* improvisación *

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Oh, mi adorado imbécil para quien mi voz resulta totalmente inaudible...

Me enferma como no tienes ni tendrás jamás idea el esmerarme tanto por ti y que no te importe...

Minutos nacen y se suicidan como gotas de lluvia golpeando fuertemente en mi cabeza...

En cada impacto resuena tu nombre, una y otra vez...  y en cada eco se refleja la tristeza que me consume por dentro...

No soy más que un chiste andante...

Una silueta estúpida y patética que se arrastra de forma lamentable sólo para intentar sonsacarte aunque sea un saludo, un suspiro, o hasta un insulto...

Algo...

Esta sombra desgastada con cualquier sonido que salga de tu boca se conforma...

Pero no obtiene nada...

Esa mirada entre desdeñosa e indiferente que no me enfoca, tan silente y tan notoria, debería serme suficiente para odiarte... pero no puedo...

Por más que lo intento, teniendo incluso motivos, no puedo...

¿Qué has hecho en mí?

¿Qué hechizo has conjurado en mi ser para que justifique cualquier desaire que venga de tu parte?

Si tan sólo pudiera hacer que pronunciaras mi nombre...

Si tu voz articulara mi nombre, con eso me bastaría para percibir la alegría que tanto ansío sentir...

Pero tu respuesta es el silencio...

Pretendo que no me importa... finjo que me da lo mismo... aunque en realidad me muero de a poco...

Me he vuelto casi experta en dibujar una sonrisa convincente y cada vez puedo imitar mejor esa manera tuya de ser tan indolente...

Quizá si me convierto en tu reflejo, eventualmente me convenceré de que has dejado de ser valioso para mí...

Pero sabe a mentira, ¿no es así?

No hace falta que lo diga abiertamente...

Cualquiera con dos dedos de frente se puede dar cuenta de que tu presencia hace que reviva todo aquello que creí matar un día...

Sé que tú también lo notas, pero te importa tan poco que ni siquiera piensas en que tienes en tus manos un corazón herido bañado en lágrimas secas...

Nuevamente he despertado para nada...

Querido muchacho de hablar silente... por favor, pronuncia mi nombre...

Sólo déjame grabar tu voz en mi memoria y así podré morir tranquila...

Sé que nunca seré digna de tu amor o de tu aprecio, pero al menos déjame la dicha de oír mi nombre con tu voz airosa...

Dame la satisfacción de que por un momento, aunque sea por lástima solamente, pudiste notar mi miserable existencia...

Regálame un segundo de felicidad para compensar cuanto menos una pequeña parte de todo el desconsuelo que me causa tu cruel indiferencia...

Pequeños poemas en prosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora