¿Qué pasaría si alguien se saliera del papel que la sociedad le ha impuesto?
En la monótona ciudad de Nilven, el joven ladrón Caju busca su gran golpe para poder vivir a cuerpo de rey sin tener que preocuparse por nada. Cuando se presenta en la ci...
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Sombra se encontraba dentro de su tienda, mirando atentamente el cristal de mensajería que conectaba a su grupo con el castillo de los Fauces. Ante la falta de órdenes o la negativa al permiso para atravesar Teriesaelzen decidió bordearlo en dirección a la base. Lilith estaba junto a ella, puliendo su gran ballesta para matar el rato. De pronto Gorshnag entró a la tienda. Tuvo que ponerse casi de rodillas debido a su gran estatura.
-¿Aún nada?-preguntó el orco.
-Nada, es como si nos ignorasen-se quejó Sombra.
Gorshnag se sentó con las piernas cruzadas junto a Lilith, quien le dedicó una amigable sonrisa.
-¿Alguna novedad entre los hombres?-preguntó la joven.
-Lo de siempre, están nerviosos por el posible castigo que nos puede caer al haber fallado.
El orco se giró hacia Lilith antes de continuar.
-Arc ya ha despertado, y de un humor de perros. Tal vez se digne a hablar contigo.
La melnix le miró sorprendida. Inmediatamente después, le suplicó a Sombra con la mirada que la dejase ir.
-¿Esperas una invitación? Ve a visitar a tu chico-dijo la sub-teniente.
No necesitó repetirlo. Lilith salió a toda prisa de la tienda mientras meneaba su cola de un lado para otro.
-Supongo que querrás comentarme algo a solas-dijo Sombra.
-Así es. Nuestro rumbo pasa muy cerca del castillo, como bien sabrás. Algunos hombres desean volver y dejar esta infructuosa persecución.
-¿Cuántos son algunos?
-La inmensa mayoría.
-¿Estás tú entre ellos?
Gorshnag bufó mientras gruñía y se rascaba su cada vez más poblada barba.
-Me ofendes Sombra. Estaré a tu lado pase lo que pase.
-Lo sé amigo. Deberías ser tú quien lidere esta tropa, a ti te respetan.
-Pero Gueist te puso a ti al mando.
Gorshnag no solo era el vivo retrato de la lealtad, también era tozudo como una mula. Sombra se levantó con algo de resignación mientras se ajustaba sus armas al cinto.
-Pues vamos a ver cuántos desean abandonar-dijo mientras salía de la tienda.
Al margen de aquella conversación, Lilith se dirigía a la tienda de primeros auxilios a paso ligero. No fue difícil encontrarla, ya que era la más grande de todas. Dentro, se intentaba mantener una temperatura algo cálida gracias a un pequeño fuego en el centro. Un total de seis camillas estaban dispuestas en círculo alrededor de las llamas. El oficial médico se encontraba clasificando sus tarros con medicinas, ni siquiera levantó la cabeza cuando la melnix entró. Lilith no tardó ni un segundo en ver a Arc, sentado en la misma cama que ella había visitado todas estas semanas, de espaldas a ella. Normalmente se habría acercado sigilosamente, pero en ese momento solo quería verle despierto.