Lentamente, la noche empezó a caer. Voldafir había estado contando historias durante toda la cena, la cual fue escasa por tener que repartir dos aves entre cuatro comensales. Cuando llegó el turno de asignar las guardias, le dejaron fuera. Al estar todos conformes, se decidió mantener los turnos de la pasada noche.
Caju bostezó mientras se dirigía a despertar a Tsuki. La sacerdotisa dormía casi abrazada al libro, el cual había empezado a releer aquel mismo día.
-Tsuki...arriba.
La joven volvió a tener problemas para despertarse. El ladrón tuvo que insistir, esta vez con menos delicadeza, para que abriera los ojos.
Se incorporó sin salir del saco, lo que le daba un aspecto muy parecido a la crisálida de un insecto.
-Buenos...
Se volvió a quedar dormida a mitad de la frase.
-Por el amor de...
Caju tiró hacia abajo del saco. El aire fresco de la noche pareció terminar de despertar a la sacerdotisa.
-Podrías ser más delicado-le recriminó ella.
Caju no contestó, se limitó a sentarse a su lado mientras se arropaba con su propio saco.
-¿Qué haces?-susurró Tsuki.
-Pues acompañarte en la guardia, obviamente.
-De eso nada, tú tienes que dormir.
-Si te dejo sola empezarás a tararear por el miedo y me despertarás.
La sacerdotisa volvió a suspirar, pero con desgana. Aunque no lo admitiera, la compañía del ladrón la ayudaba a superar el miedo a la noche.
-Pero prométeme que será la última vez...
-Que pesadita ¿Por qué no te pones a mirar las estrellas?
Ambos levantaron la mirada hacia el cielo. La bóveda nocturna estaba plagada con miles de cuerpos celestes cuya luz titilaba ligeramente, solo apreciable para aquellos que las observasen con la debida atención.
-Por ejemplo-empezó a decir el ladrón-Tenemos la constelación de...
La verdad era que Caju no tenía ni idea sobre estrellas. El se limitaba a ponerle el nombre de lo que más se le pareciera en ese momento.
-...la de la cabra-dijo finalmente.
Pasados unos segundos de silencio, Tsuki se rio en un susurro.
-¿Qué te hace tanta gracia?
-Que no existe ninguna constelación de la cabra. Esa que has señalado es la del caballo.
Caju bajó su brazo, ligeramente avergonzado.
-¿Conoces el nombre de las estrellas?-preguntó el ladrón.
-Algo he leído. Algunas plantas medicinales solo crecen bajo la luz de luna y me gusta mirar al cielo cuando me toca recolectarlas.
Ella empezó a señalar las estrellas, nombrándolas. A cada nuevo nombre, Caju la bautizaba con lo primero que se le pasaba por la cabeza.
-Por ejemplo, esa es la doncella-señaló Tsuki.
-Mentira, es la esquina llena de basura.
La sacerdotisa ahogó una risa casi infantil.
-¿Es que no conoces ninguna?-preguntó en tono divertido.
-Claro que las conozco, por mis nombres.
Le dio un pequeño codazo a la sacerdotisa mientras señalaba al cielo, en dirección a tres gigantescos cúmulos de cuerpos celestes que formaban un triángulo entre ellos.
-¿Cuáles son esas? Yo las llamo el triángulo.
-No vas desencaminado. Esas tres representan a la tríada celestial. Arriba Boreal, a la derecha Siranne y a la izquierda Balsilión.
-Pues permíteme decirte que la de Siranne no se parece en nada a un árbol-dijo Caju mirando el collar de Tsuki.
-El árbol no viene por la constelación. Representa la vida, la longevidad...
La sacerdotisa empezó a hablar de todas las cualidades de la diosa, un tema que literalmente dormía al ladrón.
-Una preguntita-dijo Caju entre bostezos, intentando detenerla.
-Dime.
-¿Por qué hay un hueco en el triángulo?
Efectivamente. En el centro del triángulo de los dioses había un oscuro hueco, como si alguien hubiera arrancado la constelación que ahí había.
-Hay historias. Se dice que antes eran cuatro dioses los que componían la constelación. Pero este cuarto dios era uno oscuro. Erlyn, dios de la muerte.
-¿Había un dios de la muerte tan importante?
-Cada dios representaba un aspecto de los seres mortales. Balsilión es nuestro cuerpo físico. Siranne es nuestra mente y sentimientos y Boreal nuestra alma, lo que siempre quedará de nosotros.
El ladrón conocía esa historia. Toda persona de Reguian conocía el simbolismo de los tres dioses, pero nunca había oído hablar de un cuarto.
-Erlyn representa la muerte, el final que espera a cualquier mortal. Como es lógico, a nadie le hacía gracia rezarle a un dios oscuro que representa la muerte. La gente le rezaba cada vez menos, hasta que llegó un momento en el que se le olvidó. Cualquiera que conozca su figura es porque ha estudiado la historia de la religión, aunque el saber popular se resiste a aceptar su existencia.
-Puedo comprenderlo. A mí me resulta difícil aceptar la existencia de dioses.
-¿Cómo puedes decir eso?-preguntó Tsuki extrañada-Si además, los ladrones tenéis a una deidad menor. Fuhén la niebla.
-Bueno... No estoy en contra de la existencia de dioses. Es solo que me resulta muy difícil pensar en seres omnipotentes que no tengan nada mejor que hacer que vigilar si les rendimos culto o no.
-Pues yo creo que ellos nos guían en nuestro día a día.
-¿Entonces nada de lo que hacemos depende de nosotros? Eso es muy deprimente-comentó Caju.
-No nos controlan. Ellos dejan ante nosotros la opción de actuar de acuerdo a sus designios, pero es elección nuestra si obrar así o tomar otro camino.
El ladrón apoyó su cabeza en las rodillas, sintiendo como aquella filosófica charla le quitaba las pocas ganas de quedarse despierto. Miró a Tsuki para decirle que seguiría su consejo sobre dormir, pero al fijarse en sus ojos, no fue capaz de hacerlo.
La sacerdotisa estaba feliz de poder contar con la compañía de alguien en aquella oscuridad, aunque esa persona fuera Caju. Aquella alegría se podía leer perfectamente en su rostro.
-Es tan inocente-pensó el ladrón-Se la puede hacer feliz con tan poca cosa.
Finalmente, siguió a su lado durante toda la noche.
###
El ritmo de la mañana era acompañado por las rimas de Voldafir y un caluroso sol. Aunque el cuentacuentos no fuera poeta, se esforzaba por sacar los más enrevesados versos, esforzándose por respetar las reglas lingüísticas. Aunque no fueran intencionadas, conseguía sacarles alguna que otra sonrisa.
-No te dediques a la poesía-dijo Elh con una risa mientras se daba aire con las manos para combatir el calor.
-Desde siempre el verso ha sido mi asignatura pendiente. Algo tan libre como la composición no debería tener tantas reglas.
-Así queda más bonito-añadió Tsuki entre risas.
Por su parte, Caju intentaba mantener los ojos abiertos mientras caminaba, pero le resultaba casi imposible. Al verle, Voldafir se acercó a él.
-¿Qué ocurre, mi joven amigo? ¿Una mala noche?
-Mala no...
Caju y Tsuki intercambiaron miradas de complicidad.
-Solo de poco descanso-terminó diciendo el ladrón.
-¡Memeces! ¿Quién puede dormir estando rodeado del sol, el piar de los pájaros, el horizonte que...?
Voldafir perdió el hilo de sus palabras mientras que Caju se quedó totalmente en blanco.
Frente a ellos, Elh había empezado a quitarse la parte superior de su traje, quedándose únicamente en ropa interior.
-¡Que hermosa vista!-exclamó Voldafir-Sabía que te rendirías a mis encantos.
-El único ante quien me rindo es el calor-respondió Elh.
El ladrón dio incontables agradecimientos al sol sin apartar la vista de los atributos de la semi-dríada, casi babeando.
-Podrías taparte un poco...-dijo Estrik sin atreverse a mirarla mucho.
-¿Pero qué os pasa a los tres? Parece que nunca hayáis visto a una mujer.
Dándoles la espalda, la semi-dríada continuó su camino. Rápidamente, Caju buscó a Tsuki con la mirada. La sacerdotisa tenía la cara roja de vergüenza.
-¿Cómo puede quitarse la ropa así sin más?-se preguntaba.
-Hace calor ¿Tú no tienes?-respondió Caju.
-Pues sí, pero no voy a quitarme nada.
El ladrón observó como el cuello de la joven relucía por el sudor.
-Mejor, una plana como tu...
Antes de que terminase, Tsuki le dio un codazo en las costillas.
-¡Ni te atrevas a decirlo!
-Coño... No aguantas una broma...-contestó Caju mientras se doblaba de dolor.
La sacerdotisa le fulminó con la mirada mientras se adelantaba para no caminar junto a él.
ESTÁS LEYENDO
The Last Guardian
Fantasía¿Qué pasaría si alguien se saliera del papel que la sociedad le ha impuesto? En la monótona ciudad de Nilven, el joven ladrón Caju busca su gran golpe para poder vivir a cuerpo de rey sin tener que preocuparse por nada. Cuando se presenta en la ci...