El ángel caído

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Un vacío recorre mi alma lentamente...

Una sed que no puedo saciar...

Se alimenta y consume poco a poco lo que queda de mí...

Como el fuego a una rosa...

Mis alas están rotas y descoloridas...

Mis recuerdos son vagos y latentes...

Los sueños que tuve alguna vez ahora no son nada...

Como en un corazón de piedra...

Una mirada marchita y desprovista de vida...

Es todo lo que ahora me queda...

A mí, el Ángel Caído, el demonio oscuro...

La que un día fue una mortal desprotegida...

El amor no existe, es una utopía...

Sólo tinieblas pueblan mi inerte corazón...

Esa oscuridad eterna me hiere en agonía...

Y no puedo morir, para poder ser libre...

Existo sin ningún sentido...

No puedo hallar una simple razón...

Oh, gran Hades, déjame entrar a tus puertas...

Quiero que acabe este insufrible y perpetuo dolor...

Ruego a los dioses del Olimpo...

Se apiaden de esta pobre alma atormentada...

Por los errores del pasado y los misterios del mañana...

Por el olvido y la desolación...

Por la penumbra y el rencor...

Por el placer y la desilusión...

Una lluvia de remordimientos cae como ácido en mi gélida piel...

Mientras las espinas me cortan como puñales ardientes...

Las estrellas se apagan y la luna se vuelve roja, como sangre...

Se acerca lentamente y se quiebra en mil pedazos, como cristales...

Cristales de sangre desde el cielo, millones de lágrimas en la oscuridad...

Poderoso Zeus, apiádate de mí, te lo ruego...

Gran Hades, me postro a tus pies...

Sumisa y vulnerable como una flor...

Una flor muerta, un alma perdida...

Perdida en una vasto desierto donde los ángeles lloran...

Donde sólo el fuego del infierno me puede matar...

Donde sólo el frío del invierno me puede herir...

Donde sólo la oscuridad me puede cegar...

Ya no le temo a la muerte, ni al dolor...

El interminable lamento de mi voz ahogada...

Susurra al viento y clama a gritos la piedad...

Camino sobre brasas encendidas, esperando redención...

Una luz latente se avista a lo lejos...

Camino hacia ella...

Olvido el largo sufrimiento...

El tiempo se detiene...

El corazón vuelve a palpitar...

Estoy más cerca de ella...

Creo sentir paz...

Sí, siento paz...

Un solaz inmenso...

La luz es más brillante ahora...

Al fin, he vuelto a nacer...

Pequeños poemas en prosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora