Capítulo 20: El gremio nunca olvida (Part 1)

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"Los ghouls son criaturas recurrentes en el folclore de los pueblos de la estepa. Físicamente tiene un aspecto humanoide, no sobrepasan el metro y medio y su piel pálida está llena de llagas. Sus uñas y colmillos son lo suficientemente afilados para cortar la carne tan limpiamente como un cuchillo bien afilado, y como si eso no fuera suficiente su saliva derrite los músculos y huesos como si de ácido corrosivo se tratara. Al ser criaturas nocturnas prefieran los ambientes oscuros y fríos. También es la razón de que su oído y olfato estén más desarrollados que su vista. A pesar del aspecto tan amenazador con los que se les presenta, estos animales son exclusivamente carroñeros y nunca atacarán a un ser vivo que esté en perfectas condiciones. Su caza indiscriminada está totalmente prohibida ya que, sobre todo en tiempos de guerra, al devorar los cadáveres evitan que extiendan posibles enfermedades"

Tratado de biología, sección de depredadores carroñeros del sub orden de los necrófagos.

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Caju subía corriendo aquellas escaleras. A pesar de ser solo un primer piso, aquel tramo fue el más largo de su vida. Por mucha prisa que se diera tenía la sensación de no avanzar ni un palmo.

-"¿De verdad quieres llegar?"

De nuevo. Aquella voz que se asemejaba tanto a la de una niña pequeña. La oía como si fuera un susurro detrás de su oreja, casi imperceptible. Había decidido ignorarlo por completo.

-"¿Qué pasará si está muerta cuando llegues?"

Caju notaba como sus piernas empezaban a pesarle más con cada nueva sílaba de aquella voz.

-"¿Podrás soportarlo, el no poder salvar a otra persona?"

Intentaba ignorarla, pero le era muy difícil. Fuera lo que fuese aquella voz sabía exactamente lo que decirle para tirar su moral por los suelos, y aquello le mosqueaba en exceso.

-Cierra la boca.

Aquella voz no respondió. Había desaparecido tan repentinamente como había venido. Caju notó como el ojo derecho empezaba a escocerle ligeramente pero no tenía tiempo para eso ya que finalmente había llegado al final de las escaleras. En aquel piso todo estaba oscuro, no había una sola luz por lo que reinaban las tinieblas. El único punto de referencia estaba en la luz que se filtraba por los bordes de la puerta que daba justo en frente de las escaleras. Caju sabía lo que podía encontrar allí pero no se detuvo por eso.

No se preocupó en forzar la cerradura valiéndose de sus ganzúas, un rápido vistazo le permitió ver que la madera estaba en tal mal estado que un fuerte golpe bastaría para abrirla, de modo que se limitó a lanzarse contra la puerta. La madera estaba tan podrida que cedió incluso con más facilidad de la que Caju había calculado, de modo que cayó al suelo junto a los restos de la puerta.

El interior seguía iluminado por velas que a duras penas podían mantener a raya la oscuridad y en el centro de aquella habitación, sentado en aquella silla que tanto se asemejaba a un trono de madera, estaba Morrison, quien levantó la vista, alarmado, por la repentina aparición de Caju.

-¿Tú quién eres?-dijo Morrison.

Caju ignoró su pregunta. Con un poco más de calma se pudo fijar en que Morrison tenía el enlazador en su mano, lo estaba examinando con una lupa.

-Supongo que tendrás un buen motivo para estar aquí si has entrado rompiendo la puerta de un placaje.

Caju se incorporó apoyándose sobre su rodilla y miró desafiante a Morrison.

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