Capitulo 103

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Mientras caminaban hacia el palacio, el Príncipe Lowell iba detrás de Daisy con un aire irritado, claramente molesto por haber sido arrancado de su diversión. El silencio entre ellos era tenso, y Lowell finalmente explotó.

Príncipe Lowell: ¡Tienes un verdadero descaro, Daisy! ¿Quién te crees que eres para sacarme de ese lugar? ¡No tienes ningún derecho!

Daisy, sin voltear, siguió caminando con determinación. Sabía que esto no iba a ser fácil, pero las palabras del príncipe solo avivaban el fuego dentro de ella. Luego de unos pasos más, finalmente se detuvo.

Daisy, en voz baja pero firme: No te preocupes. Solo estoy cumpliendo con mi deber.

Sin decir más, Daisy se teletransportó enfrente de él, apareciendo a escasos centímetros de su rostro. Sus ojos rojos lo miraban directamente, sin una pizca de duda o miedo.

Daisy, con voz cortante: Eres un descarado. Un mujeriego sin respeto por nada ni por nadie. ¿Sabes que tu madre, la reina, está preocupada por ti? Ella necesita hablar contigo sobre asuntos importantes del reino, y tú aquí, jugando y coqueteando, ignorando todo como si no tuvieras ninguna responsabilidad.

Lowell, sorprendido por la repentina confrontación, frunció el ceño, pero Daisy no le dio oportunidad de responder.

Daisy, continuando con más intensidad: ¿Y cómo te atreves a decirme que me una a tu diversión? ¿Es que acaso no tienes ni una pizca de respeto? Tengo una familia, Lowell. Estoy comprometida con Jacqueline, Y tengo dos hijos, dos mellizos que me esperan en casa. Así que no vuelvas a insinuar que participaría en tu comportamiento repugnante.

La furia en la voz de Daisy era palpable. Lowell, sorprendido por su intensidad, mantuvo su postura desafiante, pero ahora su mirada había cambiado, mostrando una mezcla de desconcierto y frustración. No esperaba que Daisy lo enfrentara de esa manera, ni mucho menos que le recordara lo poco que hacía por la reina.

Príncipe Lowell, con la mandíbula apretada: Tú no entiendes nada de lo que pasa aquí.

Daisy, sin apartar la vista: No, Lowell. Eres tú el que no entiende nada. Tienes una responsabilidad con tu madre y con el reino, y ya es hora de que lo aceptes. La diversión tendrá que esperar.

Ambos se quedaron mirando, la tensión entre ellos palpable. El Príncipe Lowell estaba furioso, pero también sabía que no podía seguir ignorando lo que Daisy le decía. Aunque sus labios se torcían con desdén, algo en sus ojos indicaba que había escuchado lo que ella decía, aunque no lo admitiría tan fácilmente.

Daisy, con un último suspiro, apartó la mirada y señaló hacia el palacio: Ahora, muévete. La reina te espera.

Sin más que decir, caminó hacia la entrada del palacio, sabiendo que aunque Lowell no quisiera admitirlo, su deber lo llevaría a seguirla, así fuera a regañadientes.

Después de la tensa conversación con Daisy, el Príncipe Lowell se dirigió al palacio para hablar con su madre, la reina. A pesar de su actitud desafiante, las palabras de Daisy resonaban en su mente, aunque se resistía a admitirlo. La reina lo recibió en la gran sala, su rostro marcado por la preocupación. Tras una larga charla sobre las responsabilidades que debía asumir y el estado delicado del reino, Lowell asintió, prometiendo atender los asuntos importantes, aunque aún en su interior bullía la frustración.

Más tarde, todavía con la conversación de Daisy rondando en su cabeza, Lowell decidió confrontarla. No podía sacarse de la mente cómo ella lo había enfrentado con tanta autoridad, algo que pocos se atrevían a hacer.

Príncipe Lowell, con tono firme mientras la alcanzaba en uno de los pasillos del palacio: Daisy, tenemos que hablar

Daisy se detuvo, cruzando los brazos y mirándolo sin sorpresa. Sabía que el príncipe no dejaría el tema así.

~Daisy~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora