Santuario en ruinas

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Mi templo era un lugar vivo... un espacio sin fronteras con corazón propio...
Cuando demonios llegaron sin aviso, invadieron, inflexibles e imparables, cada zona con su podredumbre...
Mi cobijo se ahogaba en agonía... hasta que un día, no volví a encontrarlo...
Lloré al saberlo muerto...

Ciclos de luna transcurrieron, y cuando intentaba volver, no veía ni los escombros...

No podía hacer otra cosa más que continuar andando, sólo que sin brújula y sin un destino...
No me quedaba ni la motivación de seguir caminando, porque sabía que no había absolutamente nadie que me estuviera esperando...
Y aun ahora... no me queda nada...

Escribo cartas sin destinatario, redacto mensajes que nunca envío, y dedico versos sin sentido que nadie jamás lee...

Escribo letras al azar, esperando milagrosamente un resultado...
Mi presente es un desierto desaturado, y no tengo ningún ÁURYN al cuello que me guíe y me mantenga a salvo, ni ninguna muerte multicolor en forma de león que me ayude a cruzarlo...
Jamás me busqué una constelación que me mostrara el camino...

Sólo ha bastado un pequeño indicio... una breve señal de que mi cálido asilo había resurgido de sus cenizas inexistentes, para sentir alivio...

Y, muy a pesar de que se ve todo igual, mi esencia me dice que algo ha cambiado...
Este hogar ya no es mío...
Todo luce tan prístino, pero se siente tan espectral...
Se siente tan vacío...

Lo que daría por volver a "antes", pero ése es un estado que no se alcanza, por mucho que se desee...

Me gustaría tener a alguien con quien incluso hablar fuera un acto de poesía...

Pero, ¿a quién podría hallar, si mi refugio se volvió un pueblo fantasma?
Todas las paredes están impregnadas de vidas pasadas...
Y de los amigos que allí tuve alguna vez no quedan ni los espejismos...

El paraje en el que ahora me encuentro es sólo una copia barata de mi refugio sacro, y los rincones que solía conocer como la palma de mi mano, ahora me saben muy ajenos e igual de extraños...

De las emociones gratas que allí sentía, no me quedan ni los vestigios...
Todo está conservado... es una réplica fiel, pero no es lo mismo...
A mi santuario el alma se le ha escapado... toda su esencia se ha perdido...
Y yo, espíritu errante cuyas letras se le esfuman de las manos, me quedé sin casa, sin versos y sin un abrigo...

Pequeños poemas en prosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora