El rugido de la guerra resonaba en las colinas y los valles que rodeaban el Gaznate. Los barcos enemigos avanzaban por las aguas turbulentas, y el aire estaba impregnado de la promesa de sangre y fuego. Lucenya caminaba nerviosa por los pasillos de la Fortaleza Roja, atormentada por las imágenes de sus hermanos navegando hacia un destino incierto. Su corazón pesaba como una piedra, y la incertidumbre la desgarraba.Esa noche, no pudo soportarlo más.
Sin decir una palabra, se dirigió hacia las cavernas donde descansaba Drakar, su majestuoso dragón de escamas blancas con destellos plateados. Sus pasos eran rápidos, pero su mente estaba llena de dudas. No podía quedarse al margen mientras su familia estaba en peligro. Aunque amaba a Aegon y sentía el vínculo con él más fuerte que nunca, sabía que su corazón la llevaba hacia sus hermanos.
Drakar soltó un rugido bajo cuando Lucenya lo alcanzó, como si entendiera la urgencia de su jinete. Subió a su lomo sin dudar, y con un grito de mando, el dragón despegó en la oscuridad, surcando el cielo como una sombra plateada.
Lo que Lucenya no sabía era que Aegon había presenciado su partida desde las murallas. Sin perder tiempo, corrió hacia Sunfyre, su dorado dragón, decidido a seguirla. No estaba allí para detenerla ni para cambiar su decisión. Solo quería protegerla, aunque eso significara arriesgar su propia vida.
El viaje fue largo y peligroso, con vientos fuertes azotando a los dragones mientras cruzaban el cielo nocturno. Lucenya mantenía la mirada fija en el horizonte, con un único propósito en mente: salvar a Aegon el Joven y Viserys. Mientras tanto, Aegon volaba detrás de ella, manteniendo una distancia prudente, su corazón dividido entre el orgullo por su valentía y el miedo por lo que pudiera suceder.
Finalmente, las aguas del Gaznate se desplegaron bajo ellos, iluminadas por las llamas de las primeras escaramuzas. Desde el aire, Lucenya pudo ver los barcos enemigos rodeando la flota que llevaba a sus hermanos. Pero lo que llamó su atención fue otro dragón que surcaba los cielos en dirección a los barcos: Vermax, el dragón de Jacaerys.
El corazón de Lucenya dio un vuelco. Ver a Jacaerys, incluso en medio del caos, trajo un torrente de emociones. Su antiguo amor estaba allí, luchando desesperadamente por salvar a sus hermanos menores, los mismos que ella había venido a proteger.
Jacaerys también la vio. Desde el lomo de Vermax, su mirada se cruzó con la de Lucenya, una mezcla de sorpresa y reconocimiento en sus ojos. Durante un breve instante, el tiempo pareció detenerse. A pesar de todo lo que los separaba, ambos compartían un mismo propósito: proteger a los inocentes.
Antes de que pudieran acercarse más, el rugido de los dragones y el sonido de las catapultas llenaron el aire. Los barcos enemigos habían notado la presencia de los dragones y estaban lanzando proyectiles hacia el cielo. Lucenya y Drakar esquivaron las flechas y las balistas mientras descendían en picado hacia la flota.
Aegon, desde lo alto en Sunfyre, observaba la escena con una mezcla de admiración y preocupación. Sabía que Lucenya era fuerte, pero el peligro era inmenso. Sin pensarlo dos veces, se unió a la batalla, lanzando llamaradas doradas contra sus propios barcos aliados, decidido a protegerla a cualquier costo.
En medio del caos, Lucenya logró acercarse a Vermax. El rugido de los dragones se mezclaba con los gritos de los hombres en los barcos y el crujido de la madera en llamas. Jacaerys, con el rostro endurecido por la guerra, la miró directamente, sus ojos cargados de preguntas.
-Lucenya- gritó sobre el rugido del viento y el fuego.-;¿Qué haces aquí?
-No podía quedarme al margen- respondió ella, su voz firme pero llena de emoción.-:Estoy aquí por mis hermanos… y por ti.
Antes de que pudiera decir más, una explosión sacudió el aire. Ambos dragones rugieron al unísono, volando juntos hacia los barcos que transportaban a Aegon el Joven y Viserys. Los dos antiguos amantes, ahora aliados momentáneos, enfrentaban juntos el caos del Gaznate, mientras Aegon, desde Sunfyre, los seguía de cerca, dispuesto a luchar no solo por la causa de los Verdes, sino por la mujer que amaba con todo su ser.
Mientras la batalla continuaba, Lucenya supo que su vida había llegado a un punto de inflexión. Ya no se trataba solo de lealtades ni de política, sino de los lazos de sangre y los sentimientos que nunca se habían extinguido. Al amanecer, tendría que enfrentar no solo las consecuencias de sus acciones, sino también los secretos de su propio corazón.
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Crowns Of Fire
Science FictionUna historia de dolor, redención y el futuro de la Casa Targaryen. En medio de la guerra y la traición, Lucenya debe encontrar la paz para su corazón dividido, mientras el destino de su familia y su legado penden de un hilo.