Capítulo 49: El famoso cuentacuentos

43 5 5
                                    

Los cuatro siguieron el camino, casi corriendo. No fue hasta la caída de la noche que se detuvieron. Se apartaron de la senda todo lo posible y encendieron un diminuto fuego, que no se pudiera ver fácilmente en la distancia.
Se sentaron en torno a la diminuta llama, visiblemente exhaustos.
-Lo preguntaré ahora-empezó a decir Estrik-¿Qué puñetas fue eso?
Los tres miraron a Tsuki, quien intentaba enterrar su cara en sus rodillas.
-Si vamos a estar juntos, debemos saberlo, y si se puede volver contra nosotros-dijo Elh.
La semi-dríada le habló con confianza mientras apoyaba su mano en el hombro de la joven.
-Es la otra cara del don de la diosa Siranne-empezó a decir Tsuki-Normalmente usamos el don para curar, pero también puede emplearse para atacar, como habéis visto.
-¿Todas pueden hacer lo de esta mañana?-preguntó Caju.
-Algunas mejor que otras. A esa naturaleza del don la llamamos Aether. Su uso está estrictamente prohibido en el santuario...
-Pero no es del todo normal en ti, ¿Verdad?-dijo Elh.
La sacerdotisa se calló. El silencio solo era interrumpido por el chisporroteo del fuego.
-Desde niña me han dicho que estoy más en comunión con el maná que cualquiera otra, por eso mi pelo y ojos son del mismo color que este.
Cuando me pongo nerviosa o me enfado de verdad, esas líneas empiezan a aparecer en mi piel, pero nunca había sucedido nada parecido a lo de hoy.
Todos se quedaron en silencio.
-Mejor cenamos algo y nos olvidamos. Tsuki, quédate el último turno de guardia para poder dormir del tirón-dijo Elh.
A pesar de repartir la ración acordada, ninguno tenía demasiadas ganas de comer. Simplemente se quedaron callados, preguntándose si les pasaría lo mismo cada vez que se toparan con alguien.
###
Caju acompañaba los sonidos de la noche dando golpes al suelo con el talón. Ya hacía casi dos horas que Elh le había despertado para que ocupase el penúltimo turno de vigilancia.
El sonido de la nocturna naturaleza solo era eclipsado por los ronquidos de Estrik, que parecía demasiado acomodado dentro de su saco.
En otras circunstancias, Caju le habría hecho alguna jugarreta, como meterle en el oído las gotas de rocío que empezaban a formarse en las hojas, o capturar algún insecto y liberarlo entre sus ropas, pero los ánimos del grupo no eran los mejores.
Suspirando, extendió su dedo índice y se concentró en su punta. Las débiles llamas azules no tardaron en formarse, tan faltas de brío como siempre.
-Menudo gran poder...
Recogió una hoja de frío suelo y la acercó. El fuego ni siquiera era capaz de chamuscarla. Sus llamas simplemente lamían su superficie sin más.
-Supongo que esto me hace el más normal y débil del grupo.
Le entraron unas irrefrenables ganas de bostezar. Decidiendo que su turno ya había durado bastante, se acercó sigilosamente al saco de Tsuki. Antes de despertarla, se detuvo a observar como su hombro subía y bajaba al rítmo de su respiración, apreciable gracias a que la joven dormía de lado. Finalmente, empezó a zarandearla con suavidad.
-Oye, despierta. Que te toca guardia.
La sacerdotisa no solo no se despertaba, sino que se envolvía con más fuerza dentro del saco.
-Como una marmota. Oye.
Esta vez la movió con menos cuidado.
-¿Qué...?-preguntó Tsuki, aún en sueños.
-Te toca la guardia.
-Ah...
Se incorporó mientras frotaba sus ojos y bostezaba.
-¿Aún es de noche?-preguntó la sacerdotisa.
-Sí. Que te cunda, yo estoy molido...
Dicho esto, el ladrón se introdujo en su saco de dormir para tratar de descansar las dos horas que quedaban de sueño.
Intentaba conciliar el sueño, pero un pequeño tarareo se lo impedía.
-¿Tienes que salir ahora?-pensó para aquella voz interior.
Pasaron unos minutos hasta que se dio cuenta de que no se trataba de aquella voz en du cabeza, el sonido se escuchaba fuera.
Levantó la cabeza para comprobar que era Tsuki quien lo hacía. La sacerdotisa miraba en todas direcciones sin despegar los labios, tarareando con su garganta.
-¿A ti qué te pasa?
La joven se giró hacia el ladrón, sobresaltada.
-Nada. Vuelve a dormir tranquilo...
-Imposible con ese ruido que traes.
Tsuki desvió la mirada.
-No es asunto tuyo-dijo ella mientras desviaba la mirada.
-Puede. Solo te diré que a este paso despertaras a Elh o a Estrik, y esos dos sí que tienen malas pulgas al levantarse.
Tsuki miró como dormían, preocupada de que Caju tuviese razón.
-No es algo que quiera que tu sepas...
-Creo que quiero saber la razón de mi desvelo.
A pesar de la oscuridad, Caju podría jurar que el rostro de Tsuki se sonrojaba.
-Tengo... Tengo miedo a la oscuridad...-dijo finalmente.
-¿Cómo?
El ladrón salió de su saco y se acercó a ella, hasta sentarse a su lado.
-Repítelo. Juraría haber oído que te da miedo la oscuridad-dijo en tono de burla.
-Lo has oído bien-respondió chillando lo más bajo posible-Tengo 19 años y me dan miedo las alturas y la oscuridad. Diosa... ¿Por qué te lo habré dicho a ti?
El ladrón ya tenía pensadas una tonelada de burlas y bromas para ella. Se disponía a empezar cuando vio la avergonzada expresión de esta, preparándose para el calvario que la aguardaba.
-...A mí me dan miedo las abejas-dijo el ladrón.
Tsuki le miró. Definitivamente aquello era lo último que se esperaba.
-¿Cómo?
-Verdadero terror. No puedo estar cerca de ninguna sin ponerme nervioso.
Tras unos instantes de silencio, Tsuki soltó una pequeña risita.
-Pero si son muy monas. Hacen miel y todo.
-Aún así, no me gustan.
-¿Por algo en especial?
-Cuando éramos pequeños, mi hermana y yo salíamos a jugar por fuera de las murallas de la cuidad. Un día ella me empujó contra un árbol y me cayó una colmena encima. Estuve tres meses en cama por las picaduras, Borsik decía que perfectamente podría haber muerto.
-¿Tienes una hermana?-preguntó sorprendida Tsuki.
-Una mayor, que es peor. Hace tres años y pico que se largó. Rezo para que este bien...
Caju apretó los puños mientras decía estas últimas palabras.
-Oye-dijo Caju tras unos momentos de silencio-¿Eres capaz de controlar ese Aether?
Tsuki extendió su mano. Un diminuto, titilante y simple círculo azulado se proyectó frente a esta.
-Normalmente no soy muy buena en este tema, pero cuando pierdo el control es diferente. Es como si me durmiera y no fuera yo misma. No te puedes imaginar lo que es tener un poder como este y no controlarlo.
-Me hago una idea...
Caju también extendió su brazo para que ella pudiera ver el fuego en la punta de su dedo.
¿Es magia?-dijo sorprendida.
-No, un viejo nigromante me dijo que era un guardián, o lo que demonios signifique. Esto es todo lo que puedo hacer y no me sirve para nada. Ni siquiera puede quemar una simple hoja.
-Pues...
Tsuki apoyó su cabeza sobre el hombro de Caju.
-...Yo creo que es bonito.
El ladrón la miró de reojo.
-No te duermas-dijo agitando su hombro.
-Al contrario-le contestó la sacerdotisa-Tú eres el que debería dormirse o mañana estarás agotado.
-He estado otras noches sin dormir ¿A que ahora no tienes tanto miedo?
-Pues no, pero no me gusta que mi paciente trasnoche.
Caju puso una sonrisa desafiante.
-¿Eso quiere decir que te preocupas por mi?
-Cuanto antes te cures, antes podré volver al santuario.
-Solo llevas tres días fuera y lo echas de menos...
-Pues claro ¿Tú no echas de menos tu ciudad?
-Unas pocas cosas, pero no me importaría no volverla a ver.
-¿No le tienes cariño?
-No desde hace tres años.
Una fría brisa los hizo estremecerse. Tsuki se levantó del suelo y trajo sus sacos, los cuales se podían abrir para usarlas como mantas. Los dos siguieron hablando de temas banales durante el resto de la noche.
###
Casi al mediodía, el grupo se movía a buen ritmo. Todos excepto Caju, quien se quedaba atrás mientras bostezaba sin parar.
-¡Date más brío!-gritó Elh, quien avanzaba en cabeza.
El ladrón se limitó a levantar el pulgar mientras trotaba para alcanzarles. Tsuki se retrasó un poco para ponerse a su altura.
-¿Ves? Te dije que estarías cansado-le dijo la sacerdotisa.
-Esto no es nada.
-Esta mañana te has dormido mientras te curaba, mientras te estaba pinchando.
-Hay más noches para dormir.
-Pero no quiero que duermas solo cuatro horas.
-Que si, mama...
La sacerdotisa se alejó algo molesta por ese último comentario.
Caju anduvo como si fuera alguna clase de muerto reanimado hasta que se detuvieron a descantar, cerca del mediodía, momento en el que se tumbó, casi tirándose, en el suelo.
-¿Pero a ti que te ha dado hoy?-dijo Estrik.
-He pasado una noche movidita...
Tsuki sacó las provisiones que ella tenía. La comida consistió en frutos secos y pedazos de carne seca.
-Podríamos buscar fruta-propuso la sacerdotisa.
-No he visto árboles frutales por ninguna parte, pero sí que se podrían buscar algunas bayas-contestó Elh.
Una vez comieron, la semi-dríada dio la orden de buscar algo para cenar y reservar las provisiones. Acordaron no separarse mucho de la ruta y no dedicar a esa tarea más de dos horas. Caju, Estrik y Tsuki se quedaron cerca del lugar donde habían almorzado, buscando cualquier cosa comestible. Elh cogió su arco y se alejó para poder cazar.
-Ten el cuenta que no tenemos con que cocinar-la advirtió Estrik-No vayas a traer un ciervo o algo parecido.
-Planeaba traer un par de osos, pero ahora que lo dices...-contestó sarcásticamente la semi-dríada mientras se alejaba.
Los estuvieron bastante rato buscando, hasta que el espadachín encontró unas setas creciendo entre los arbustos.
-¿Estas son comestibles?-le preguntó a la sacerdotisa.
Tsuki se acercó para examinar la que Estrik le había cortado.
-Pues no, pero tampoco son letales. Solo conseguirás unos retortijones de muerte si las comes.

The Last GuardianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora