X. Piedra en el camino

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◊JULEN◊

Reproduje una vez más el video en mi computador personal, pero esta vez poniéndolo en silencio, detestando la idea de volver a escuchar ese cruce de palabras que solo incrementaron mi ira a niveles que no sabía podía existir.

Le di un trago más a la botella de whisky y me enfoqué en el hermoso rostro de Amanda, en sus labios rojos y rellenos por la forma tan violenta en que los muerde, en sus mejillas sonrojadas, en sus hechizantes ojos avellanas que transmiten tanto y a la vez nada, en su piel nívea y suave.

El calor del whisky se centró en mi creciente erección, por lo que cerré los ojos por un momento, apretándola entre mi mano y tratando de sentirme conectado a ella.

Abrí los ojos nuevamente y suspiré hondo, recorriendo ese cuerpo de infarto que me enloqueció desde el primer momento en que lo vi. Sus senos redondos, grandes y perfectos moviéndose al compás de su agitada respiración, su vientre plano, sus caderas anchas y sus piernas de par en par mientras su mano se pierde entre ellas. Su cabello largo y castaño, húmedo por el agua, llegando a cada lado de su cuerpo, haciéndola ver como una diosa que no es de este mundo.

Detuve una de las pantallas, justo cuando su mirada se enfocaba, ignorante, en la lámpara arriba del techo. Esos ojos nublados por el placer y ese cuello tan exquisito que desde arriba me incitaba a morderlo, y no solo esa parte de su cuerpo, sino también sus pechos que se alzaban tan duros y desesperados por un poco de atención. Su boquita roja y sensual fruncida en una mueca de placer.

Acerqué la mano a la pantalla y acaricié esa boca que no he podido dejar de ver, antes de seguir por sus mejillas, su cuello y en sí toda su silueta. Apreté mi erección una vez más ante la ráfaga de excitación que me invadió, deseando atenderla como su mirada tanto lo estaba pidiendo.

Maldito deseo el que me está matando.

Desde que la vi en la fotografía que se encontraba en su curriculum, su mirada me hipnotizó. Sus ojos inocentes y cautivadores me hicieron perder en cuestión de segundos. Su hermoso rostro es lo más puro que he visto en mi vida y, aunque supe desde momento que era una mujer ajena, aquel hecho no mermó el deseo que surgió en mi interior.

Pensé que solo se trataba del impacto de ver una mujer hermosa y sin filtro en una foto, pero cuando la tuve de frente y esa pureza natural me envolvió, en mi interior surgió un inexplicable deseo de poseerla, de tenerla para mí y hacerla mía en todas sus formas.

Y cuando mi deseo habla, mi razón obedece. Nunca me quedaré con las ganas de tener todo lo que anhelo, y esa mujer será mía, solo que debo hacer un camino lento y tortuoso, pero bien vale la pena esperar para tenerla únicamente para mí.

En otra pantalla dejé que el video continuara y dejé que las voces de ella y su insignificante esposo llenaran mis oídos. No será sencillo que ella se fije en mí, después de todo, está tan enamorada de ese sujeto. No me he perdido ni un solo detalle de sus gestos cuando se trata de él. Sus ojos se iluminan, su sonrisa crece y sus mejillas se sonrojan. Puedo hasta jurar que su corazón se saldrá de su pecho con lo fuerte que ha de latir.

Pero como todo en la vida, el amor es un instante, un viaje pasajero que puede durar mucho o muy poco. Mi primer objetivo es conquistar a esa mujer a paso lento, algo en lo que estoy fallando, porque no siente ni un ápice de atracción por mí, pese a que puedo sentir sus nervios cada vez que me acerco o la toco.

Quizá estoy haciéndolo mal y de quien debo encargarme primero es de su esposo, después de todo, él es una piedra en mi camino que deseo tanto quitar para seguir avanzando y no tropezarme. Si ese tipo no está más en la vida de mi Amanda, está claro que ella me aceptará como tanto lo ansío.

Deseo Enfermizo[✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora