Capítulo 66.

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Capítulo 66.

Miré el plato vacío de Scott, nombre que decidí darle al pequeño gatito. Él caminaba contra mi pierna, ronroneando. Lo miré: gris, ojos azules, pequeño, peludo. Dejaba a la vista una diminuta criatura que solo demostraba ternura. No sabía qué hacer por él, porque era demasiado bebé, no podría darle restos de comida nuestra, solo alimento correspondiente. Llamé a Harry, quien se quedó mirándome, esperando que hablara. Yo hablé, con la mirada en el plato. 

-¿Podemos conseguir comida?

Estábamos muy lejos de... cualquier señal de vida. No sabía a qué lugar podríamos ir. Me pregunté qué se suponía que había comido durante los meses de su vida aquel gatito para no morir de hambre.

Sentí el aroma a limón suave que inundaba el coche de Harry. El ambiente era cálido, gracias al calefactor que sí funcionaba, no como el de la casa. La miré a través del cristal. La madera que había en la parte delantera estaba un poco descastada en el suelo, pero estaba bien mantenida. Podría ser que hacía mucho frío, y que había goteras, pero era un lugar de ensueño. Dejé algunas luces encendidas, y miré el interior que podía ver gracias a ellas desde el coche.

Éste se movió cuando Harry se tiró sobre el asiento, cerró la puerta, y dejó que el calor no saliera inútilmente del automóvil.

-Bueno, tenemos un viaje de media hora -explicó.

Asentí. 

Supe que debía comenzar a hablar. A Harry no le gustaba conducir con un acompañante callado, por lo que intenté ser buena con él, sobre todo porque estaba llevándome a un pueblo cercano solo por un poco de comida para un gato que ni siquiera era mío.

-¿Y cómo decidiste llamarlo? -preguntó, mirando atentamente a la carretera.

-Scott -sonreí-. Ese era el nombre que le diste a tu gato, ¿recuerdas?

-Sí... lo atropelló una camioneta. 

Hice una mueca. No había pensado que había sufrido mucho por ese gato. Era su único amigo cuando sus padres se separaron, cuando tenía solo siete años, y su final tuvo lugar dos años después.

-¿Piensas quedártelo? 

-Sí. -Sonreí al ver que cambió de tema... o algo así-. No sé cómo se lo tomará mamá, pero creo... creo que le agradará no estar tan sola cuando yo esté en el colegio, o que yo no esté sola cuando ella está de viaje.

-Bueno, sabes que cuando está trabajando estoy para ti -dijo, sonriéndome.

-Sí, pero Scott es más tierno -me excusé, y crucé mis brazos.

-¿Si... sientes algo cuando nos besamos? 

Él tartamudeó. Me miró una décima de segundo, y luego volvió la mirada a la carretera.

Me quedé mirándolo, incapaz de formular palabra. Movía la boca pero no salía nada de ella. Él hizo una mueca, aún sin atreverse a mirarme.

Lo único en lo que podía pensar era en una respuesta. ¿Sí? ¿No? No. No lo sé. No querría admitirlo. Pensar en besos me daba ganas de estar con Louis, aunque él no se atrevía a devolverme la llamada, -que por cierto, me pasé llamándolo todo el día una vez más, y luego otra-. La pura realidad era que sí, me gustó besarlo la otra vez, pero fue algo… que solo sucedió, no teníamos que darle más lugar a eso. No quería volver a confundirme. Harry era la razón de mis confusiones, porque él generaba que dudase de cosas que sentía por Louis, pero las cosas no eran así. No tenía ningún porqué dudar en nada, porque sabía qué sentía por Lou, y aunque me doliera, no podía cambiarlo. Por otro lado, Harry… él era mi mejor amigo, y tampoco debía cambiar la posición que tenía él en mi vida. Él siempre sería mi mejor amigo y compañero y todo esto solo nos confundía a los dos, fingiendo que éramos algo que jamás seríamos. 

Esa pregunta sólo me hacía pensar en algo, o más bien, preguntarme una cosa: ¿acaso él pensaba en aquel beso cuando estaba cerca de mí? ¿En esos besos?

¿Por qué lo hacía? 

Creo que sentía más temor a confesar la verdad, que a pensar que tal vez podríamos perder nuestra amistad por todo esto, aunque fuera solo una tontería. ¿Por qué no volvíamos a ser los mejores amigos que fuimos siempre? Bueno, porque… nos era imposible, porque para mí también lo era.

-No lo sé.

-¿No lo sabes? –preguntó-. Yo… yo sí siento algo, nena.

Cerré los ojos con fuerza. No quería hablar de eso, ¿por qué él sí? ¡No llegaríamos a nada! ¡Terminaríamos otra vez peleados! Eso me ponía en duda… ¿todo lo que él me dijo, entonces, sí era cierto?

-No puedo hablar de esto.

Él asintió, fingió una sonrisa, y continuó con el trayecto.

(…)

El pueblo se sumía en el frío. Otro lugar más en el que no podía estar. Sentía la nieve que caía sobre mi brazo como pequeños piches que perforaban mis poros, adentrándose en mí dolorosamente. Quería volver a la cama frente a la chimenea, entre los brazos de Harry.

Caminamos hacia una tienda. La noche ya había llegado. El pueblo era completamente navideño, o intentaba serlo. Había nieve por todos lados, blanco, blanco y más blanco. Los niños y sus madres caminaban por las calles. 

Era una excelente adaptación de la película Holydays en, justamente, Inglaterra. 

Entramos a la tienda, que estaba decorada con verde y rojo. Aún era época festiva, recordé, hace sólo unos tres drías la navidad había pasado por las casas. Caminé por los pasillos del local, buscando el alimento para gatos bebés. Aún así, no lo encontraba, pero sonreí al ver a Harry con el alimento en las manos.

-Nena, apúrate, hace más frío aquí adentro que afuera en la nieve.

Efectivamente, era verdad. Caminé a la salida, cuando sentí una bola helada contra mi mejilla.

My Trouble (Harry,Louis&Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora