Capítulo 33:Celkran

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"En Reguian existen puntos geográficos concretos en los que la corriente de maná corre con tal fuerza que rompe las placas tectónicas y sale a la superficie en forma de un geiser de maná puro. Los reinos han llegado a entrar en guerras para hacerse con el control de los denominados "puntos frágiles" por su enorme poder. Tales eran estos conflictos que se dictaminó que estas zonas no podían ser conquistadas. Si un punto frágil aparece en el territorio de algún reino, pertenecerá a este. Del mismo modo, si aparece en territorio neutral ninguno de los cuatro reinos podrá demandar su pertenencia o hacer experimentos con él"

"1001 datos curiosos de Reguian" por Sosara Hondour. Sección política.

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El pequeño zorro blanco salió de su madriguera sin muchas ganas, siempre olfateando en busca de posibles peligros. Salió y empezó a deambular cerca de un riachuelo. Había captado el olor a carroña desde su madriguera, lo que le aseguraba una comida fácil. Olisqueaba una y otra vez la nieve para encontrar su premio. Finalmente, enterrado a poca distancia de la superficie, localizó la carroña. Empezó a escarbar con las patas delanteras, paraba de vez en cuando para asegurarse de que no había ningún peligro y volvía a su tarea. Era un trozo de carne de aspecto pasado, pero aquel zorro había comido cosas peores.

Si el aire hubiera soplado en dirección contraria, tal vez el zorro hubiera podido oler al que le acechaba. Si no fuera por los sonidos del bosque, tal vez hubiera podido escuchar en delicado sonido del percutor de la ballesta, pero no fue así.

Lilith había dejado aquel cebo y había esperado a que algún animal picara. El trozo era lo suficientemente grande como para ser captado, pero no tan grande como para atraer a algún gran animal como un oso o una Ledrias. Una vez el zorro estuvo a tiro, Lilith disparó apuntando a su diminuto cuello. La flecha atravesó limpiamente la sangre del animal, ensartándolo a un árbol próximo y dejando un pequeño reguero de gotas carmesíes. Lilith se apresuró en salir de su escondite, sacó un chuchillo y degolló al zorro para acabar con su vida.

-Bien, otro para el saco. Pero necesito más comida.

Metió al zorro en un saco y siguió buscando presas. Hacía más de un mes que el grupo de Sombra había salido siguiendo a los generales y el invierno mostraba su cara más dura a los viajeros. No andaban sobrados de provisiones, por lo que la Melnix salía a cazar cada mañana lo que podía. Ese día, contando al zorro de las nieves, había cazado dos liebres y una ardilla.

-Tengo que conseguir más, no quiero que pasen hambre.

Se dirigió a un árbol en el que había visto un hueco y hundió su puñal en él varias veces hasta que este salió rojo. Introdujo la mano en el agujero y sacó otra ardilla. Estaba más que acostumbrada a cazarlas y sabía distinguir sus madrigueras incluso en la distancia. También se paró a recoger raíces y pequeñas bayas que conseguían medrar en el frío y blanco invierno. Una vez estuvo satisfecha de su botín, decidió volver al campamento.

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Sombra daba pequeños toquecitos al fuego con un palo, buscando distraer su mente de cualquier forma posible para así ignorar el frío. Gorshnag, por su parte, tallaba un trozo de leña con la ayuda de un pequeño cuchillo.

-Deberíamos ponernos en camino-dijo Sombra.

-Los demás están exhaustos. Así lo único que conseguirás es que te odien y traicionen-contestó el orco en un tono tranquilo.

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