Capítulo 4:Ciudad mercado subterráneo

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''El maná, una energía que recorre el planeta desde el interior al exterior, nutriendo a todas las formas de vida. Entre los habitantes de Reguian hay algunos capaces de utilizar esta masiva energía a voluntad, son llamados magos. Se dice que el poder de un mago puro puede ser resumido con una sola palabra. Aunque no son consideradas magas, también está el caso de las sacerdotisas de Siranne, que son como catalizadores de maná vivos. Curiosamente este don solo se manifiesta en mujeres (aunque existen raras excepciones) y son capaces de usar el maná de su entorno tanto para acelerar la recuperación de heridas o potenciar los efectos de las medicinas como para atacar usándolo sobre su propio cuerpo''

 Diferencias entre magos y seres puramente mágicos. Escritos conservados de la Era Oculta.

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La ciudad mercado rebosaba vida. Por todas partes había gente haciendo negocios, celebrando tratos y demás. A pesar de haber sido construida en una gigantesca grieta que se habría en el suelo, las miles de antorchas y lácrimas se aseguraban que hubiese tanta luz como si el sol diera directamente. Aquella grieta se extendía varios kilómetros bajo tierra y cada año el mercado se expandía un poco más, aunque nadie se atrevía a realizar una expedición a las oscuras profundidades. En Katorá había una ley no escrita que todos conocían y respetaban: ''Mientras no te metas en los negocios de los demás, los demás no se meterán en los tuyos''. Por eso nadie se extrañó cuando la compañía de Fauces Negras llegó a la ciudad. Tenían aspecto de cansancio, pero a diferencia de ayer, ninguno se atrevía ya a manifestarlo, no después de lo que Mergo les hizo a los exploradores.

-Sabía que era peligroso, pero no me esperaba algo así.

-Y que lo digas, quemarlos vivos..., en cuanto pueda me largo a otra compañía.

Circulaban por todo el grupo comentarios del tipo. A Mergo no le parecía mal ese hecho, se ahorraría un posible motín. Le bastó chasquear los dedos para tener a Loric a su lado.

-Pon a dos hombres de confianza en la puerta para vigilar, luego coge a siete y reparte la descripción de ese bastardo por toda la ciudad, comercios, posadas, tabernas, ¡por todos lados! Quiero saber en qué instante ese gusano llega al mercado. También diles que cualquiera que haga alguna clase de trato con él se las verá con nosotros.

Loric se dirigió presto a cumplir el mandado. Mergo sonreía a lomos de su montura, ahora él tenía la ventaja sobre Caju, había eliminado a los inútiles y los superiores todavía no sabían nada. Si se daba prisa aún podría llegar como un héroe a la base y ganarse algún ascenso. Pero lo que más deseaba era la muerte de aquel que le puso en esa situación.

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-Vamos, vamos. ¿Tan joven y tan lento?

-Eres tú el que corre como si huyera de un enjambre de Ledrias.

Hacía un par de horas que habían salido de la cabaña. El viejo había querido salir temprano, justo cuando los depredadores nocturnos se retiran a sus nidos y los diurnos todavía están roncando.

Caju apenas podía seguirle el ritmo por el bosque. Tanto el anciano como Komodo se movían a toda velocidad por la espesura y él apenas podía dar dos pasos sin tropezar con alguna raíz. Si no les había perdido todavía era por las estridentes carcajadas del viejo y los agudos bufidos de Komodo.

-¿Necesitas descansar ya? Tanta juventud y tan poca energía...

-Cállate, solo necesito recuperar un poco de aliento. ¿Cuánto falta?

Komodo bufó bastante alto.

-Sí, unas dos horas más a lo sumo. Tres si vamos a su ritmo.

Dijo esto último entre carcajadas. Caju decidió ignorarlo, estaban muy cerca y no quería enfadar a su guía, él solo se perdería por el bosque en un momento. Se sentaron sobre una gran roca para beber algo de agua.

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