Los vientos gélidos del otoño barrían Driftmark mientras el sol se escondía tras densos nubarrones. Lucenya y Jacaerys, estaban sentados en la sala de mapas, rodeados de rollos de pergamino. Lucenya, con su largo cabello cayendo como una cascada sobre sus hombros, tenía la mirada fija en su hermano, quien le recitaba historias de antiguos Targaryen. Su vínculo era tan fuerte que se hablaba ya en susurros de su futuro matrimonio, algo que Lucenya recibía con naturalidad, pero que a Jacaerys parecía llenar de una inquietud que aún no entendía.
A unos metros de allí, Aegon observaba desde las sombras. Su sobrina lo desconcertaba. Desde que tenía memoria, siempre había buscado formas de irritarla, de burlarse de su comportamiento rebelde y sus palabras medidas. Pero en el fondo, muy en el fondo, cada burla era un torpe intento por ocultar la inquietante atracción que sentía hacia ella. Se lo negaba incluso a sí mismo.
-¿Es que acaso eres una muñeca, Lucenya? -se burló Aegon con una sonrisa ladeada mientras entraba en la sala sin invitación-. Siempre con esa postura perfecta y esas palabras cuidadas. ¿O es que Jace ya te tiene entrenada para ser su esposa?
Lucenya alzó los ojos, exasperada.
-Es mejor comportarse como una dama que como un bufón borracho, Aegon. ¿Qué haces aquí? Este lugar es para los herederos, no para los que esperan vivir de su indulgencia.La respuesta de la niña, con su tono venenoso, arrancó una carcajada de Jace, quien siempre encontraba en su melliza un consuelo inquebrantable. Pero en el rostro de Aegon, por un breve instante, cruzó una sombra de dolor antes de que la disfrazara con su habitual aire de despreocupación.
En medio de las tensiones familiares, las semillas del conflicto crecían como malas hierbas. Alicent, siempre al lado de su hijo Aemond, observaba con una mezcla de rencor y prudencia cada movimiento de Rhaenyra y sus hijos. Fue en esta atmósfera de duelo que Aemond, en su deseo de probarse digno, tomó una decisión temeraria.
Aquella noche, cuando todos dormían, Aemond salió en busca de Vhagar, el dragón que había pertenecido a Laena. Rhaena, enfurecida por la posibilidad de perder el dragón de su madre, despertó a Lucerys y a los mellizos. Juntos corrieron tras él, pero llegaron demasiado tarde: Aemond ya había sellado su vínculo con la inmensa criatura. En su regreso al castillo, las tensiones estallaron en una confrontación violenta.
-¡Ese dragón era de mi madre! -gritó Rhaena, furiosa, mientras Baela intentaba consolarla.
-Tu madre está muerta -replicó Aemond con frialdad-. Y Vhagar ahora es mía.
La pelea que siguió fue una explosión de gritos, puños y fuego de dragones en miniatura. Lucenya trataba de encontrar a los guardias para detener la pelea, ya sea por el cariño que le tenía a Aemond o porque no queria que nadie saliera lastimado.
Fue Lucerys quien, en un acto de desesperación, lanzó un puñado de arena al rostro de Aemond. Cegado y furioso, el príncipe mayor desenvainó un cuchillo. En el caos que siguió, nadie vio exactamente cómo ocurrió, pero el cuchillo encontró el ojo de Aemond. Los gritos desgarraron la noche, llamando a los adultos.En el gran salón Alicent exigió justicia, su voz temblando de ira mientras señalaba a Lucerys con el dedo.
-¡Tu hijo es un salvaje, Rhaenyra! ¡Un monstruo que ha dejado a mi hijo desfigurado de por vida!
Rhaenyra, con el fuego ardiendo en sus ojos replicó:
-¿Y qué me dices de tu hijo, que robó el dragón de una niña y amenazó con matarla?
La tensión alcanzó su clímax cuando Alicent, en un arrebato de furia, tomó la daga de Viserys e intentó atacar a Lucerys, pero fue detenida por Rhaenyra.
-Siempre rompiendo las reglas, haciendo lo que quieres.- exclamó una agitada Alicent mientras forcejeaba con Rhaenyra- ¿Donde queda el sacrificio?
En un intento de proteger a sus hijos Rhaenyra terminó siendo herida en el brazo a causa de la daga. En ese momento un silencio mortal inundó la sala que posteriormente fue interrumpido por una voz.
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Crowns Of Fire
Science FictionUna historia de dolor, redención y el futuro de la Casa Targaryen. En medio de la guerra y la traición, Lucenya debe encontrar la paz para su corazón dividido, mientras el destino de su familia y su legado penden de un hilo.