* improvisación *

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Ah, mi querido señor...

No siempre tengo frases con las cuales expresar el regocijo que me causa su presencia, a veces, más cercana que de costumbre...

No encuentro tales palabras que pudieran explicar lo inefable...

Simplemente disfruto de su amena compañía que me alegra los días en varios instantes...

Muchos notan ya mi sonrisa inevitable, pero casi nadie entendería que lo que siento no es un amor insano, sino el más inocente aprecio...

Que aun más allá de lo que pudiera expresar mi sonrisa y mi mirada, no se esconden deseos impuros, lo aseguro; sólo una emoción cándida y transparente...

Lo que por usted yo siento no es el amor de una hija hacia un padre...

Pero tampoco es el amor de una mujer hacia un hombre...

Es algo diferente a eso...

Algo inexplicable...

Algo inclusive más grande y más puro...

No hay término que lo defina, ni medida que pueda demostrarlo...

Sin embargo, bien sé que muchos habrán de confundirlo, porque no lo entienden... porque jamás lo han sentido...

Esa sensación de felicidad sin motivo...

Ese anhelo de desearle lo mejor sin esperar nada a cambio, aun cuando usted no nota mi presencia...

Esa alegría inesperada con tan sólo verle, y que no desaparece aun después de que usted ya se ha ido...

Esa emoción latente y viva... por completo reconfortante...

No puedo verle como hombre, no puedo...

Usted ya tiene hecho su camino...

Quizá si usted fuese diez años más joven, y yo diez años mayor, talvez en algún instante lo habría pensado de otra manera...

Aunque no lo imagino tanto...

Usted es el espejismo del oasis en mi desierto frío...

Usted es la estrella refulgente en la soledad de mi noche eterna...

Tan simple como eso...

Para siempre inalcanzable...

Pero cómo me encanta saberlo cerca... 

Pequeños poemas en prosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora