Un instante desearía,
un segundo solamente,
para hablar sinceramente
y decirte, vida mía:
Tu silencio es mi agonía.
Como sombras sigilosas
se reprimen, recelosas,
las palabras; los acentos
yacen suaves, mueren lentos
cual si fuesen mustias rosas.
¿Qué, acaso ni siquiera
puede serte diferente
si aquí estoy, si estoy ausente,
si faltara, si estuviera,
si estoy viva o si muriera?
¿Qué, no entiendes cuánta pena
fluye ardiente por mis venas
al notar tu faz umbría?
Es tu calma tan sombría
la que, lento, me envenena.
Y mostrándote impasible,
cual si fueses cristal frío,
pretendes herir con bríos
toda el alma. Imposible
curar la herida insufrible.
Ante mí, indiferente
te presentas, pues latente
es tu voz al escucharte;
mas cuando yo intento hablarte,
finges que no estoy presente.
Ya se ha vuelto insoportable
ser tan sólo un frío espejo,
pues en mí, tu fiel reflejo,
muestras, gélido implacable,
un silencio inexorable.
¿Qué, no puedes simplemente
expresarte libremente
como un sonido al viento?
Es como si tú, al intento,
fueras necio y renuente.
Mas, ¿así de imprescindible
debe ser mi cruel castigo?
Si no puedo hablar contigo,
¿cómo esperas, insensible,
derrumbar ese invisible
muro vil que nos separa?
Es que ya ni el sol me ampara,
ni la tenue luz de luna.
Ahora sombras son mi cuna
al llevarte tus palabras.
Tan incómoda parece
serte toda mi presencia
¿Es acaso mi apariencia?
Es que no sé cuántas veces
pensaré que no mereces
el amor que quiero darte.
Ruego, no me hagas odiarte
y verte como enemigo.
Quiero ver en ti a un amigo
para siempre acompañarte.
Cómo peca de ligera
la quietud en esta sala.
Qué tranquilidad tan mala
la que, entre los dos, impera.
Lo repito, y soy sincera:
No importa cuánto lo intente,
sea callada o sea insistente,
no puedo evitar mirarte,
sonreírte, incluso hablarte
aunque seas indiferente.
Y, entre tanto, yo he de verte
a lo lejos, con tristeza.
Si ya tengo la certeza
de jamás poder tenerte,
me resignaré a perderte
aunque no sea lo que quiero.
Pues bien sé lo que yo espero:
poca risa, mucho llanto.
Es injusto, ¿sabes cuánto?
Ya no importa si me esmero.
Mas por mucho que me diga:
"es distante de tus manos",
"el final se ve lejano",
"mejor ríndete, no sigas",
algo dice que persiga
lo que realmente yo sueño.
Pues me esforzaré en mi empeño
y seré mucho más fuerte.
Es que ni la misma muerte
evitará que seas mi dueño.
¿Sabes qué? Lo he decidido:
persistiré en mi deseo.
No es tu amor lo que poseo,
pero aún no me he rendido.
No está todo tan perdido,
debo ser perseverante.
Gustosa seré tu amante
aunque puedan hablar otros.
Pero debo romper antes
el Silencio entre Nosotros.
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Pequeños poemas en prosa
RandomUna recopilación de textos que escribí hace muchos años... antes de que mis letras me abandonaran. Está dividida por Arcos. Cada Arco corresponde a una persona, salvo EGO I y II que son míos, antes y después del paso de esas personas en mi vida. He...