"Uno se preguntaría cómo es posible que los clanes orcos sean capaces de vivir en la estepa. No solo porque sea un entorno duro para sobrevivir, sino que es el hábitat del bégimo. La solución no podría ser más simple. Las aldeas son rodeadas por gigantescas hogueras. El humo que estas producen hacen que la piel del bégimo pierda parte de su magia, haciendo visible al feroz depredador. Una vez perdido su camuflaje, el bégimo no atacará a menos que se le provoque o este tenga hambre"
Charlas del filósofo y biólogo Bagolgka Bragg sobre la fauna esteparia.
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-Me cago en... ¡Su puta madre!
Caju intentaba seguir cosiendo su sudadera. Todos se habían retirado a sus habitaciones después de cenar, excepto Shuren, quien seguía trabajando en la traducción de las runas del enlazador. La noche había caído, por lo que el joven ladrón se veía obligado a coser bajo la escasa luz de una vela, ya que las lácrimas apenas iluminaban ya. Tenía los dedos plagados de heridas por los continuos pinchazos, heridas de las que empezaban incluso a salir la sangre.
Tras un rato y muchos pinchazos más consiguió coser el último corte. Al mirarla a la luz pudo ver que el trabajo de todo el día era una autentica chapuza. Estaba tan mal cosida que incluso las mangas se doblaban sobre sí mismas.
-Vaya puta mierda-dijo deshaciendo las costuras con la punta de una de sus dagas.
Cansado y cabreado, tiró la sudadera contra la silla donde estaba usualmente colgada. Se quedó un rato mirándola. Después, miró fijamente la daga que tenía en la mano, su pareja descansaba en el suelo, justo al lado de la cama. No pudo evitar acordarse de su padre, quien le había hecho esos regalos a él y a Kurhona.
-Joder...-dijo mientras se le escapaba una lágrima.
Se tumbó sobre la cama y se tapó con la manta hasta las orejas, mirando fijamente la luz de la vela hasta dormirse y empezar a soñar.
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Tres niños jugaban en el patio trasero de una casa, se trataba de dos niñas y un chico. La mayor de los tres tenía siete años, mientras que los más pequeños tenían cinco cada uno. La mayor se giraba y contaba hasta diez, los otros dos tenían que llegar y tocar su hombro antes de que se diera la vuelta, pues si les veía moverse perderían.
-¡Y 10!
Kurhona se dio la vuelta. Caju y la otra niña, cuyo pelo era de color rojo intenso, se quedaron quietos como estatuas. Se acercó a ellos para cerciorarse de que no movieran ni un pelo, centrándose especialmente en Caju.
-¿Te mueves?-dijo acercándose mucho a su cara.
Caju no pudo evitar parpadear ante su insidiosa mirada.
-¡Te moviste, tu pierdes!
Caju y la otra chica se movieron al ver terminado el juego.
-¡No vale, te has acercado mucho!-dijo Caju.
-Parpadeaste, tú pierdes ¿Verdad Rena?
-¡Sí!-dijo Rena mientras reía.
Rena corrió junto a Kurhona y ambas chocaron las manos.
-¡¿Estabais juntas en esto?!-exclamó Caju.
-Claro, si no te hubieras movido tú lo habría hecho Rena.
Caju miró a su compañera, su risa indicaba que Kurhona no mentía.
-¿Cómo me has dejado de lado?-preguntó Caju.
-No te pongas triste-dijo Rena mientras se acercaba y lo abrazaba-Es que siempre me pongo de tu parte, quiero estar del lado de Kur de vez en cuando.
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The Last Guardian
Fantasy¿Qué pasaría si alguien se saliera del papel que la sociedad le ha impuesto? En la monótona ciudad de Nilven, el joven ladrón Caju busca su gran golpe para poder vivir a cuerpo de rey sin tener que preocuparse por nada. Cuando se presenta en la ci...