Carta a mamá

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Dime, madre... ¿qué tengo que me odias tanto?...

¿Acaso no ves que todo lo bueno que he hecho, que todo lo bueno que hago, lo hago para complacerte?

Pero parece que para ti nunca es suficiente...

Lamento no ser lo que tú querías o esperabas...

Lamento estar, ante tus ojos, tan llena de defectos y de errores...

E intento cambiar, pero no sabes lo mucho que me cuesta... demasiado...

Pero es que... ¿cómo esperas que sea cálida, si tú has sido siempre tan gélida?

¿Cómo esperas que me comunique... si tú nunca fomentabas nuestra propia comunicación?

¿Cómo esperas que agradezca o me disculpe... si nunca decías gracias, si nunca te disculpabas cuando me herías?

¿Y ahora reniegas de mi actitud?

¡Yo soy lo que tú has hecho de mí!

Trato de darte lo que esperas... pero nunca está bien...

Incluso renuncié a mi propia satisfacción sólo por ti... sólo por regirme a lo que tú consideras correcto...

Renuncié a mis sueños... renuncié al amor... sólo por ti...

Cuando tus palabras me hieren como ardientes puñaladas, yo sólo permanezco en silencio, con el semblante impasible y el vacío en la mirada, pero sollozando y muriendo de la tristeza por dentro... reprimiendo mis palabras para no ir en contra tuya...

Y si, al igual que tú, no emergen de mis labios insultos y ofensas, es porque no encuentro necesario llenar mi boca con tales denuestos...

Mucho menos para ti, madre... para ti no...

Yo te amo... y por eso te respeto...

Pero... no sé hasta cuándo podré seguir soportando el martirio de no ser lo que tú quieres que sea...

No sé hasta cuándo podré seguir escuchando tus hirientes palabras...

No sé cuánto más lograré resistir...

Pequeños poemas en prosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora