Capítulo 40. Confesiones

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POV AMELÍA

-Mnn, esto no me gusta mucho.

-¿Hay algo mal, con mi bebé?

-Él bebé está bien Amelia, solo que tu presión está un poco alta.

-Debe ser por...supongo y debo cuidarme.

-Así es, te recomendare un poco de vitaminas extras, y si es posible trata de evitar situaciones de estrés y el azúcar en exceso.

-De acuerdo. Sabes, me agradas mucho en el papel de médico. Anton.

-Ser ginecólogo es mi pasión y ser empresario fue mi decisión.

-Eso sonó muy poético.

-Que te diré, así soy yo.

-Y ahora sonó muy egocéntrico -sonrió.

-Solo trato de hacerte reír un poco, bonita. Sabes que me alegro que hayas podido acompañarme a chequear el hospital hoy en día, y de paso pude atenderte.

-Y a mí me alegra poder acompañarte. Y claro está, la parte en la que me aconsejas sobre mi bebé -acaricio mi vientre.

-¿Sigues sin encontrar los zapatos de Alexia? -pregunta y cuando recuerdo pérdida de los mismos, esos pequeños zapatos dorados que compre con mucho amor para mi hija y que no sé dónde los he perdido.

-No, hemos revisado nuestro equipaje junto a Camila y la verdad es que no hay ningún rastro.

-¿ Te importan mucho verdad?

-Solo me gustaban, es todo -sonrió y trato de ocultar mi cara. La verdad si me importaban más de lo que yo quería, eran los zapatos que compre con mucho amor pensando en ella.

-Puedo mandar a pedir un par de ellos si quieres.

-No, no te preocupes, compraré otris, ya has hecho demasiado por mi pequeña.

-Nunca más de lo que tú has hecho con Camila.

-Lo hago con amor, es difícil no querer a tu pequeña.

-Lo mismo me pasa -dice colocando sus manos en mi vientre y yo me tenso levantando mi rostro topándome con el suyo, muestras miradas se conectan y siento su aliento cerca del mío. Su nariz roza con la mía y yo no puedo hacer nada más que verlo. Anton es un hombre de verdad muy hermoso, estoy segura que en el mundo todas las mujeres darían lo que fuera por estar con él.

Tengo miedo de lo que pueda pasar ahora y más cuando coloca sus dos manos en mi vientre y lo siento muy cerca, tanto que su aliento rosa mi boca. Me quedo quieta y cuando siento sus labios en mi boca, la abro poco a poco, siendo receptiva con él, nuestros labios se entrelazan de poco a poco..

-¿Doctor?...Oh, yo lo lamento mucho -dice una de las enfermeras y me separo de él tan fuerte que hago caer algunas cosas de su escritorio.

-Gill, ¿Qué necesitas?

-La prensa está aquí para emitir la entrevista sobre la inauguración de la parte de oncología del hospital y su Fundación.

-Iré en un momento. Gracias.

La chica sale del consultorio y mientras tanto yo recojo las cosas que he votado de la manera más nerviosa posible.

-Yo...ya me voy -hablo entre silabas.

-Amelia, espera - dice agarrando mi mano.

-Debo llegar a redactar el oficio que me pediste. -desvió mi mirada.

-¿Por qué me evitas? ¿ Es por lo que paso?

-Yo...he,..es decir....eres mi jefe, y yo....tengo una vida dentro de mi -acaricio mi barriga.

-¿Crees que eso me importa?. Yo quiero a esa niña tanto como a su madre. -Abro los ojos.- ¿Qué? ¿Sorprendida Amelia?

-Yo....mnnn, debo ir a la oficina.

-Espera. Ya que no te lo he dicho por cobarde, te lo digo como hombre. Te quiero Amelia Hamilton, te quiero tanto a ti como a tu hija, las quiero a mi lado.

-Anton....- exclamo admirada.

-¿Sorprendida?

-Yo...esto no está bien, yo tengo...- mierda ni siquiera sé que decir.

-Tú eres una mujer libre. Ahora por favor déjame hacerte feliz, solo te pido una oportunidad.

Un knockout al corazón ®( EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora