CAPÍTULO 68: ASÍ COMO ERES (SEGUNDA PARTE)

582 52 4
                                    

En ese momento, Robert sintió como los nervios se adueñaron de él, pero decidió que no había excusa y debía seguir, más cuando ella le regaló una sonrisa llena de expectativa, así que le sonrió y reanudaron la marcha mientras seguía hablando.

—Todo momento a tu lado es especial porque mis por ti son sinceros. Te amo con todo mi ser. Lo que siento por ti no tiene matices, es puro y todo para ti. No puedo pensar en alguien más cuando pienso en que no seas tú. Agradezco al destino que hizo que coincidiéramos aquella vez, si no hubiéramos ido ambos a ese bar yo no sería ahora el hombre más feliz sobre la tierra, te amo y esa es la única verdad —repuso, Catalina le miraba con emoción contenida—. Tengo tantas emociones intensas revoloteando en mi cabeza y en mi corazón que necesito ordenarlas. Y es que sigo sorprendido porque no eres lo que esperaba, ¡es que ni siquiera lo que buscaba! Eres mucho más de lo que esperaba cuando llegaste a mi vida. Poco a poco recuperé a tu lado las ganas de amar, de amar incondicionalmente y dejarme querer después de dos matrimonios fallidos. Dicen que algo como esto se siente una vez en la vida solamente, que cuando llega el verdadero amor, se nota. Y en este tiempo he confirmado mis sospechas: te adoro irremediablemente y no voy a luchar contra ello. Siempre agradeceré haberte conocido, eres una mujer maravillosa que hace de mis días los mejores que he vivido... Me siento afortunado de compartir mi vida contigo y me gustaría seguir haciéndolo —concluyó mientras sentía su mirada atenta sobre él. El tiempo le había alcanzado perfectamente para llegar a donde quería así que con la cabeza señaló hacia un lado del puente en el que estaban y aprovechó que Catalina miró hacia allí para sacar la cajita...

***

Desde que empezó a hablar me hizo conmover demasiado, sin embargo, a medida que seguía hablando su discurso se tornó algo prometedor y una idea se me empezó a formar en la cabeza de a donde quería llegar, pero no me lo quería creer.

Nos detuvimos en otro puente, el único hecho en material y no en madera y desde donde se tenía una vista maravillosa, y esperé atenta a algo más hasta que vi como giró un poco la cabeza, miré hacia donde señalaba y lo que vi logró que diera un pequeño grito de emoción que oculté llevándome una mano a la boca de la impresión, inmediatamente sentí como se me cristalizaron los ojos y el pulso se me aceleró haciendo caso omiso a mi salud.

Allí, en el lago, había una gran cantidad de hojas grandes que flotaban encima de las cuales habían velas encendidas, cada hoja de Loto con una vela encendida, y organizadas de tal forma que formaban una frase o más bien una pregunta, la que me esperaba, pero al tiempo no creía.

Busqué rápidamente la mirada de Robert para que me explicara y la encontré, pero encontré algo más cuando abrió una pequeña cajita en su mano revelando una hermosa sortija de compromiso adornada con un rubí en forma de corazón. Escuché entonces su voz.

—Cata... ¿Te quieres casar conmigo? —preguntó con ojos brillantes, en ese momento sentí como se me secó la garganta y el estómago se me revolcó de la emoción. Se me fueron las palabras pero la respuesta ya estaba clara.

—¡Vaya! —Fue lo primero que salió de mi boca—. ¡Dios! Rob... Robert... —tartamudeé y su cara de confusión me hizo soltar unas risitas nerviosas, di otra mirada al lago, lo miré a él de nuevo, luego a la sortija y luego a él de nuevo.

—Imagino que estas sorprendida, pero sé tu respuesta —habló con tono orgulloso—. Sé que dirás que sí, pero es necesario que lo digas tu... Soy un caballero y no quiero que digan que puse las palabras en tu boca —justificó, lo que hizo que me riera.

—Tienes razón, toda la razón... —respondí después de reírme—. Eres un soberbio pero tienes razón, nunca en esta vida ni en la pasada ni en la futura te diría que no, así que si: ¡Si me caso contigo! —agregué emocionada mientras sentía como la cristalización de mis ojos se materializaba en lágrimas que corrían por mis mejillas, más cuando sacó la sortija de su estuche y la puso en mi mano aun temblorosa de la emoción.

En mi corazón (Robert Downey Jr.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora