A mi doncella

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Hubo hace un tiempo, no muy lejano, una hermosa doncella...

Que una vez mirando al cielo, encontró una radiante estrella...

Pidió un deseo... un príncipe encantado...

Se enamoró locamente de su sueño... y a su mente quedó encadenado...

Aguardó pacientemente su llegada... frías noches, largos días...

El tiempo pasaba lentamente... y su amado no aparecía...

Por un segundo, en su cabeza, cruzó la idea de resignarse a aceptar la inexistencia del dichoso amante...

Y como obra del destino mismo... apareció el susodicho en tan sólo un instante...

Él... el adorado príncipe tan anhelado...

Exactamente tal y como ella lo había soñado...

Apasionada, le ofreció sus caricias, sus besos, sus abrazos...

Le ofreció su tiempo, su dulzura y el calor de sus brazos...

Le ofreció su paciencia, su comprensión y sus cuidados...

Le ofreció tantas cosas... pensando que él, como ella, se había enamorado...

Se ilusionó tanto, que creyó que había tocado el cielo...

Creyó que era un ángel, despegando sus alas del suelo...

Pobre e ingenua doncella... confundió el amor con gentileza...

Confundió gratitud con sutil delicadeza...

Tiempo después de vivir su preciosa y dulce fantasía...

Descubrió que el amado amante lo mismo no sentía...

Su mundo de afortunada princesa se desplomó en un segundo...

Y surgió de su pecho, antes jubiloso, un pesar desgarrador y profundo...

El adorado príncipe quebró sus radiantes alas de la peor manera...

Rompió su corazón... que había despertado al amor por vez primera...

Desmoronó sus sueños... la abandonó de forma cruel...

Cayó al frío suelo... desde las nubes donde había construido su castillo de papel...

Ahora doncella ahoga sus esperanzas en un mar de llanto...

La tristeza la envuelve en un oscuro y gélido manto...

Y no hay canto de lira que la pueda alegrar...

Ni caricia de ángel que su dolor logre menguar...

Su pálido semblante delata claramente el pesar de su corazón...

Y su lánguido cuerpo apenas se difiere del pétalo de una mustia flor...

No, mi doncella... No quiero que sufras... No quiero que llores...

Recuerda que nadie fallece ante un mal de amores...

No pido que olvides... Bien sé que no puedes...

Al menos ahora... ten calma... No desesperes...

Tu amor llegará pronto... eso tenlo muy por seguro...

Aún tienes tiempo... no es preciso el apuro...

Sé lo que sientes... Sé que te duele...

Llora, doncella... Grita si quieres...

Deja fluir, de tu interior, toda amargura...

Calma... que no perderás tu cordura...

Deja ir al príncipe falso... pronto llegará alguien mejor...

Alguien que te ame... y a quien puedas llamar "amor"...

Calma, mi doncella... El tiempo lo cura todo...

Debes aguardar tan sólo... no hay otro modo...

Deja que mueran los días... tus heridas sanarán lentamente...

Y, sin siquiera darte cuenta, te habrás vuelto valiente...

Capaz de sobrellevar los pesares con la cabeza en alto...

Sé que puedes lograrlo, doncella... Lo deseo tanto...

Enamórate de un hombre... no de una utopía...

Alguien de carne y hueso que llene de luz todos tus días...

A fin de cuentas, no precisas de un príncipe encantado...

Tú vales por ti misma... Tu valor será bien recompensado...

Oh, doncella hermosa, te deseo la mejor de las suertes...

Puedes darte clara cuenta de que eres cada vez más fuerte...

Tú y sólo tú eres dueña de tu propio destino...

Sé que encontrarás el premio al final del camino...

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