Capítulo 60: Vuelta a casa.

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Caju abrió los ojos perezosamente cuando los rayos de luz le dieron en el rostro. En teoría, él y Tsuki deberían haber aguantado despiertos hasta el amanecer. Sin embargo, la sacerdotisa no pudo soportar con los ojos abiertos y se rindió al sueño a pesar de la charla. Dos turnos seguidos eran demasiado para el agotado ladrón, que también se durmió.
Agradeció el haber sido el primero en despertarse y que no se dieran cuenta de su metedura de pata. Aún así, no era el primero en amanecer.
-Buenos días marmota-le dijo una casi melodiosa voz.
Al girar la vista, pudo ver a Elh de rodillas frente a las ascuas de la hoguera, intentando aprovechar el calor residual de estas.
-¿Ahora vuelves?-preguntó el ladrón.
-Quería despejarme…
Se mantuvo en silencio un rato mientras seguía frotando sus manos sobre las cenizas.
-Supongo que Estrik os lo contó todo anoche…-dijo finalmente.
-Todo. Lo que no logro explicarme es por qué no nos lo dijiste tú misma antes.
Aquella última parte sorprendió a la semi-dríada.
-Por los dioses Elh ¿Tú nos has visto? El último Marashi vivo con un problemón de control de la ira frente a cualquier Fauces, una sacerdotisa de Siranne que se transforma en una máquina de matar de un segundo a otro y yo, un ratero con el ojo derecho más raro de Reguian y que puede invocar una ridiculísima llama. Ser anormal es lo normal aquí. Solo nos faltarían un maestro circense y podríamos empezar un espectáculo de rarezas andantes.
Al escuchar todo eso, Elh comenzó a reír.
-No lo había visto de esa manera-dijo entre risas.
-Pues deberías.
Elh dejó de reír al rato, pero se podía apreciar como se había quitado un gran peso de encima.
-Y al final todo sale bien-dijo Estrik, quien había estado despierto pero tumbado todo el rato-Por cierto Caju… ¿Problema de control de la ira?
-Chúpate un codo si lo que digo es mentira-le contestó el ladrón.
Después de unos momentos para saborear la mañana, empezaron a prepararse. Elh se encargó de resucitar la hoguera mientras Estrik rebuscaba entre las provisiones, las cuales comenzaban a escasear. Caju se acercó a Tsuki para despertarla.
-Arriba dormilona-dijo moviéndole un hombro.
La sacerdotisa respondió con un ronquido y dándose la vuelta, lejos aún de despertar. Sin ánimos de rendirse, el joven volvió a zarandearla, esta vez por ambos brazos.
-Venga, despierta de una vez-insistió.
-Resulta fascinante que pueda dormirse hasta ese punto-dijo Estrik.
-Pues muy bien-dijo Caju-Si con esto no despierta, no lo hará con nada.
Acercó su rostro al de la joven mientras se pasaba la lengua por los labios. Puso sus dedos sobre los párpados de la sacerdotisa y se preparó.
-¡Buenos días!-le gritó casi al oído mientras le abría los ojos a la fuerza.
El susto hizo que Tsuki se revolviera. Le propinó un codazo en el rostro a Caju sin pretenderlo. Se incorporó a toda velocidad, evidentemente confundida.
-¡¿Nos atacan?!-preguntó asustada y aún medio dormida.
-No-dijo Estrik-Pero recuérdame que no intente despertarte nunca más.
Al bajar la vista, Tsuki pudo ver como Caju se retorcía en el suelo con las manos en la cara.
-¡Mi nariz!-dijo sin despegar las manos.
Tras la reglamentaria cura de todas las mañanas, tomaron un austero desayuno que poco podía hacer para quitarles el hambre. Se conformaron con ello para poder salir antes.
-Por cierto-dijo Caju comiendo su ración y frotándose su dolorida nariz-¿A quién le toca llevar el enlazador hoy?
Estrik y Elh intercambiaron una fugaz mirada.
-Lo llevarás tú-declaró la semi-dríada.
El ladrón no se creyó lo que sus oídos escuchaban.
-Creo que nos has dado motivos más que de sobra para confiar en ti-añadió el espadachín.
Sin nada más que añadir, Tsuki se quitó el enlazador del cuello y se lo dio a Caju. Por fin, tras muchos meses e incontables experiencias, su botín había vuelto a sus manos. Su superficie estaba tan fría como cuando le pudo las manos encima en Nilven. Pasó los dedos por el relieve de esas misteriosas runas cuyo dignificado se había llevado el nigromante a la tumba. Se apresuró en guardarlo dentro de su riñonera, junto a su cerbatana y la “garra”
Apenas unos 45 minutos después, ya estaban listos y con las bolsas colgadas. Si caminaban a buen ritmo, tan solo dos días les separarían de Teriesaelzen. Con este pensamiento, los cuatro se pusieron en camino.
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Durante esos dos días de marcha, el humor de grupo mejoró un poco y el camino se hizo más llevadero.
El sol ya se encontraba en lo alto cuando se detuvieron. Frente a ellos se alargaba un camino de tierra que atravesaba una enorme pradera salpicada con algunos árboles. El sedero continuaba hasta internarse en un enorme bosque. Tan grande que la vista no podía abarcarlo todo. Las copas de los árboles formaban un precioso mar de color verde esmeralda que se mecía al viento y del que escapaban bandadas de pájaros con plumajes de vivos colores.
-Hacía 78 años que no veía algo así-dijo Elh mientras se llevaba la mano a su estigma.
-Comencemos por bajar la colina-dijo Estrik.
Así, los cuatro reanudaron la marcha. Sin embargo, no eran los únicos en aquel lugar. Lejos de ellos, oculta entre los árboles y tumbada en el suelo, Lilith les observaba con la mirilla de su ballesta.
-Creo que son ellos… Si, definitivamente son los que busca el señor Drosper-dijo la Melnix.
A su espalda se encontraba Sombra, planeando el próximo movimiento. Se tumbó junto a ella para hablar sin levantar la voz.
-¿Están los tres?-preguntó la Fauces.
Lilith repasó a cada uno, su mirilla tenía suficiente aumento para poder ver sus rostros claramente a pesar de la gran distancia. Se detuvo al llegar a Elh.
-No me jodas…-pensó.
Claramente, era la misma que aparecía en los documentos de Fabius como un espécimen del más alto nivel de peligro.
-¿Me escuchas?-repitió Sombra.
-Perdona, estaba ensimismada…
-¿Están los tres?-dijo nuevamente.
-Los cuatro.
-Imposible, eran solo tres-insistió Sombra.
-Pues o yo me he olvidado de como contar o ahí veo cuatro personas.
Le cedió la ballesta a su amiga para que mirase por ella. Efectivamente, pudo ver a Tsuki, de quien no tenían ninguna información.
-¿Y ahora que hacemos?-preguntó la Melnix.
Los exploradores habían divisado al grupo ayer y sabían que aparecerían por ese camino. El plan consistía en una sencilla emboscada. Los Fauces estaban divididos en dos grupos dirigidos por Gorshnag y Arc respectivamente y se escondían a ambos lados del camino. Lilith debía disparar y matar a uno de los tres, esa sería la señal para que los demás se abalanzasen sobre los otros dos. Un cuarto miembro era una variable que Sombra no esperaba.
-Bueno ¿A cual le meto una flecha en la cabeza?-insistió Lilith.
Sombra no respondió. Se quedó mirando como Tsuki hablaba amigablemente con los demás, en especial con Caju.
-Mata a la peliazul-dijo sin pensárselo.
-¿Segura? Creo que debería cargarme al de la espada o la alta.
-Prefiero lo malo conocido que lo bueno por conocer-contestó Sombra.
Su amiga se limitó a asentir. Lilith se encogió de hombros mientras acercaba una flecha con la punta aserrada. Contuvo la respiración mientras fijaba el blanco. La Melnix era conocida por ser una de las mejores tiradoras de los Fauces Negras, un objetivo a esa distancia no suponía ningún reto.
-No te lo pierdas Sombra. Va a estar muerta antes incluso de saber que le ha pasado.
Estuvo un momento más observándola, pues le gustaba memorizar los rostros de sus objetivos antes de que una flecha los deformase por completo.
Con pulso firme, apretó la llave y la saeta salió volando a una gran velocidad. Tan rápido que Sombra la perdió de vista.
-Vamos a tener que ir con cuidado en territorio elfo-repitió Estrik.
-Todo ira bien mientras Caju no refunfuñe durante las curas-dijo Tsuki con tono de burla.
El ladrón se disponía a contestar cuando un silbido cortó el aire. Todavía buscaba alguna réplica chistosa cuando escuchó el seco impacto, muy parecido al que produce una cáscara de nuez al partirse. La sangre salpicó su cara cuando aún intentaba comprender lo que sucedía.
Desde su escondite, Lilith también tardó unos segundos en reaccionar.
Tsuki nunca tuvo ninguna esperanza de evitar aquella saeta mortal. Por suerte, no dependía de ella detenerla. Al mirar a su izquierda, pudo ver la afilada punta de ese proyectil a pocos centímetros de su cara.
Elh, gracias a sus sentidos mejorados por la licantropía, pudo reaccionar y escuchar como se cortaba el aire al paso de la flecha. Sin pensarlo mucho, extendió su mano a tiempo para que esta fuera atravesada. El proyectil le rompió todos los huesos de la palma, pero al cerrar los dedos pudo detenerlo.
-¡No me jodas!-gritó Lilith, furiosa-¡¿De dónde coño se ha escapado esa?!
No hubo tiempo de pensar. Al ver la flecha lanzada, los Fauces salieron de sus escondites gritando y enarbolando sus armas.
-¡Corred al bosque!-gritó Elh mientras presionaba su mano contra el pecho.
A pesar de intentar huir, los mercenarios ya estaban demasiado cerca como para zafarse. Dispuesto a luchar, Estrik desenvainó su espada y se lanzó al ataque.
-¡¿Qué haces?!-gritó Tsuki.
Caju sacó una de sus bombas de humo y, sin decir palabra, la lanzó hacia donde se dirigía el espadachín.
-No vamos a llegar muy lejos solo corriendo-dijo Elh aguantando el dolor.
La bomba del ladrón estalló, llenando una mitad del camino de humo. Entre aquella oscuridad solo se escuchaban los alaridos de los Fauces que se encontraban dentro de la nube con Estrik.
-¡No entréis en el humo!-bramó Gorshnag.
Nada más pronunciar esas palabras, el Marashi salió de la cortina de humo con un salto. El orco consiguió bloquear el filo de la espada con su gran hacha sin mayores problemas.
-Lo sabía-dijo Estrik-Tú eres ese orco de Katorá ¿Verdad? Y supongo que aquella zorra ladrona también estará por aqui.
Fue entonces cuando Gorshnag recordó a Estrik.
-El mundo es un pañuelo-murmuró el orco con voz ronca.
Con un empujón, apartó al espadachín. Intentó partirle en dos de un hachazo mientras rugía. Estrik lo bloqueó, pero se arrepintió de ello en el acto. No solo la fuerza del golpe lo tiró al suelo, el filo de su arma se agrietó por el impacto. Estrik rodó por el suelo para evitar los intentos de los Fauces por atravesarle con sus armas.
Al otro lado del camino, Caju tenía mayores problemas al lidiar con el elevado número de enemigos. Apenas tuvo tiempo de montar la primera bobina en una de sus dagas antes de verse envuelto en la contienda. A diferencia del espadachín, él no sabía ni podía manejar grupos grandes de enemigos. Le vino a la mente el escape de Katorá, salvo que en esta ocasión no había ninguna salida estrecha que aprovechar. Se dedicaba a moverse de un lado para otro, escurriéndose entre todos y apuñalándolos para que no pudieran seguir moviéndose.
-Si no me quedo quieto entonces…
Un golpe en la cabeza interrumpió los pensamientos del ladrón.
-Te pillé.
Frente a él había aparecido Arc. El capitán Fauces se movía de forma completamente diferente a cualquier otro, manejando su cayado con una habilidad casi sobrehumana. Caju apenas pudo levantarse y mucho menos reaccionar a los golpes de su oponente. Lo único positivo era que el resto de Fauces se mantenían alejados debido al rango de ataque del arma de Arc.
Por su parte, Elh se defendía como podía con una sola mano, lo que no impedía que ya le hubiera roto el cuello a uno de los Fauces que intentaba atacarla. La semi-dríada estaba más preocupada por Tsuki, quien trataba de esconderse tras ella. Volvieron a intentar atacarla. Elh respondió con una patada al estómago del primero. Se impulsó en su barriga para saltar hacia atrás, dando una completa voltereta en el aire y descargando una patada en hacha sobre la cabeza descubierta de otro Fauces. El tipo solo emitió un balbuceo antes de caer al suelo como un tronco. Elh gritó, pero parecía más el rugido de un lobo. Los Fauces mantuvieron la distancia con ella, formando un círculo a su alrededor, al ver como sus dientes se afilaban, su musculatura se ensanchaba y sus pupilas se contraían hasta ser prácticamente dos diminutos puntos.
-Vale-empezó a decir Lilith-El peliblanco y el de la chaqueta roja están medianamente controlados y la peliazul no es problema, pero esa fiera es como una bestia salvaje. Necesitamos ahí abajo a alguien fuerte.
La Melnix le dedicó una mirada de confianza a Sombra.
-Ni de broma podría contra ella-dijo la joven.
-Vamos, te he visto pelear. Ni por asomo eres de rango sub-teniente, eres demasiado fuerte.
-Estás exagerando…
-Hablo en serio-replicó mientras miraba por la ballesta-Eres muy hábil con la espada y la daga. Podrías convertirte en capitana sin problemas, puede que incluso en sub-generala si tuvieras algún enlazador.
-No pienso acortar mi esperanza de vida solo por llevar una de esas cosas-dijo Sombra con decisión.
Lilith le cedió la mira de la ballesta. Podía ver como Caju recibía una paliza por parte de Arc y Estrik era arrinconado al no poder igualar la fuerza de Gorshnag. Elh y Tsuki se mantenían dentro del círculo de Fauces.
Finalmente, el ladrón cayó al suelo por un golpe en su cara.
-Pensaba que seríais gente poderosa al quitarle el enlazador al señor Drosper-dijo Arc, regodeándose-Pero no sois más que tipos del montón.
Con un movimiento de muñeca, activó su enlazador. Las vetas en la madera del cayado comenzaron a brillar débilmente mientras los Fauces se alejaban, asustados. Caju se levantó mientras escupía sangre. Por la reacción de sus enemigos, sabía que esa arma tenía truco. Cuando Arc acercó un extremo del cayado al suelo, este se abrió formando un surco, como si no quisiera ser tocado.
-¿Alguna vez has peleado contra un enlazado?-preguntó Arc.
-No, pero tampoco he peleado nunca contra un borrego. Hoy será el primer día para muchas cosas.
El Fauces se lanzó a por él. Lejos de apartarse, Caju corrió a su encuentro. De una gran zancada, el ladrón se situó casi en frente del Fauces y agarró el cayado con la mano. Para sorpresa de todos, incluso el propio Arc, la extremidad de Caju seguía intacta. Antes de que reaccionase, el ladrón le puso una daga en el cuello.
-Corrígeme si me equivoco. Esta cosa puede separar lo que toque, el perfecto cuchillo por así decirlo. Eso me hace pensar… ¿No debería cortarte tus propias manos al activarlo? Me la he jugado a que ciertas zonas de su superficie son seguras, y parece que gano la apuesta.
-¿Te crees alguna especie de estratega?
-No, solo un tipo que se fija en los detalles.
Arc intentó zafarse, pero el ladrón se lo impidió propinándole un fuerte rodillazo entre las piernas. Sin perder más tiempo, Caju lanzó dos bombas de humo más para lograr una gran cortina que le sirviera para escapar de allí. Arc cayó de rodillas al suelo, agradeciendo por primera vez el tener aquella enfermedad que embotaba sus terminaciones nerviosas.
El ladrón sacó otra bola de su riñonera. A diferencia de las anteriores, esta se encontraba dentro de un bolsillo oculto, separada del resto de herramientas. Su superficie negra era irregular, llena de diminutos bultos y una especie de mecha en su base.
-No me gusta nada usar esta…-pensó para sí mismo.
Arrancó la mecha con los dientes. Tan pronto como lo hizo, la esfera comenzó a temblar. Caju la lanzó hacia arriba y se cubrió la cabeza mientras corría. La esfera explotó, de su interior salieron cientos de diminutas espinas que cayeron sobre todos ellos como una lluvia. Al instante, los Fauces notaros como esas espinas quemaban y les producían un dolor muy desagradable. Caju, que también fue alcanzado por las espinas, pudo sentir ese dolor. La diferencia residía en que su padre le había clavado esas espinas a él y a su hermana en numerosas ocasiones para que se acostumbraran a la sensación. Eso no significaba que le gustara la idea de usar esa bomba.
-¡Malditos inútiles!-gritó Sombra.
Se levantó y salió de su escondite a la carrera, hacia la pelea.
Por su parte, aquellas espinas apenas le hacían sentir nada a Arc, quien intentaba encontrar a Caju entre el humo. Al ver una sombra, se lanzó a placarla. El quejido le indicó que había acertado.
-¡¿Cómo coño no te afecta esto?!-gritó el ladrón.
Arc no respondió. Desactivó su enlazador, puso el cayado en la garganta de Caju y comenzó a apretar.
-Te voy a matar cabrón, a mi nadie me hace quedar mal.
El ladrón sentía como empezaba a faltarle el aire. Eso, unido a que estaban rodeados de humo, lo estaban asfixiando. Rebuscó en su riñonera hasta encontrar el estuche de su cerbatana. Sacó uno de los dardos sin saber muy bien cual, rezando porque no fuera un dardo negro, y lo clavó en la nuca de Arc. El Fauces sintió un dolor atroz, más intenso que cualquier otro. Un dolor como no sentía desde hacía mucho. Tal fue la sorpresa e intensidad que perdió el conocimiento tras proferir un gran grito, cayendo sobre Caju, quien lo apartó para huir a toda prisa antes de que el humo se disipase.
Estrik le abrió el estómago a uno de los Fauces que descuidó su defensa. Gorshnag aprovechó para golpearle con su hacha. El espadachín pudo poner su espada entre su cuerpo y el filo del arma, aunque eso no evitó que el golpe le doliera.
-Quédate en el suelo-dijo el orco-No me gustaría matar a un guerrero como tú.
-Ambos sabemos que no planeáis dejarnos con vida.
De pronto, Gorshnag pudo sentir un dolor atroz en su espalda. Caju se había acercado por detrás y hundido sus dagas en la espalda del guerrero, que rugió de dolor y furia. Se giró a la vez que lanzaba un tajo con su hacha. Estrik aprovechó para saltar y golpearle en la nuca con la empuñadura de su espada. Solo sirvió para enfadar todavía más al orco. Arto de ser herido, Gorshnag tomó por el brazo a Estrik y lo lanzó por encima de su cabeza como si se tratara de un muñeco de trapo, y lo lanzó contra Caju. Los dos cayeron al suelo. El espadachín se retorcía y gritaba mientras se sujetaba el brazo, que se doblaba de forma antinatural.
Al escuchar los alaridos de Estrik, Elh se alarmó.
-¡Apartaos!
Sin pesárselo, se lanzó contra los Fauces ignorando el dolor de su mano. Los mercenarios hicieron ademán de intentar detenerla, pero la expresión de furia de la semi-dríada les hizo pensar diferente. Elh no tuvo que luchar mucho para salir del círculo, solo unas patadas y codazos bastaron para que se apartaran. Tsuki la seguía de cerca para no quedar atrapada, pero le era difícil seguir el ritmo de su amiga.
-¡Sacerdotisa!
La joven se giró al oír aquello, justo cuando una espada le hizo un tajo en el estómago. La responsable era Sombra, quien se acababa de unir a la contienda. Tsuki intentó pedir ayuda a alguien mientras se apretaba la herida. Sombra alzó su daga para matarla, pero la joven puso sus brazos en medio. Aquello se convirtió en un juego mortal de fuerza. Cada una empujaba a la otra con todas sus fuerzas. Poco a poco, la punta de la daga fue alcanzando el hombro de Tsuki, atravesándola.
Ella también chilló. Le suplicaba a Sombra que parase, que no quería pelear, pero la sub-teniente se mantenía en silencio, ocultando su rostro bajo la capucha y hundiendo cada vez más su arma en el cuerpo de su victima.
Al escuchar el chillido, Caju la miró. Reaccionó tal y como Elh, corriendo para salvarla. Al cruzarse con la semi-dríada,esta saltó para descargar un fuerte puñetazo contra la mandíbula de Gorshnag. El orco, quien no se esperaba semejante fuerza en el golpe, cayó al suelo, golpeándose la cabeza y quedando atontado. Elh sintió los huesos de su mano sana sufrir al golpear pues el cuerpo del orco era duro como la piedra. Ayudó a Estrik a levantarse mientras recogía su espada y se apresuró en salir de allí.
Por su parte, el ladrón no tardó en llegar hasta Sombra y Tsuki. Al verle aproximarse, la Fauces empujó a la sacerdotisa contra él e intentó atravesarlos a ambos con la espada. Al tomarla, Caju giró sobre si mismo para protegerla con el cuerpo. A pesar de eso, logró desviar la espada de Sombra con una de sus dagas. La Fauces se alejó de un salto mientras se ajustaba todavía más la capucha.
El ladrón sacó todas las bombas de humo que le quedaban y las lanzó al suelo. La nube que formaron fue tan grande como para cubrir toda la zona de la pelea. Agarró la mano de Tsuki y comenzó a correr hacia Teriesaelzen, alejando a cualquier Fauces con su daga. Fueron los primeros en salir de la nube, Estrik y Elh tardaron unos segundos más en orientarse.
-¡Vamos!-chilló la semi-dríada.
Corrieron con todas sus fuerzas, la adrenalina les hacía ignorar cualquier dolor. Tan solo unos momentos después, Sombra emergió de la oscura nube. Parecía saber ubicarse en aquellas circunstancias. Sin perder un segundo, comenzó a perseguirlos. Al no estar herida, no tardaría e alcanzarlos. Caju se dio cuenta de eso, de modo que se giró para encararla de nuevo.
-¡¿Qué haces?!-chilló la sacerdotisa.
-¡Vosotros seguid!
Uno corrió hacia el otro, con las armas en ristre. Frenaron de golpe a la vez y ejecutaron el mismo golpe, tan fuerte que sus armas vibraban de forma exagerada.
-No vas a pasar de aquí-dijo Caju.
Sombra no contestó. Volvieron a atacarse. Ambos luchaban diestramente empuñando un arma en cada mano. Los dos usaban un estilo sucio, aprovechando cada hueco en la defensa de su rival y recurriendo a trampas y amagos siempre que podían.
Sin embargo, Sombra era mejor que Caju. La Fauces le ganaba cada vez más terreno. Estuvo a punto de atravesarle con su espada varias veces.
Desde su escondite, Lilith quería ayudarla. Apuntaba con su ballesta lista, pero al estar tan cerca su amiga de su objetivo, temía darle a ella si disparaba.
Los demás lograron entrar al bosque.
-Estrik, dame mi arco y flechas.
El espadachín obedeció.
-No puedes disparar con una mano-dijo Tsuki.
Se equivocaba. Una vez Estrik puso la flecha en posición, Elh mordió la parte trasera de esta junto con la cuerda y tiró. El dolor en sus dientes era atroz, pero de esta forma podía usar su arma con una sola mano. Abrió la boca, dejando volar la flecha, sabiendo que Caju podría esquivarla.
Efectivamente. Al ser más lenta que las flechas de Lilith, el ladrón pudo escucharla cortando el aire y apartarse a tiempo. La sorpresa vino cuando Sombra también consiguió evitarla. El ladrón aprovechó para atacarla inmediatamente, antes de que se recuperara. Logró acertar una patada en el estómago de la Fauces, derribándola.
La Melnix, al ver a su amiga en el suelo, disparó contra Caju, apuntando a su cabeza. Sabiendo esto, Sombra se apresuró a lanzar uno de sus cuchillos contra este, desviando la flecha de Lilith y salvándole la vida. Observó como el ladrón se internaba en el bosque junto a sus amigos.
-No lo conseguí…
Sacó de su bolsillo la joya que le proporcionó Gueist para cumplir su misión.
-No he podido hacer que liberase ese poder.
Se quedó allí tumbada, recuperando el aliento y pensando en el duelo que acababa de librar.

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