Capítulo 62.

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Capítulo 62.

-Nena -me llamó.

-¿Qué? -pregunté, apartando la mirada de el libro al que no le encontraba sentido.

-Me... me g... gustaría que hablemos de algo, no lo sé. Tenemos dos horas de viaje en medio de la nada.

Lamenté ser tan... yo. 

Asentí y guardé el libro en mi bolso. Lo dejé otra vez entre mis pies, y volví la mirada a Harry. No sabía de qué hablar, ni cómo comenzar una conversación. Aunque para mi suerte, él comenzó.

Cuando me miró, sentí como el color líquido verde de su mirada se esparcía en mi rostro, roburizándolo.

-Bueno, ¿cómo has estado? -preguntó. Se dio cuenta de que era estúpido preguntar eso, y negó con la cabeza-. Bueno, ¿quieres hacer este viaje? A mí me parece genial, ya sabes, porque no estábamos tanto juntos y me parece muy lindo estarlo ahora. Te extrañaba.

Sonreí.

-Yo también lo hacía.

(...)

Dejé mi maleta sobre la cama, sabiendo que todo era demasiado perfecto para ser verdad. Pensé que de repente todo desaparecería de mis manos y se convertiría en humo, mientras el fuego me consumía a mí, haciéndome cenizas en el suelo.

La cabaña era grande, en realidad, y estaba rodeada de árboles. Era todo de madera, había electricidad y apenas funcionaba el calefactor. Todo era sumamente perfecto. 

Harry estaba en la cocina preparándonos unos cafés calientes, cuando pensé en el frío que hacía en aquella casa. Ordené sin ganas la ropa que había llevado, y me sentí estúpida por no haber llevado nada abrigado.

-Nena -gritó Harry-, ven, ya está.

Caminé a la cocina, arrastrando los pies. Solo quería tirarme en la cama y dormir durante horas y horas, tapando mi cuerpo con el edredón para alejar el frío.

Harry me miró sonriente, dejando dos tazas de café sobre la mesa. Me invitó a sentarme, y no me negué.

Habíamos hablado animadamente en el coche, habíamos arreglado todo, y estábamos bien... Como antes. Él sonreía cada dos por tres, y me encantaba verlo así, aunque no sabía a qué venía tanta felicidad.

-Está caliente, cuidado.

Efectivamente, terminé quemándome la lengua por culpa del líquido que hervía. Maldije por lo bajo, mientras él soltaba unas risitas. Miré las manos de Harry. Los dedos largos de él comenzaron a llenar su taza de azúcar en rápidos movimientos. Me encantaba cómo fruncía el ceño cuando se concentraba, o como hacía muecas cuando algo hacía mal, como en ese momento que tiró granitos pequeños de azúcar fuera de la taza. 

Se me encogió el estómago cuando levantó por fin la mirada y me encontró mirándolo. 

-Tienes frío -afirmó.

-No traje ropa abrigada, qué estúpida.

-Sí, es cierto -sonrió.

Se levantó de la mesa y desapareció en la habitación. Tenía que admitir que la mesa se sentía helada sin él... Pero volvió en cuestión de segundos. Trajo con él un suéter. Le agradecí, por supuesto. Me lo puse rápidamente. La lana picó contra mi piel, dejando en ella una línea de de cosquillas. Sin vergüenza, olí el cuello del suéter y sonreí ante su exquisito aroma.

-Siempre dejas el olor en todos lados, ¿lo sabes? 

-Sí -sonrió-, y te encanta.

Me sonrojé, aunque no debería haberlo hecho.

(...)

Miré mi teléfono, esperando que llegara una llamada de él. Aunque no era así. No había nada. Lo llamé más de seis veces, y daba el contestador. 

-Hola, soy Louis. No estoy disponible, llamaré en cuanto pueda.

No.

Tiré el celular contra el acolchado gris. Rebotó y cayó al suelo. No me respondía, mierda, no lo hacía. Sabía perfectamente que se había enojado, yo decidí venir aquí con Harry y no era un error. Quería pasar tiempo con mi mejor amigo, pero me sentía atrapada entre esas paredes de la habitación. Cogí el primer almohadón que vi y lo abracé con fuerza. Continué mirando al teléfono que había quedado en el suelo bocarriba. Miré la pantalla durante unos minutos, luego se bloqueó con un negro.

Suspiré...

Y él suspiró.

Se sobresalté, asustada. Me tranquilicé cuando lo vi en el umbral de la puerta, mirándome.

-No hay caso, ¿cierto?

-¿Qué?

-He escuchado todos los mensajes de voz que dejaste, pero estabas muy concentrada como para notar que estoy aquí hace veinte minutos -susurró.

Volví a mirar el teléfono, bufé, y dejé que mis hombros cayeran. Me sentía un poco derrotada. Me sentía estúpida, y sabía que lo era. 

El hecho de solo querer una llamada de Louis alimentaba mi esperanza, pero jamás sonó el teléfono. Dejé millones de mensajes de voz, diciendo perdón, disculpándome una vez más, rogándole que me llamara. Hasta seguro se oyó en un mensaje mi voz quebrada al borde del llanto.

-Sí, le dejé mensajes... Aunque no responderá.

Harry se sentó a mi lado lentamente. Tiró de mí, y me abrazó. El olor que él dejó en el suéter no tuvo significado para mí cuando estaba al lado de la verdadera fuente del aroma. 

Caí en la cuenta de que estaba oscureciendo. La noche comenzó a reflejarse contra la ventana. Harry siguió meciéndome como a un bebé.

-Creo que voy a llamarlo -susurró con voz graciosa-, le pediré que te llame. Y si no lo hace, lo mataré. 

Sonreí tristemente.

-Harry, está bien -dije, mirándolo, separándome un poco de él-. Solo quiero... dormir.

-¿¡Qué!? -preguntó, levantándose-. Aquí no se duerme. Ven.

(...)

-Harry, esto es hermoso -sonreí.

Tiré de las mangas del suéter de Harry, para tapar mis manos. Aunque era inútil, porque estaba frente al fuero, y contra el cuerpo de mi mejor amigo. Él dejó otra vez un beso en mi cabeza y susurró algo que no oí.

-Imagínanos dentro de veinte años... -susurró, mirando al cielo-. ¿Qué crees que estaríamos haciendo?

-¿La verdad? No lo sé... ¿Estaríamos trabajando, tal vez? Teniendo una familia... 

-Algo más divertido... ¿viajando juntos por el mundo...? Espera -me miró confundido-, ¿teniendo una familia?

My Trouble (Harry,Louis&Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora