CAPÍTULO 39: TIEMPO

881 69 15
                                    

Para Robert, aquel no era muy buen momento para estar solo.

Si aún tuviera a Exton por lo menos le distraería un poco, pero preciso hacía un par de horas atrás Susan se lo había llevado. Ahora que lo pensaba, de razón la había sentido un poco molesta. Acababa de llegar de almorzar y de conocer a Cata, seguro se había dado cuenta de la suerte que tenía con una mujer como ella. Si hubiera sabido que había hablado con ella seguro hubieran tenido una discusión.

Él ya había decidido contarle todo y venía ella de repente y se le adelantó.

La cuestión es que no le gustaba estar alejado de ella, pero valoraba su sensatez para buscar una solución y no agrandar el lio. Tenía razón, él debía averiguar exactamente porque no fue capaz de contárselo.

Confiaba en ella, entonces ¿qué fue lo que paso? Quizá si hubiera sabido que no se enojaría habrían sido otras las circunstancias, pensó.

Y seguían avanzando las horas, un sábado nada divertido.

No sabía si podría soportar tanto sin intentar comunicarse con ella.

***

Los sábados suelen ser días muy agradables. Este no lo es tanto para mí.

Afortunadamente mi trabajo me exige la concentración suficiente como para no pensar tanto. Estuve toda la mañana dando citas y casi no almorcé porque a esa hora tenía mi primer cirugía de instalación de catéter diagnostico en una joven de 29 años. Todo salió bien, por fortuna. Aproveché que tenía unos minutos libre y me di cuenta que tenía varias llamadas perdidas. Era un número desconocido, pero inconscientemente pensé en Robert.

Estuve a punto de romper mi drasticidad y mandarle un mensaje, pero escuché mi nombre por las bocinas del hospital y no me pude dar el lujo de retrasarme. Es un trasplante de corazón, mi primer trasplante para un hombre de 40 años, no podía perder tiempo. Guardé el celular, me acomodé de nuevo el gorro y salí. Quizás no era buena idea llamarlo.

Duramos nueve largas horas en esa cirugía, donde hubo que realizar diversas maniobras de reanimación. Y después de tanto estrés logramos sacarla exitosamente. Lucy es una gran cirujana, y amiga también. Obvio está enterada de lo que sucedió con Robert, pero sus palabras no es que sirvieran mucho: "¡Así son los hombres Cata, unos zorros todos!", y recuerdo con exactitud la carcajada que siguió a esas palabras. A veces entiendo porque esta soltera, ella solo cree en el corazón como musculo, nada más.

El domingo empezó con mi primera cirugía fallida. Una cirugía a corazón abierto para un hombre de 70 años, el Sr. Hamilton, quien no soportó la intervención y falleció. Era la primera vez que un paciente mío moría y en frente de mis ojos, sin que pudiera detenerlo.

Había sido mi paciente por 16 meses, y creímos que soportaría, lo que provocó que después de salir de la sala me invadiera la tristeza y no pudiera evitar llorar. Recibí ánimos de parte de todos mis colegas quienes ya habían pasado por eso, hasta la mismísima Lady fue solidaria.

Cata, es algo con lo que nos debemos encontrar a diario, nuestro mayor enemigo es la muerte y a veces no somos nada contra ella, dijo Karla mientras me acompañaba a la sala de cirugía donde tendría una cirugía para darle un corazón más pequeño a un nene de 6 años.

Hubiera querido escuchar también a Robert, pero ni tiempo tenia, lo que si logré fue ver de nuevo llamadas perdidas de números desconocidos, me alegró pensar que podría ser él.

Esta última cirugía fue también un éxito, creo que no hubiera superado otra muerte.

Tuve con lidiar unos minutos con Gregory que me esperaba a la salida del hospital, pero como siempre, lo saqué de mi presencia.

En mi corazón (Robert Downey Jr.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora