Capitulo 17: Huellas de guerra

47 6 3
                                    


Jacaerys Velaryon había pasado semanas en Winterfell, buscando asegurar la alianza del Norte para la causa de su madre, la reina Rhaenyra. Lord Cregan Stark, firme en su honor, había aceptado prestar su apoyo, pero su lealtad no venía sin condiciones. Las negociaciones fueron tensas, aunque finalmente fructíferas.

El aire en Winterfell era helado, y en su corazón Jacaerys sentía el peso de los sacrificios que su familia había hecho para mantener su reclamo. La visita se acercaba a su fin cuando un cuervo llegó al Gran Salón. Un mensaje urgente desde Rocadragón. La expresión de Jacaerys se mantuvo imperturbable mientras leía las palabras que contenían el cruel destino de su hermano menor: Lucerys había muerto.

El corazón de Jacaerys se desgarró en silencio. Quería gritar, romper algo, llorar por su pequeño hermano, su compañero en tantas travesuras infantiles, pero sabía que no podía. No allí, frente a los Stark. Cerró los ojos por un instante, respiró hondo y plegó la nota con cuidado. Levantó la mirada hacia Cregan, y con una voz grave y firme informó que debía regresar de inmediato a Rocadragón.

-Las palabras del Norte son honorables, Lord Stark. Mi madre estará agradecida por su lealtad.- dijo, su voz no traicionaba el dolor que lo consumía.

Cuando finalmente llegó a Rocadragón, la sombra del duelo se cernía sobre él con fuerza renovada. Su madre, Rhaenyra, lo esperaba en la sala del trono. Él informó del apoyo del Norte, como si nada más importara. Pero mientras hablaba, su voz tembló. Fue suficiente para que Rhaenyra lo entendiera todo. Cuando terminó, Jacaerys cayó de rodillas frente a ella, y las lágrimas que había contenido durante días comenzaron a fluir.

-Lo siento, madre... No pude protegerlo.- susurró entre sollozos.

Rhaenyra, tan fuerte ante los demás, se dejó caer a su lado y lo envolvió en sus brazos.

-No fue tu culpa, hijo mío.- dijo mientras sus lágrimas rodaban también. Se aferraron el uno al otro en su mutua desesperación, compartiendo el dolor insoportable de haber perdido a Lucerys.

Lucenya, mientras tanto, no sabía aún lo ocurrido. Con su pequeño vientre abultado, fruto del amor que compartía con Jacaerys, había esperado con ansias su regreso. Al enterarse de su llegada, corrió hacia el patio del castillo, ansiosa por abrazarlo. Pero al verlo, notó de inmediato la oscuridad en sus ojos, la rigidez de su expresión. Algo iba terriblemente mal.

-Jace, ¿qué sucede?- preguntó mientras se acercaba a él. Él no respondió, simplemente bajó la mirada. La angustia la invadió, y su voz se quebró mientras insistía. -¿Dónde está Lucerys? ¡Dime que está bien!

Cuando Jacaerys permaneció en silencio, un grito desesperado escapó de sus labios.

-¡Tú prometiste protegerlo! ¡Me dijiste que siempre estarías allí para él!- Entre lágrimas y furia, comenzó a golpear el pecho de su esposo, cada golpe cargado de dolor.

Rhaenyra intentó intervenir, sujetando a su nuera con suavidad.

-Lucenya, por favor...- comenzó a decir, pero no pudo terminar.

El grito de Lucenya resonó por todo Rocadragón como un eco desgarrador. Su cuerpo cayó al suelo como una flor que se marchita de repente, doblada por un dolor insoportable. Jacaerys reaccionó primero, corriendo hacia ella, pero al llegar a su lado y ver sus manos cubiertas de sangre, el mundo pareció detenerse.

-¡Lucenya!.- gritó, arrodillándose a su lado. Ella temblaba, jadeando, con los ojos llenos de lágrimas y miedo.

-Jace... algo está mal... no puedo... no puedo protegerlo...- balbuceó, mientras una nueva ola de dolor la atravesaba.

Crowns Of Fire Donde viven las historias. Descúbrelo ahora