Sombra de mi corazón

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Tú, pequeño espacio que a mi alma aqueja...
Solaz absurdo de lo inconfundible y lo inolvidable...
Jamás tuve oportunidad de tocar tu piel, o de oír tu voz ausente...


Ojos lloraron en mí lágrimas vacías...
El suspiro se perdió en el tiempo y la lejanía...
El beso se desvaneció en una suerte de agonía latente...
Si el sentimiento nunca había llegado, ¿por qué la mente se negaba a dejar lo que nunca tuvo?
A ti, sombra de mi corazón...
El más duradero de mis instantes efímeros... el más silencioso de mis níveos quebrantos...


La niebla argéntea se coló en cada rincón de mi memoria...
No resulta doloroso porque no hay historia que debiera ser recordada...
No hay final para lo que nunca comienza...
Mas aún permanece intacta esa estela umbría que en mis adentros se cala... desfilando en sórdidas utopías que se derrumban como castillos de arena, y se desarman como piezas de un rompecabezas de cristal...


Si tu nombre y faz no me son ajenos, pero tampoco resultan ser míos... ¿por qué se torna cada vez más voraz la añoranza?
No hay lugar para la certeza ni para la incertidumbre...
No existe forma de devolverme la esperanza... porque tú ya has decidido...
Quizá la crueldad no sea tan mala...
Quizá la soledad se convierta en mi mejor amiga...


Siento que perdurará ese espacio vacío en mi pecho que no encontrará salida...
En la eternidad me mostrará el peor camino...
Serás el inocente verdugo que nunca está consciente... que carece, por pura ironía, de empatía y de compasión...
Serás, si me queda suerte, el prisionero de mis más turbias fantasías y mis más oscuros anhelos...
Serás por siempre y para siempre esa querida y odiada sombra de mi corazón...

Pequeños poemas en prosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora