Capítulo 41:Tras la batalla

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La lluvia no cesaba. Parecía que el mismo cielo llorase la muerte de Shuren. Drosper seguía arrodillado frente al cadáver de su maestro mientras que Makenshi trataba de parar la hemorragia de sus heridas a base de torniquetes fabricados con la ropa de uno de los reanimados.

-Deberíais miraros esas heridas.

Ambos giraron la cabeza a la misma dirección. Gueist apareció en escena tan repentinamente como se había escabullido. El enlazado les miraba desde el interior de su capucha mientras se cruzaba de brazos, observaba la escena y silbaba de sorpresa.

-Menuda os habéis montado.

-Te has perdido una gran pelea-dijo Makenshi mientras seguía atendiendo sus heridas.

-Viviré con ello.

-Gueist-dijo Drosper, sin levantarse-¿Dónde has estado?

El enlazado le miró fijamente. Ambos se sostuvieron la mirada y rato, pero Gueist tuvo que bajarla. A pesar de estar herido, el mago seguía teniendo una gran presión sobre él.

-Todos vinimos aquí por nuestros intereses personales. Simplemente me he encargado de eso.

-Por casualidad no verías a los que han escapado-preguntó Drosper.

Gueist esperó unos segundos antes de contestar.

-No, no he visto a nadie-mintió.

-Pues yo estoy encantado de haber venido-añadió Makenshi.

Incluso Gueist se preocupó por el aspecto de los remedios del espadachín. Drosper, a pesar de estar incluso más herido, permanecía como si nada fuera con él.

-El Santuario de Siranne está cerca. Podrían echaros un vistazo allí-comentó Gueist.

-No... Allí estaríamos demasiado desprotegidos-dijo Drosper-Aún me quedan fuerzas. Abriré un portal hacia nuestro castillo. Fabius podrá curarnos allí.

-No me gusta ponerme en las manos de ese alquimista-comentó Makenshi.

-¿Acaso conoces a alguien más que sepa tratar quemaduras de dragón?

A pesar de intentar mantenerse como si nada hubiera pasado, Gueist podía ver como las piernas del espadachín temblaban. Pronto ni siquiera podría estar en pie.

-En ese caso yo me quedo aquí- dijo Gueist-Te costará menos transportar a dos personas.

-¿Y qué vas a hacer aquí?-preguntó Makenshi.

-Aquí nada. Contactaré con el grupo para que empiecen a buscar el enlazador ellos también.

-¿Te unirás a ellos en la búsqueda?-dijo Drosper.

-Me temo que no podrá ser así. Tengo ciertos asuntos que atender en el oeste, gente a la que ver... Ese tipo de cosas.

El mago suspiró. No tenía fuerza ni ganas de ponerse a discutir con Gueist, pero se aseguraría de atarle en corto una vez estuviera recuperado. Extendió su temblorosa mano quemada y abrió un portal de aspecto inestable. Antes de que este se cerrara, entró seguido de Makenshi.

Una vez se hubo cerrado, Gueist se quedó solo con la lluvia. Se acercó al cadáver de Shuren y se quedó mirándolo.

-De modo que tú eras el famoso nigromante.

El rostro de Shuren mostraba tranquilidad, como si hubiera muerto en su cama mientras dormía. La lluvia aplastaba su pelo y bajaba por cada pliegue de su ropa.

-No pareces gran cosa-dijo Gueist dándole pequeños golpes con su pie.

En uno de sus golpes, el cuerpo de Shuren perdió el equilibrio y cayó de lado al suelo.

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