que todo el que quisiese era bien recibido en el lugar.
Mis nervios aumentaron cuando bajamos del auto. Sentía que alguien me observaba a la distancia, camuflado entre los árboles, las personas y los autos que transitaban por la avenida. Era tanto mi pánico que mi respiración se agitó y mi corazón latió desbocado.
Retrocedí sin pensar, queriendo huir, como si alguien fuese a atraparme.
—¿Estás bien? —Sheyla se acercó a mí y su toque en mi brazo me asustó a más no poder—. ¿Amanda?
—Yo... No.
—Recuerda que nada va a pasar, Amanda —la voz tranquila y llena de seguridad de Niklas calmó mi pánico un poco—. Tranquila, todo acabó. No va a volver.
Suspiré hondo y asentí. Tenía clarísimo que ese monstruo estaba muerto, que nada haría que volviera a hacerme daño, pero es que su presencia, aún después de muerto, seguía afectándome en demasía. Julen se había convertido en mi peor pesadilla, en ese demonio que asediaba desde las sombras.
Freya me tomó de la mano y me dio un apretón que terminó de tranquilizarme, antes de caminar los pocos pasos hacia la entrada de la casa.
El lugar estaba solitario, solo una chica se encontraba sentada detrás de un pequeño escritorio, viendo la tele mientras se comía un helado. Al vernos, bajó los pies con rapidez de la mesa y se recompuso en segundos, dándonos una sonrisa amplia y amable.
—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarles?
—Venimos a consulta con la Dra. Collins —respondió Niklas.
—¿Tienen agendada la cita?
—Sí.
—Muy bien —abrió la agenda que estaba en una esquina de la mesa y repasó las hojas sin dejar de lamer su helado—. ¿Nombre del paciente?
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Deseo Enfermizo[✓]
Mystery / ThrillerAmanda es feliz junto a su esposo, sin embargo, su perfecta y maravillosa vida se empieza a desmoronar a medida que su nuevo jefe; Julen Black, hace hasta lo indecible para poseerla y tenerla en sus manos, sin importar el tipo de trucos que use para...