Pequeños poemas en prosa

* improvisación *

Ah, mi querido muchacho...

¿Será acaso que mis facciones te recuerdan a alguien?

¿Será que mi presencia te causa alguna reacción agradable o desagradable?

¿O será que (oh, imaginación desmedida y esperanzas infundadas, las maldigo) te resulto, en alguna forma... atractiva?

Si no es así... ¿qué razón tendrías entonces para vislumbrar todavía a este fantasma desdeñado y solitario cuyo corazón aún se acelera en tu cercanía?

Si tu sentir pertenece a otra persona, a alguien justo a tu medida... no deberías volver la vista hacia mí, porque lo único que provocas es que mi emoción se desborde a límites insospechados...

Haces que mis fantasías giren en torno a ti... y no es justo...

Realmente no es justo...

Sé que no hay motivo... sé bien que soy yo quien se lo está buscando...

Nadie me infringe tal dolor, salvo yo misma...

Tú sólo eres la excusa, el espejismo, la ilusión que yo misma he alimentado...

Sólo eres el perfecto desconocido... la mirada ausente... casi accidental...

Por qué no... la mirada accidentalmente frecuente que yo jamás confronto...

La mirada que siempre evito...

A veces me resigno... acepto la indiferencia de tu parte, porque no habría otra cosa que debieras ofrecerme...

Podría incluso decir que lo merezco...

Pero cuando tus ojos se posan en mí, la esperanza vuelve...

El alma se agita en desvaríos y confusiones... en sentimientos que colisionan y que no deberían existir...

Sin embargo, estoy plenamente consciente de que no habrá jamás trascendencia...

No pasaremos de ser dos perfectos extraños...

Tú ya tienes a quien pueda amarte como yo jamás podría, porque mi corazón está tan herido y remendado, que no podría concebir la idea de cómo sería estar junto a ti...

No hay manera... no hay otra cosa que pudiera decir...

Estoy desvalidamente ilusionada contigo, mi querido muchacho...