"Estimado señor Muelric Bástorel, soberano de Tiransis, me dirijo a usted con dos motivos. El primero es desearle una pronta recuperación de su enfermedad, la cual le impide atender sus obligaciones, aunque estoy seguro que la pequeña Fiie podrá asumir las responsabilidades hasta entonces. El segundo es un agradecimiento por la ayuda proporcionada a mi humilde pueblo contra aquellos bandidos. Sin embargo, aunque agradezco en sobremanera que enviara a uno de sus generales, le agradecería que no volviera a mandar al general Nowild. No se confunda, no estoy diciendo que hiciera mal su trabajo, tan solo digo que los métodos de ese hombre son algo peculiares. Supongo que no debe ser fácil dar órdenes al segundo espadachín más fuerte de Reguian, pero comprenda impresión cuando me comunicaron que peleó contra los bandidos dentro del pueblo y que cortó un pedazo de la fachada del ayuntamiento en mitad del fragor de la pelea. Seguro que comprende a lo que me refiero. No quiero robarle más tiempo de modo que me despido deseándole una vez más que se mejore pronto"
Carta del alcalde de Ficruss, Riaron Balyferd, dirigida al rey Muelric Bástorel, en la que le "agradece" los servicios de Nowild Ariya.
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-Más os vale que no me estéis tomando el pelo-dijo Estrik.
-Tranquilo, casi llegamos-respondió el matón de la cicatriz.
Estrik se estaba impacientando por momentos. Llevaban ceca de tres horas caminando y siempre que preguntaba obtenía la misma respuesta. A su lado caminaba el matón delgaducho de la perilla, quien todavía se tapaba la nariz con la manga de su gabán en un infructuoso intento de parar el sangrado. Era lo único que divertía a Estrik en ese momento.
-Nuestro jefe es de los que les gusta esconderse, por eso estamos dando un rodeo antes de ir al escondite-dijo el de la cicatriz.
-¿Un rodeo de casi tres horas?-dijo Estrik.
-¿Guienes algún pogblema con eso?-dijo el de la perilla intentando disimular que tenía la nariz rota.
Al escucharle, Estrik no pudo contener una gran carcajada. Se podía ver el gran enfado del tipo de la perilla por eso.
-Oye, deberías presentarte para pregonero, seguro que haces reír a todo el mundo a pesar de lo malas que puedan ser las noticias-dijo Estrik limpiándose las lágrimas de la risa.
-¡Vegue a la miegda!
Estrik volvió a reírse, tanto que incluso tuvo que apoyarse sobre sus rodillas.
-Espera, espera. No más, que me meo-dijo Estrik.
El matón seguía soltando amenazas e insultos contra Estrik, pero lo único que conseguía era aumentar su ataque de risa. Al final incluso el tipo de la cicatriz soltó una risa entre dientes.
-Vamos, si vais a trabajar juntos no debéis empezar con mal pie.
Estrik intentó disimular su risa, sin conseguirlo.
Todavía anduvieron unos 45 minutos más hasta que llegaron a su destino. Estrik se quedó mirando aquella fachada amarilla cuya pintura se pelaba debido al abandono y la dejadez.
-Parece un queso ¿Quién tuvo la gran idea de pintarla de amarillo?-dijo Estrik.
-Ni idea. El jefe se limitó a hacerla habitable por dentro. El aspecto exterior era lo de menos.
Los tres se acercaron a la casa. El de la cicatriz llamó a la puerta, pero lo que se abrió en su lugar fue una rendija desde la que se podían ver unos ojos cansados.
-Santo y seña
-Venga ¿Tan borracho estás que no me reconoces?-dijo el de la cicatriz.
-Conoces las normas. Si no eres uno de los rateros tienes que decir la contraseña.
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The Last Guardian
Fantasy¿Qué pasaría si alguien se saliera del papel que la sociedad le ha impuesto? En la monótona ciudad de Nilven, el joven ladrón Caju busca su gran golpe para poder vivir a cuerpo de rey sin tener que preocuparse por nada. Cuando se presenta en la ci...