—¿Cómo sabias que aún estaba aquí? —pregunté dejando de nuevo el bolso en el perchero.
—Tu secretaria iba saliendo y me dijo que aún estabas aquí. No estas ocupada, ¿acaso no quieres atenderme? —preguntó poniéndose seria de repente.
—No, no es eso —respondí—. ¿Que necesitas? ¿Estas enferma? —cuestioné, aunque sabía el verdadero motivo de su visita. Rió.
—¡Claro que no! ¡Estoy perfectamente! —respondió sentándose en la silla del paciente—. Te dije que venía a hablar contigo.
—Bueno, perdón, pero no creo que tengamos algo de qué hablar —dije con firmeza. Rió de nuevo.
¿Cómo podía reír tanto?
Esto no es bueno, no lo es.
—¡Dios, nena! Obvio es acerca de Robert —respondió—. Hoy me vi con él y hablamos, ¿él ya habló contigo? —preguntó con curiosidad.
—Si, ya habló conmigo.
—¿En serio? —Asentí—. Entonces ya lo sabes... vaya, no entiendo cómo me has dejado entrar a tu consultorio tan fácilmente y como estamos hablando de manera decente —repuso—. No sé si yo reaccionaria igual si la ex de mi novio se quiere acostar con él...
—Reacciono decentemente porque soy una persona decente —afirmé—. Además, no tengo porque estar alterada. Confió en Robert y lo que tú quieres hacer, me tiene sin cuidado —dije aparentando tranquilidad, aunque en realidad solo estaba explorando sus reacciones. Vi cómo se paró de nuevo de la silla y se puso en frente mío.
—Eso que te lo crea tu madre nena. —Cabeceó con incredulidad—. Es imposible que no estés por lo menos preocupada, ¿se te olvida que soy la mujer con la que Robert paso un poco más de su última década? ¿La mujer con la que tiene un hijo? ¿Has oído eso de que donde hubo fuego cenizas quedan? —preguntó acercándose a mí—. Pues yo digo que entre Robert y yo hay muchas cenizas aun, y yo me encargaré de que se enciendan por lo menos una vez más.
—Mira Susan, ya te dije que confió mucho en Robert. Si las cosas entre ustedes se acabaron fue porque no había mucho que hacer, y aun creo que no se puede hacer nada —respondí lo más tranquila posible, esta mujer es muy imponente pero no podía permitir que notará mi inseguridad. Respiré hondo—. Lo que me sorprende es que una mujer como tu este jugando algo tan absurdo, o que un hombre como tu prometido lo acolite.
Susan rió. —¿Una mujer como yo? ¡Ay, nena! En cuanto a Richi, el de verdad no tiene ningún problema. Es libre como un ave y quiere que yo lo sea independiente de las leyes que el mundo ha creado. Si nos casamos es solo porque así todo sería más formal y legal, por así decirlo, pero respeta mi forma de pensar y además sabe que la carne es débil y que el deseo es inevitable. Si él no estuviera de acuerdo créeme que no lo haría, pero ya que tengo la oportunidad, ¿por qué no? —dijo tranquila—. A pesar de todo Robert es una persona muy especial para mí. Es el padre de mi único hijo. —La miré confundida, entendió y continuó. Lo que me dijo me sorprendió de verdad—. Si, Cata, no tendré más hijos. Hace poco terminé mi recuperación después de cortar mis trompas de Falopio y decidir no tener más hijos, Richi está de acuerdo igual tampoco quería y también se hizo la vasectomía. Así que, como veras, Robert se ha convertido en un lazo aún más especial para mí y si puedo revivir una noche más de aquellas que tanto he disfrutado algún día créeme que lo haré.
—Pues la verdad me sorprende, nunca pensé que tuvieras ese tipo de ideas —dije encogiéndome de hombros—. No sé, creí que serias tal vez alguien más serio y decente.
—¿Serio y decente? —preguntó acercándose un poco más—. ¿A que te refieres con eso? ¿Que me estas queriendo decir? ¿Me estas llamando zorra?
—Oh no, que quede claro que yo no fui la que lo dije —respondí reprimiendo un poco la risa, sin embargo, fueron cuestión de segundos cuando sentí como me ardía la mejilla después de recibir una bofetada de su parte que hizo que mi cara girara, involuntariamente mandé mi mano para calmar el ardor—. ¡Que diablos! "¡Cuenta hasta diez Cata! ¡Hasta diez!", dijo mi subconsciente, pero no lo escuché—. ¿Que te pasa? —dije al tiempo que reaccioné devolviéndole la bofetada, reflejándose en un tono rojizo cubriendo su mejilla, agradecí ser morena ya que sabía que su bofetada no me había marcado la cara. Vi cómo se cubrió también rápidamente su mejilla y me miró con una ira que me hizo estremecer, retrocedí un paso.
—¿Como te atreviste? —preguntó al tiempo que levantaba su mano queriendo seguir con otra bofetada, di más pasos hacia atrás.
—¡Hey! Ya, no más. Esto es inmaduro. No dejare que me golpees de nuevo —dije evitando seguir con la violencia.
—¿Que te pasa? ¿Como te comparas así conmigo? ¿Acaso no te enseñaron a respetar? —gritó airada.
—¿A respetar a mis mayores? Claro que me enseñaron —respondí en tono burlón, de nuevo alzó su mano y la detuve retrocediendo más—. ¡Ya, ya! Vale, yo no empecé con las bofetadas...
—¡Me llamaste zorra! —gritó—. ¡Niñita desgraciada!
—¡Tampoco voy a permitir que me trates mal Susan! —respondí—. En todo caso, yo nunca dije esa palabra. ¿Sabes qué? ¡Me voy! No tengo porque seguir escuchando tus locuras ni tus insultos —dije mientras tomaba mi bolso y salía de nuevo del consultorio, caminé hacia el ascensor al tiempo que escuchaba como me gritaba desde el consultorio, me detuve mientras el ascensor llegaba.
—¡Si! ¡Huye! ¿Sabes qué? Yo de ti cuidaba a Robert, porque no descansare hasta verlo una noche más conmigo y te aseguro que después de eso se va a alejar de ti —dijo, giré y allí estaba apoyada en el marco de la puerta, me estaba retando, pero no cedí a su propósito.
—¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres que Robert y yo terminemos para que regrese contigo? —pregunté, rio con diversión.
—¡Por Dios! ¡Claro que no! Yo quiero mucho a Richi, no volvería con Robert —aseguró—. Lo de nosotros ya fue, solo quiero una noche y es lo que ustedes no entienden. ¡Eres tan egoísta para ser tan joven! Yo solo quiero liberarlo de ti, se merece ser feliz pero no contigo. Yo diría que más bien con nadie, él puede ser feliz pero tu estas allí estorbando, no te lo mereces y es lo que intento hacerle ver solo que esta cegado por tu juventud —confesó.
—¿Sabes que Susan? Espero que reacciones, él tiene razón estás loca —dije azarada porque el ascensor no llegaba, preciso llegó y mientras entraba la oí gritando de nuevo.
—¡Niñita! Me seguirás viendo, ¿y sabes? La zorra eres tú —dijo mientras reía.
Entré al ascensor rápidamente y oprimí el botón que me llevaría al primer piso. No sé si estaba loca o la presencia de Susan me había perturbado, pero aun sentía su risa retumbándome en los oídos. Hubiera deseado no tener que haber recibido esa visita, pero era necesario. Ahora sé que no voy a permitir que esa mujer se le acerque a Robert, está loca si cree que me quedare quieta. Si no hubiera sido porque sé que no debo dejar que ella me provoque me hubiera devuelto después de que me llamo zorra y la hubiera echo retractarse.
"Contemos hasta diez", repitió mi subconsciente y esta vez decidí hacerle caso, necesitaba calmarme.
"Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero...", conté en mi mente, "¿Contar hasta diez? Con mujeres así, contar hasta mil", reconocí al tiempo que arrancaba el auto para dirigirme a la cena que tendría con mis hermanos y Robert.
Llegué al bar-restaurante donde ya me estaban esperando, cenamos y hablamos de varias cosas sin embargo aún no le dije a Robert lo que paso con Susan. No en frente de mis hermanos, así que esperé a que terminaran de cenar y fueron a la parte bar para jugar un rato billar mientras Robert, Exton y yo seguimos en la parte restaurante, obviamente con un niño como Exton ir al bar no está permitido así que aproveché y le conté todo.
—¡Dios! No puedo creer que lo haya hecho tan pronto, ni que te haya tratado mal —repuso—. Creo que esto será algo contra lo que tendremos que estar más juntos que nunca —dijo, asentí.
"A pesar de todo, Robert me da la seguridad que necesito".
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En mi corazón (Robert Downey Jr.)
FanfictionLa vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Si, hace parte de una canción. Y si, también suena a frase cliché. Pero, ¿que sucede cuando el destino te envía de frente contra una de las cosas mas increíbles de tu vida? Si Catalina creía que n...