Normalmente, el laboratorio de Fabius no contaba con demasiada luz, tan solo la justa que le permitiera trabajar. El siniestro alquimista prefería un aire de intimidad y secretismo en torno a sus experimentos.
Pero aquel día, varias velas y lácrimas extra iluminaban su trabajo. En el centro de su laboratorio, en una de las dos camas allí dispuestas, se encontraba un herido Drosper. El alquimista se valía de todos sus conocimientos para intentar tratar las quemaduras de fuego de dragón que cubrían el destrozado brazo del señor Fauce.
-Aún me parece surrealista que consiguiera haceros frente a los cuatro, e incluso llegar a matar a uno de vosotros-dijo Fabius.
-Shuren era uno de los pocos en Reguian capaz de hacerlo, el único me atrevería a decir.
A pesar de la potente droga que Fabius le había administrado para el dolor, Drosper se mantenía lo suficientemente consciente como para pensar con claridad.
Fabius se apartó hacia una de sus polvorientas estanterías y acercó a la zona de operaciones un tarro con una extraña y deforme planta sumergida en un líquido amarillento espeso muy parecido a la saliva.
-No puedo hacerte injertos de piel sobre quemaduras tan intensas.
-Me basta con poder mover mis articulaciones, el resto es secundario.
El alquimista destapó el frasco y sacó un tallo de la planta con ayuda de unas pinzas. Cortó un pedazo con ayuda de un bisturí y lo dejó sobre una bandeja de plata. Ambos ignoraron el nauseabundo olor que desprendía aquel extraño vegetal. Con sumo cuidado, Fabius empezó a cortar esa horrenda planta en finas tiras para envolver la zona quemada con ellas.
-¿Qué narices es eso?
-Aloe Vera. Es bueno para las quemaduras, con ayuda de la alquimia he podido multiplicar sus propiedades curativas.
Drosper miró la planta. La otrora bella aloe se había transformado en algo feo y nauseabundo a causa de los experimentos. No dudaba de sus mejoradas capacidades, pero el precio era sin duda alto.
-Las sacerdotisas de Siranne son capaces de hacer lo mismo sin alterar el aspecto de la planta, solo con su maná. Lo único de lo que eres capaz es copiar a los demás.
Aquel comentario molestó enormemente a Fabius, pero no le dio el gusto a Drosper de verle así.
-¿Ha habido algún incidente en mi ausencia?-preguntó el mago
-Lo típico, nada de lo que preocuparse.
-¿Wardow y tú no habéis intentado mataros?
-Como ya he dicho, lo típico.
Una vez hubo cubierto la quemadura con tiras del deforme aloe, puso gasas sobre la zona y la envolvió con vendas.
-Ya te lo advierto, nunca te librarás del dolor-dijo con seriedad Fabius.
-No me importa.
-¿Has pensado en un sustituto para Ismún?-preguntó Fabius para cambiar de tema.
Drosper suspiró largamente.
-Tengo un candidato en mente-respondió el mago.
-Sea quien sea la decisión no gustará a muchos. No tardarán en llegar los desafíos por el puesto.
-Si alguno le mata, simplemente accederá al puesto el más cualificado.
-Estás demasiado tranquilo. Ya se forman verdaderas revueltas cuando se da este caso en puestos inferiores, pero nunca antes un general había muerto a mano de alguien ajeno a los Fauces. Este vacío de poder podría suponer un importante desequilibrio en la organización. Si estuviera en tu lugar lo nombraría sin perder un solo segundo.
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The Last Guardian
Fantasy¿Qué pasaría si alguien se saliera del papel que la sociedad le ha impuesto? En la monótona ciudad de Nilven, el joven ladrón Caju busca su gran golpe para poder vivir a cuerpo de rey sin tener que preocuparse por nada. Cuando se presenta en la ci...