CAPÍTULO 21. ¿Destino?

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Después de hablar con Lucy me sentí un poco más tranquila.

Me dio algunos consejos, pero aún estaba preocupada. ¡No sabía que ponerme para el evento! Llevaba una semana sacando tiempo en el hospital para buscar y no había encontrado nada que me convenciera, quería estar a la altura de Robert y de la situación.

No dudé un minuto más y me vestí cómodamente, decidida a pasar todo el domingo si era necesario para buscar el vestido. Si no lo encontraba hoy, no sabía cuándo lo haría. Esta semana que viene estaré ocupadísima, no tendré tiempo para nada que no sea trabajo.

Busqué en el closet ropa cómoda y encontré una playera que hace mucho buscaba "Perfecto", pensé mientras me la ponía con el pantalón de mezclilla, los zapatos, unas gafas oscuras y una gorra.

Decidí ir caminando al centro comercial que quedaba a unas pocas calles de mi edificio y fueron cuestión de horas para sentirme frustrada, no encontraba lo que buscaba.

"Dios, ¿qué voy a hacer?", me pregunté mientras salía de una de las ultimas tiendas con las manos vacías "¿Sera que me estoy complicando demasiado?".

Ya estaba cansada así que decidí que el próximo vestido que me quedara a la talla seria el elegido. Crucé una de las plazoletas de comida del centro comercial mientras leía los mensajes de Lucy preguntándome acerca del vestido. Iba tan distraída que temí caerme entonces decidí sentarme en una banca sin levantar la vista. Grave error, pensaría después. No alcance a terminarme de sentar, cuando me pare de un salto al sentir que me había sentado en alguien, me quede sin habla al mirarlo allí sentado y riéndose.

—¿ Ro...Robert? —Pregunte incrédula—. ¡Robert! Perdón, disculpa, ¡no me fije!

Robert no paraba de reír. —No te preocupes. Pero ¿que paso? ¿No te pareció cómoda la banca? —. Sonrió al tiempo que sentía mi rostro ponerse como un tomate—. Me da gusto verte... —dijo después de haberme invitado a su lado en la banca.

—A mí también me da gusto... ¡pero mira que distraída! Qué pena... —dije sentándome a su lado y respondiéndole al beso en la mejilla que me ofrecía de saludo.

—A cualquiera le puede pasar, eso sí, creo que agradecerás que haya sido con alguien conocido y no algún depravado —respondió, asentí— ¿Y estas de compras? —preguntó mirando mis manos vacías

—Hmmm no. Bueno, sí. Algo así. Pero no he encontrado lo adecuado —respondí— Y tú, ¿estás solo? —pregunté incrédula y mirando alrededor

—Sí, estoy solo. Quise dar una vuelta por estos lados y relajarme un poco —dijo—. Pero ya que nos encontramos... porque no aprovechamos y hacemos... no sé, cualquier cosa... —propuso.

—Sí, tienes razón. Ya que nos pudimos ver... —respondí emocionada—. ¿Qué crees que podamos hacer? —pregunté y de repente, el día se tornó nublado y empezó a llover. Apenas nos dio tiempo de correr a ocultarnos bajo una caseta.

— Wow, ¡eso fue impredecible! —dijo mirándome—. ¿Todavía tenemos un plan?

—A mí no me molesta la lluvia —aseguré.

—¡Perfecto! A mí tampoco —agregó sonriendo— ¿Entonces qué hacemos? Los puestos de comida están cerrando, y te invitaría a mi casa, pero está un poco lejos de aquí y no traje mi auto —suspiro—. Le dije a Jimmy que lo llamaría, pero de aquí a que llegue...

— Ehmm... Pues, te invito a mi casa... —propuse dudando—. No traje auto, pero queda cerca de aquí y tengo paraguas —dije sacándolo de mi bolsa—, si no te importa caminar...

—Claro que no, me gusta caminar. Además, me encantaría conocer tu casa... —respondió sonriente.

—¡Perfecto! Entonces vamos —dije mientras abría el paraguas y él me lo recibía para que fuera más fácil y cómodo.

Caminamos hacia mi casa y llegamos rápido ya que no estaba tan lejos. Durante la caminata hubo un silencio muy incómodo, a veces cruzábamos miradas, pero eso era todo, por eso agradecí llegar pronto a casa. Mi apartamento queda en el cuarto piso del edificio y ni aun en el ascensor nos dirigimos palabra, confieso que me estaba asustando, pero se me paso cuando abrí la puerta de mi apartamento y escuché un silbido de su parte.

—Lindo, lindo —dijo recorriendo el lugar con la mirada—. Me gusta tu casa, Cata. Es muy acogedora...

Sonreí y lo invité a conocer todo el departamento. No es muy grande así que no me demore mucho. Le mostré la sala de estar, la cocina, el balcón, la habitación de servicio, mi habitación (aunque fue solo por encima, no soy buena mostrando mi habitación), la habitación de visitas, el jardín interno que conservo con orgullo, la sala de televisión y terminamos de nuevo en la sala de estar.

—Muy, muy acogedora tu casa Cata, fácilmente me quedaría a vivir aquí —dijo mientras me sonreía.

Me sonrojé por lo que dijo, pero solo pude reírme. —Ehmm, iré a hacer chocolate... para el frio... —dije mientras iba a la cocina.

Robert miró de nuevo a su alrededor, puso sus manos en sus bolsillos y asintió levemente. Lo que dijo con respecto a la casa de Cata es totalmente cierto. Sobre todo, la parte de que le gustaría quedarse, recordó con una sonrisa. El ver cómo Cata se sonrojaba ante aquel comentario le dio gusto, le dio gusto saber que lograba eso en ella. Si ella lograba ponerle tímido, él tenía que cobrarse eso, y que mejor que haciéndola sonrojar.

Dio un par de pasos y siguió mirando con curiosidad aquel lugar. La casa es muy acogedora, a pesar que vive sola no lo parece, ya que inspira mucha calidez y familiaridad. También tiene muchos objetos que le explico son característicos de su país, además de fotografías familiares. Tiene una linda familia, pero aún le ha hablado muy poco de eso. Otra cosa que le llamó mucho la atención a Robert es la gran biblioteca que tiene, aparte de todo es una gran lectora y vaya que tiene buen gusto. Y ni hablar de la colección de películas que tiene... Robert estuvo a punto de verse ahogado por el amor propio al ver un cajón lleno de prácticamente todos sus trabajos, revistas,... ¡su CD! Bueno, le emocionaba mucho estar saliendo con alguien que le admirara tanto...

"¿Qué es eso?", se preguntó mientras miraba una puerta a la que no recordaba haber entrado "¿Un cuarto secreto?, ¿porque no se lo habrá mostrado? ¿Sera que se molestara si decide asomarse?"

La curiosidad le ganó.

Se atrevió a abrir la puerta, y se encontró con un salón muy amplio y prácticamente vacío a no ser por un armario en una esquina y en otra esquina un equipo de sonido. Por la apariencia del piso y la pared que tenía en frente completamente de espejos pensó que se trataba de un salón de baile.

"¿Es bailarina?".

De pronto, el aroma del chocolate recién hecho combinado con un aroma frutal dulce que identifico como la colonia que varias veces distinguió en ella le invadió las fosas nasales. Se giró rápidamente y encontrándose con ella, y una expresión un poco seria y sorprendida de su parte.

"Y la curiosidad mato al gato de nuevo", pensó Robert con verguenza.

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Me disculpo por la tardanza en actualizar, aún no termino semestre. 

En mi corazón (Robert Downey Jr.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora