•AMANDA•
Ese fin de semana fue tan relajante. No sabía que me hacía falta salir hasta ese momento donde pudimos estar conectados con la naturaleza y sin mayores preocupaciones, aunque hubo una pequeña pelea entre Freya y Bruno que me llevó a pensar que el viaje quedaría cancelado.Pero, para mi sorpresa y mi felicidad, cinco días después de regresar a casa, estaban listos para marcharse. La tensión los rodeaba y poco se hablaban, pero ninguno de los dos daba marcha atrás con los planes. Freya había estado nerviosa y muy ansiosa, creándose mil escenarios en su cabeza, pero nos dedicamos a decirle que todo estaría bien y que las cirugías serían todo un éxito. La despedimos con abrazos y la esperanza de que regresaría sintiéndose bien consigo misma. Y aunque Bruno no dijo ni una palabra, se notaba la felicidad e ilusión que le hacía estar a solas con ella y ser parte de su proceso de sanación.
Por mi parte no había dejado de asistir a mis terapias. Aunque ahora solo me acompañaba Sheyla y la Sra. Suzanne, puesto que Niklas ahora estaba en busca de montar un negocio en el pueblo. No sabía si eran impresiones mías o me estaba haciendo películas erradas en la cabeza, pero a él lo notaba distante, tratándome con el mismo respeto de siempre, pero como si estuviera huyendo de mí. Cada vez que nos encontrábamos en algún lugar de la casa, se iba sin decir nada o excusándose de que necesitaba hacer alguna otra cosa.
Nos dejaba en el consultorio de la doctora y se marchaba. Y cuando pensé que estaría en las terapias grupales como lo había dicho en un principio, dijo que no podía porque estaría buscando todo lo necesario para abrir su cafetería en el centro del pueblo. No quería mal pensar, pero empezaba a creer que le incomodaba mi presencia en la casa, después de todo, hasta lo había sacado de su propia habitación cuando la que debería dormir en el sofá era yo y no él.
—¿No has notado algo extraño en Niklas? —le pregunté a mi amiga sin apartarme de la ventana, viendo al susodicho hablando con un hombre moreno que había venido pocas veces a visitarlo.
—¿Extraño en qué sentido?
—No lo sé, está actuando raro.
Mi amiga dejó de maquillarse y se acercó a mí, dándole una mirada breve al hombre. Su cejo se frunció sin entender a lo que me refería.
—Lo veo igual que siempre, más papacito y lindo —soltó una risita divertida—. Aunque ese moreno que viene de vez en cuando me está tentando a romper la dieta. Está como quiere.
Reí, esa siempre sería mi amiga. Pero volviendo al punto, ¿acaso la que estaba haciéndose ideas en la cabeza era yo? Quizá sí o quizás había dependido tanto de él que ahora que estaba abriendo su negocio me costaba que me dejara a un lado.
Sacudí la cabeza, él no me estaba haciendo a un lado ni mucho menos le incomodaba mi presencia. Estaba trabajando para conseguir lo suyo, puesto que ya no trabajaría más como agente.
—Cuéntame qué pasa. ¿Por qué crees que él está actuando raro?
—No me pongas atención, son estupideces mías —resoplé, apartándome de la ventana—. Por cierto, mañana iré a una entrevista de trabajo. La Dra. Collins me ofreció un trabajo, no es para ella, es para un odontólogo que se radicará aquí y me dijo que estaba buscando una secretaria. Nunca he trabajado en algo así, pero ella me sugirió que buscara trabajo o hiciera otra actividad que no fuese quedarme todo el día en la casa, y yo empiezo a creer que es hora de que gane mi propio dinero. Niklas nunca nos ha pedido nada, pero me da mucha vergüenza que él asuma todos los gastos sin poner quejas. Ya suficiente tiene con que vivamos en su casa y ocupemos su espacio.
—Tienes razón, eso estaba pensando yo también. Aunque tengo mis ahorros y he ido gastando de ahí, me siento un poco apenada de que ellos asuman todo y no nos pidan nada. Y si tú buscas un empleo, yo también lo haré, porque no me pienso quedar aquí sola mientras tú vas y trabajas.
—Además he pensado que... si ahorramos por un tiempo podríamos buscar un lugar propio. Ellos han sido muy amables con nosotras, pero no quiero seguir incomodando.
—¿Estás segura? Si es lo que quieres, sabes que te voy a apoyar. Recuerda que iremos juntas a todas partes.
—Hablaré con la Sra. Suzanne, aunque yo sé que ella dirá que podemos seguir aquí, pero la realidad es que necesitamos nuestro espacio y privacidad al igual que ellos. Es cierto que ahora que Freya y Bruno no están él tiene una habitación y ya no duerme en el sofá, pero igual este es su espacio. Sus cosas aún están aquí.
—¿Es eso o ya no quieres seguir durmiendo conmigo? —bromeó y reí—. Te entiendo, todos merecemos nuestro espacio.
—No digo que sea pronto, pero eventualmente cuando tengamos el dinero sí podemos buscar una casa o un apartamento para las dos.
—¿Decidiste quedarte aquí? —quiso saber y asentí, sentándome en el borde de la cama.
—Sí, este lugar me trae mucha paz. Es un pueblo pequeño y alejado de la ciudad, además de que me gusta la conexión que he hecho con la naturaleza. Supongo que algún día volveré y podré entrar a la casa de mis padres sin que me sienta que voy a morir, pero me gustaría seguir viviendo aquí, y entiendo si tú quieres volver.
—Sabes que no te voy a dejar sola, muñeca. A mis padres los llamo todos los días y mi hermano no es como que se preocupe demasiado por mí más que un par de días al año, ya sabes, solo llama para saber si sigo respirando. Este lugar me empieza a gustar demasiado.
—Lo dices por el moreno, ¿no es así? —bromeé y soltó una carcajada que me contagió.
—Desde luego que sí, ese hombre es ardiente. ¿No le has visto esos brazos? Es un madurito muy sexi, pero ya sé que puedo hacerle de todo solo en mi imaginación, porque alguien tan atractivo no debe estar a disposición de una pobre diabla como yo —reímos y me abrazó—. Me hace tan feliz verte reír de las locuras que digo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y ella no tardó en limpiarlas, sonriendo y dándome un abrazo mucho más fuerte. Mi progreso ha sido muy notorio, a peso lento pero seguro. Aún me dolía recordar, pero los momentos vividos y felices con ellos nadie los borraría de mi mente y mi corazón, y era por ellos que había decidido salir de ese pozo que me estaba consumiendo y liberarme de ese yugo de aquel monstruo que estaba muerto. Él no gano esta batalla, la guerra la había ganado el bien.
—Le pones alegría a mi vida —le dije y sonrió con suficiencia.
—Yo sé que sí, soy el ingrediente secreto de tu felicidad.
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Deseo Enfermizo[✓]
Mystery / ThrillerAmanda es feliz junto a su esposo, sin embargo, su perfecta y maravillosa vida se empieza a desmoronar a medida que su nuevo jefe; Julen Black, hace hasta lo indecible para poseerla y tenerla en sus manos, sin importar el tipo de trucos que use para...