Capítulo 86

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  Maldito Harry.

Esas eran las únicas palabras que mascullé en todo el día. Sentada en el sofá, Logan se acercó con unos bocadillos, dispuesto a ver todas las películas de Harry Potter en un maratón matutino. Claro que, no nos quería posible verlas todas, pero él insistía en ver las primeras cuatro. Me despertó a las seis de la mañana. Solo logré dormir dos horas, pero mi hermano lo hacía con toda la fe de pasar un día entero con él, antes de que me fuera a la desgraciada fiesta de Zayn.

Bien, retiro lo dicho.

La culpa no era de Zayn y menos de su cumpleaños. No podía fallarle en un día así, por lo que me mantuve neutra.

-¿Quieres uno? -preguntó mi hermano, mostrándome la bandeja llena de bocadillos. Había comenzado la primera película, (Harry Potter y la piedra filosofal) pero no le había prestado la más mínima atención.

-Maldito Harry.

Logan chasqueó la lengua. Era a enésima vez que decía eso, y que él lo oía. Tenía esas dos palabras en la punta de mi lengua cada dos minutos, y salían cuando encontraban un poco de silencio que rellenar. Lo había susurrado desde que me había despertado. Él intentó hablar conmigo cuando vio mis ojos rojos. Aunque no quería hablar del tema. Y menos con él.

-¿Qué ha hecho? -preguntó Logan cuando me vio en mal estado-. ¿Debo ir a matarlo?

Había negado con la cabeza, y mascullado mi contemporáneo lema «maldito Harry».
Logan había insistido todavía más en ver las películas pensando que ver una saga de magia ayudaría mi ánimo. Era mi saga favorita pero no estaba ayudando en nada.

-Maldito Harry... -repetí, negándome a los bocadillos.

-Ya son casi las ocho, dios mío -se quejó mi hermano-. ¡Tienes que comer algo! -Abrí la boca, pero para decir lo mismo-. ¡Y deja de decir esa mierda, me estás alterando, bicho!

Suspiré.

-¿Sabes? Estaría bueno que intentaras prestar atención a la película -propuso señalando a la televisión-. Y no haces más que semejarte a una autista caprichosa. ¡Y ni quieres decirme qué carajos ha hecho Harry!

-¡Y tú quieres que vea unas películas patéticas cuando ves que no me siento nada bien!

Suspiramos.

Era la clase de pelea que teníamos siempre. Él susurró una disculpa y me abrazó, a lo cual correspondí.

-Me gustaría saber de qué se trata... -insistió, mientras pasaba sus dedos por mi cabello en aspecto tierno-. No me pelearé con Harry si eso es lo que te asusta... Solo no quiero estar afuera de esto como un estúpido...

-Bien... -suspiré, y le conté todo.

(...)

Me escabullí entre la gente. Apenas podía respirar allí. Los cuerpos estaban comprimidos, como si hubiera tanta gente que la casa explotaría. Me pregunté donde estarían los padres de Zayn, si la fiesta era secreta, un acto de rebeldía. No conocía a sus padres, pero supuse que ningún padre en su santo juicio dejaría a su hijo hacer una fiesta así. Al día siguiente encontrarían vasos de plástico rojo por todos lados, cigarrillos y papeles de caramelos por el suelo; la alfombra con una enorme mancha de cerveza; el jardín con prendas de ropa y las plantas empapadas de orina. Posiblemente, incluso se encontrarían con cuerpos por el suelo y en las habitaciones.

Salí al jardín, sedienta de aire. Adentro hacía mucho calor, cosa que odiaba. Abracé mi chaqueta de cuero negra, incapaz de ponérmela a causa de la sofocante temperatura. Afuera me encontré con un poco menos de gente. Había alguna que otra pareja, tres chicos del equipo de básquet brindando con unas cervezas en latas celestes, contentos por ser parte de un estúpido equipo de estudiantes aburridos que se creían mejores por hacer un patético y aburrido deporte. Un grupo de amigos normales por un lado (de esa gente que no era ni creída ni apartada, a la cual decidía respetar, los consideraba los mejores por alejarse de las etiquetas modernas), unas chicas "sexys" murmurando cosas sobre los chicos de básquet y gente a la que no tenían clasificación.

-¡Pero miren quién ha llegado a la fiesta! -grito mi amigo sobre la música que llegaba hasta el jardín-. ¡Srta. Styles, acérquese! -bromeó.

Me acerqué como me lo pidió, con una falsa sonrisa. Aún tenía mi mal humor, y seguía diciendo «maldito Harry» en mis pensamientos -a pesar de haber intercambiado unas palabras con Logan-. Zayn sonrió. Junto a él estaba Meredith. Sonrojada. ¿Sonrojada?

-Feliz cumpleaños, Zayn -felicité-. ¿Cuántos cumples? ¿39? -ironicé a causa de su ropa. Traía un suéter con rombos en tonos verde y celeste.

La sonrisa se borró de su rostro.

-Me lo hizo mi abuelita... -dijo haciendo puchero, y se miró el pecho-. No es tan malo.

Sonreí.

Abracé Meredith. Me acerqué a su oído, sabiendo que Zayn jamás oiría gracias a la música.

-Quiero detalles...

-Después -fue lo único que dijo, sonriendo para disimular. Asentí separándome de ella.

Felicité una última vez a Zayn, quien correspondió con una sonrisa, y dejé a la pareja tranquila.
Ya había absorbido bastante frío. Mis brazos estaban congelados, pero no me puse mi chaqueta, entré en la casa. El olor a cigarrillos, alcohol y sudor se sentía en todos lados. Quería salir ya de allí. Quería ser la más antisocial del sitio, volviendo a mi cama y leerme un libro nuevo, pero no era posible. No podía hacer más que quedarme una hora más, y fingir que me sentía mal. Claro que, Zayn se daría cuenta de que mentía... Podía...

-Nena...

Harry estaba frente a mí, mucho más alto que yo. Levanté la mirada, y caí en la cuenta de que no lo había visto llegar. Sus ojos brillaban, clavados en los míos. Parecía estar buscándome, porque se le iluminó la mirada al encontrarme. Traía las mejillas rojas, debía de ser el calor que los cuerpos dejaban en toda la sala.
Por un momento, estuve a punto de saludarlo con tranquilidad, pero recordé qué había pasado la noche anterior, y a quién había maldecido todo el día, y era a él.

-Harry -respondí seca.

Hizo una mueca. Entendió completamente todo un instante después, como uniendo cabos mentalmente, y agradecí no tener que dar explicaciones. Bajó la mirada, a pesar de estar muy cerca de mí, y suspiró.

-Lo siento.

Sentí algo extraño. Como si estuviera en medio de una autopista, sin ningún coche a la vista, esperando que alguno llegara y me sacara de aquel lugar. Si no había lugar a donde ir, pues, que pasara sobre mí y sería todo más fácil. Pero, rodeada de cuerpos, no podía hacer nada. ¿Cómo es que podría sentirme sin escapatoria teniendo una puerta tan cerca?

La respuesta más correcta que encontré fue que, tal vez, el coche en medio de la autopista sería el de Harry, y probablemente, el lugar al que podríamos ir, era fuera de todo mundo. Pero, ¿era eso posible? Había creído que el amor me llevaría a otras dimensiones, o a un mundo que solo crearíamos esa persona y yo. Pero, ciertamente, seguía esperando crear aquel mundo... Buscaba a un lugar al que ir.  

My Trouble (Harry,Louis&Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora