LV. Todo acabó

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—¿Explicaciones de qué? —rebatí, serio—. Te dejé muy en claro antes de todo que ninguno de ellos quedaría vivo siquiera para contarla. Te lo dije y, aún así, tomaste el riesgo.

—Habíamos quedado en que dejarías a la vieja viva. ¿Ahora qué se supone que le diga a mis superiores? Les ofrecí la cabeza de alguno de esa familia y lo único que tengo son tres cuerpos que no me sirven para nada.

—Ninguno se iba a salvar y tú lo sabías muy bien. ¿Crees que luego de todo lo que hicieron a mi hermana me iba a quedar como si nada sabiendo que iba a quedar uno de ellos vivo? —negué—. Sabes que si quedaban vivos era cuestión de tiempo para que movieran influencias y estuvieran libres por las calles. Lo mejor que le pudo pasar a este planeta fue que ellos murieran, créeme, escorias como ellos no merecían vivir un segundo más.

Mi jefe me miró en completo silencio, tratando de entender mis palabras y la magnitud de ellas, quizá pensando que había perdido toda mi humanidad. Pero aún era muy humano a pesar de que mis manos estaban manchadas de sangre. Me dolía cagarme mi vida, mi carrera, me dolía el dolor y el sufrimiento de las personas inocentes y aún tenía en mi mente grabada la muerte de personas que nunca debieron haber caído en malas manos.

Sentía el dolor ajeno como si fuese mío y la impotencia de no haber actuado antes era algo que me iba a carcomer por siempre.

—Tomaré el castigo que me impongas sin rechistar. Si decides enviarme a la cárcel, no refutaré ni pelearé, después de todo, sé que hice mal y pasé por encima de las reglas. Si tu decisión es darme de baja, también lo tomaré de buena manera, si es que incluso yo mismo pensaba retirarme luego de esto. Quiero estar con mi familia, ayudándole a mi hermana a salir de ese pozo en el que se encuentra hundida y no ha encontrado salida alguna. No voy a justificar mis actos, hice mal, pero no me arrepiento ni me arrepentiré nunca. Esto era lo que deseaba no solo para librar a mi hermana de su dolor y sufrimiento, sino también para liberar mi corazón de tanto odio y resentimiento que me estaba comiendo vivo y segundo a segundo. Solo te pido que culpes a Bruno...

—Sabes lo que pienso y desde el primer día éramos los dos planeando esto, así que no me dejes por fuera, Nick. Yo también tuve mucho que ver y también merezco un castigo, aunque tampoco es como que me importe ir a la cárcel o ser dado de baja. Lo único que me importa es la felicidad de una sola persona...

El jefe suspiró pesadamente, dándole una mirada por breves instantes a los cuerpos que estaban regados y en diferentes posiciones en el lugar.

—Lo arreglaré, pero tampoco sean tan dramáticos de decir que van a ir a la cárcel. Esto puede pasar en cualquier emboscada, ¿no? Así como han muerto de nuestro lado, los del otro también pueden caer —volvió a suspirar—. Encarguense de los cuerpos, yo le haré frente a mis superiores.

Sonreí, agradeciéndole en silencio.

—¿Realmente te piensas retirar, Nick?

—Sí, este es mi último trabajo. Quiero estar con mi madre y mi hermana, ellas me necesitan.

—De acuerdo...

No pudo decir más palabras puesto que se escucharon las detonaciones desde afuera. Sabía que no podía perder tiempo o los hombres de Julen aparecerían en cualquier momento, pero, por fortuna, habían llegado demasiado tarde.

Nos apresuramos a sacar nuestras armas, devolviendo los disparos con la misma rapidez y de la misma manera que toda la horda de hombres de los Black lo hacían. Estaban determinados a rescatar a sus jefes, solo que eran ignorantes de sus muertes.

—Ya tenemos una coartada, jefe —le dijo Bruno, sacando de su bolsillo par de granadas—. Las iba a usar en última instancia por si se llegaban a escapar, pero ahora podemos usarlas a nuestro favor y volar lo que queda de ellos, así que no me miren tanto y salgan a correr o quedarán hechos mierda.

Deseo Enfermizo[✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora