Mi romántica Muerte

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Una vez creí haberme enamorado...
Fue hace algunos siglos, previo a mi inexistencia...
Los recuerdos vienen a mi mente como un sueño... no necesito estar dormida...
Y era un baile... un gran baile dentro de una extensa recepción...
Las doncellas vestían sus pomposos ropajes, y los caballeros sus oscuros y refinados trajes...
Era todo tan ajeno ante mis ojos... pero no a los de los invitados, que danzaban en perfecta sincronía...


De pronto, irrumpió un misterioso hombre en medio de la concurrencia...
Todos mostraban reverencia ante el recién llegado...
Yo no lo conocía, era como un perfecto extraño...
La joven que estaba a mi lado, notando mi evidente confusión, me dijo que era la Muerte disfrazada de tan elegante caballero...
El miedo se propagó raudo por cada vena de mi cuerpo...


Posando en mí su vista, se acercó con lento caminar...
Me ofreció su mano, invitándome a bailar...
Acepté nerviosa, perdiéndome en su mirar...
Pero no encontré malicia, sólo tristeza y resignación...
Toda la gente parecía dormir mientras la música resonaba haciendo eco en el salón...


Los hombres de la orquesta plácidos dormían, sin embargo se escuchaba una deliciosa pieza proveniente de ningún lugar...
Una melodía monótona y monocorde que semejaba no tener final...
Y a pesar de saber quién era, de él no me quería alejar...
Bailamos toda la noche, sin palabra alguna cruzar...


El tiempo pareció detenerse, no así mi corazón hasta ese instante...
Ya lo demás no me era necesario ni importante...
Sólo quería estar con ese espectro de tan hermosa apariencia...
Sintiendo sus manos recorrer mi piel con etérea pureza...
El dulce éxtasis de la agonía me incitaba a entregarme a su suave encanto de blanca aurora y de luna llena...


Los primeros rayos del nuevo día, furtivos, se colaban por los vitrales de la habitación...
Las notas musicales se fueron volviendo más pausadas, presagiando su culminación...
De pronto, se aferró a mi cuerpo con una lágrima resbalando por su mejilla...
Sólo bastaba mirar sus ojos para saber lo que pretendía...
Una paz inmensa invadió mi alma, devolviendo a mi conciencia la calma que me había sido arrebatada...


Sin decir nada, acercó sus labios a los míos, sellándolos en un delicado beso...
Al separarse, contempló mi cuerpo que, entre sus brazos, yacía inerte...
Ese fue mi final, lo recuerdo...
El dulce beso de mi romántica Muerte...

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